Todos los habitantes de aquel país se enteraron. Érase una vez una casa en la que había 26 vehículos en proceso de engorde. Érase una vez un banco con problemas de liquidez. Érase una vez miles de contenedores repletos de comida que no llegaron a distribuirse y se dañaron. Érase una vez una oposición que pide justicia.
Todos los habitantes de aquel país se enteraron. Érase una casa con un buen terreno y con árboles. El estacionamiento era grande y cabían 26 vehículos. No hubo forma de que los dueños de la casa explicaran aquello. La venta de vehículos de aquel país está signada por la especulación. Sus habitantes pueden dar fe de que el negocio de los vehículos es mil millonario. Hay pocas posibilidades de comprar un carro en buena lid, así tengas la plata “chin, chin”. Una familia de “alcurnia” engordaba aquellos carros. Un negocio fácil, plata fácil, sin esfuerzo, sin invertir, sin pasar por “go”, sin pagar impuestos, sin hacer nada. Burguesía parásita la llama el presidente de aquel país.
Todos los habitantes de aquel país se enteraron. Nadie se explica cómo pudieron pasar desapercibidos. Érase una vez miles de contenedores. Se dice rápido y fácil, pero cuesta creerlo. Son esas especies de cavas de colores grandotas que se ven en los puertos. Son rojas, verdes, amarillas. Desde las alturas, cuando se está a bordo de un avión, se puede apreciar mejor cómo son. Es un volumen importante. Ocupan espacio. Miles de contenedores. Todos en aquel país se hacen preguntas ¿Cómo pudieron pasar desapercibidos? ¿Cuál es el negocio allí? ¿Sólo fue negligencia? ¿Cuestión de aduanas? ¿De sellos? ¿Quién pagó y no controló?
Todos los habitantes de aquel país se enteraron. Érase una vez una de las campañas publicitarias más exitosas de los últimos tiempos. Se hizo cotidiano que le preguntaran a una de dónde venía. Veinte puntos al ingenio. Pero aquel ingenio no fue suficiente. Aquel banco no pudo cumplir con sus clientes. Se le acabó el biyuyo. Se quedó calvo por falla de origen. Y el Estado de aquel país tuvo que intervenir para proteger a los depositantes.
Y colorín colorado… Érase una vez una oposición que pide justicia en el país de los contenedores, del banco intervenido y de los vehículos en proceso de engorde. Pero quiere un castigo selectivo. Sólo para los responsables de que miles de contenedores pasen desapercibidos. Como los responsables de los vehículos y del banco son empresarios y son amigos, alegan persecución. Es la doble moral de la oposición de aquel país. Piden libertad y no creen en ella. Piden justicia para todos, pero impunidad para ellos. Es así en aquel país. Es un cuento repetido.
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