Cerremos Indepabis y que la revolución apoye a los comerciantes menores

¡Qué tal, camarada! Preocupados por la salud del presidente Chávez, un hombre que siendo fuerte, se exige demasiado. Sabemos que con este proceso revolucionario, perseguido, vapuleado, no se puede tener descanso, pero concientemente, con sus médicos, de cuidar el exceso de desgaste.

Debemos reconocer el tremendo trabajo que realizan los funcionarios del Indepabis, gracias a muchos de ellos se ha contribuido a reducir la especulación, por lo menos en aspectos muy relevantes, inmuebles, automóviles y un poco de los alimentos.

Entre tantas denuncias, vivimos denunciando a los supermercados de los asiáticos. Los de chinos que llegan a montón ya que con regularidad vemos rostros nuevos que desconocen nuestro idioma dedicados a arreglar los anaqueles, vigilancia para que no se lleven los productos (además tienen instalados sistemas sofisticados de cámaras).

Antes salía diariamente en la prensa (guardé una colección) que un ciudadano chino perdía el pasaporte. Nos preguntábamos por qué sólo a los chinos. Era sospechoso. No ha salido más esa práctica pero llega el chino parejo. Dicen que no hay que averiguar mucho por lo de las mafias poderosas.

Por cierto, que según nos cuentan, en Maracaibo, tal vez en todo el Zulia, el control mafioso está establecido desde hace años. Que para tener seguridad de tu carro tienes que pegar la calcomanía del clan que te protege. Y pagar. Igual que para un negocio, etc.

Angustioso esquema vigente.

Los que por necesidad, por cercanía, recurrimos a esos espacios de venta chinos observamos que, estando ubicados en sectores populares, muy pocas mercancías tienen descuentos y las que sí, una miseria engañosa. Y, todavía, no te entregan facturas. Tienes que pedirlas aun siendo una condición obligada, automática.

¿Jamás los vista el Indepabis? ¿O tienen su calcomanía en el vidrio del negocio? ¿O hay tejemaneje? Disculpen los que actúan honestamente y los meta en el saco, que sabemos que son pocos los de mala actuación.

Recientemente en una panadería me encontré con un trabajador que alguna vez estuvo conmigo, –de un camión bajaba productos de la Polar –porque ahora los camiones distribuidores de esas empresas lo hacen en camiones sin letreros, azules y blancos ¿?– y en el intercambio nos identificamos, calladamente porque no hay muchos, como chavistas y me comentó que en los depósitos de la empresa había Mazeite por montones.

Se me ocurrió, como es lógico, llamar a Indepabis, 800RECLAMO, denunciar la situación. Eran las 8 y tanto de la noche del viernes, no escuchaba bien a la operadora y me dijo que mejor llamara al Indepabis en Anzoátegui que sería más expedito, me dio un teléfono. Insistí y me dijo que le le diera la dirección exacta, tratándose de unas empresas de fácil ubicación, harto conocidas. Tomó la información como si se tratara de algo normal. No digo que se vaya a asombrar como lo hacía yo ante ese caso tan delicado, pero fue muy simple.

Empecé a sentir ineficiencia burocrática, ya que ellos mismos deben retransmitirse la información desde el lugar del país que sea. Luego al siguiente día llamé al teléfono local mi otra damita con voz de hambre me dijo que estaba bien que lo hubiera reportado a Caracas porque allá era mejor.

Insistí y le dije que era un producto muy solicitado. Y parece que anotó. No sé qué más ocurrirá.

Ahora, camarada, fíjate loo que dicen las personas informadas del trajín –compradores, amigos de algunos, etc. Todo se sabe– La empresa productora lo acapara en los grandes almacenes, de vez en cuando saca un poco a algunos supermercados, bastante para los chinos que observamos que tienen una segura red de abastecimiento, y estos le venden a los buhoneros –más caro– quienes, finalmente, le vende a los pendejos que fríen un medio litro de Mazeite en Bsf. 13,00.

Aquí entre nos, una de esas marcas de producción socialista, huele a pescado, antes y peor después de de freír.

Este problemón del aceite, que no sabemos cómo se resolverá, porque por ejemplo en los Bicentenarios, donde la gente cree que se encuentra, se forma un apretujamiento a la entrada que termina con una alud de empujones y uno entra sin esfuerzo personal. Recientemente, lo experimentamos mi esposa y yo quienes decidimos a obtener aunque se aun litro. Es denigrante y lamentable el desorden, que pudiesen reglamentarlo desde afuera. Con tickets, o algo así. Tomar un número. Y mucho orden a la entrada.

Luego del la marejada de empujones, con risas y todo, todos corren hacia donde saben se localiza el aceite pero, simultáneamente, nos decepciona la perifoneadota cuando anunciaba que disculparan pero no hay aceite de ningún tipo. Claro, todos sin carritos ni cestas porque no hay tiempo para agarrarlos, llevan en manos la harina de maíz, el azúcar, y otros básicos, y terminan esperando que llegue la pareja con el carrito o la cesta.

Lo del problemón del aceite está haciendo que las vendedoras de empanadas paguen mucho más caro el producto y que el aceite empleado es reciclado cada semana, o más, cuando antes lo hacían interdiario, lo que es muy dañino para la salud.

Nosotros nos preguntamos ¿Cómo hacen los restaurantes para obtener aceite? Porque es mentira que todos cocinen con aceite de oliva. ¿Han investigado eso?

Ahora a lo del título. Vemos que el Indepabis no se da abasto para todo ese mundo especulativo con que hemos venido sobreviviendo, por años. O con las estafas, capitalistas todas. Que se requiere l participación ciudadana. Las Contralorías Sociales activas. Equipos invulnerables a presiones de cualquier tipo. Que el Indepabis sea receptor, apoyador, presencialmente impresionante.

Fíjense, camaradas, que el caso de la estafa inmobiliaria, la de los automóviles no fueron por el Indepabis, pesó la ciudadanía que denunció.

Aunque sea norteamericano creo que es un buen ejemplo a seguir y pondría a trabajar a mucho abogado revolucionario, controlándolo.

Desde hace años he oído que allá se han organizado para protección al consumidor, equipos formados por los mismos integrantes de las poblaciones que están pendientes de cualquier asunto en su contra, baja calidad, robo, especulación, fechas vencidas, etc. y que cuentan con equipos de abogados que nos les cuestan nada, no les cobran, sino que, bien dateados, demandan a los empresarios especuladores y con ello cubren sus honorarios.

De repente es otra verdadera manera de darle poder al pueblo. Claro con leyes claras y jueces probos. O, si no, tribunales populares de defensa al consumidor, exclusivamente.

Ah, se me olvidaba. En vista del fenómeno capitalista más dañino a los pequeños empresarios familiares, populares, como las grandes cadenas de farmacias, de ferreterías, abasto popular, etc. es necesario que el gobierno revolucionario les apoye.

Aquí voy con la propuesta. Antes recordemos que el papá a quien se le graduaba una hija (generalmente damas) de farmacéutica le montaba una farmacia, hasta en el garaje de su casa o en un cuarto que daba a la calle. Ahora ni pensarlo, y los pocos que las tienen de casualidad en barrios pobres o poblados aislados, que no han sido absorbidas por las grandes cadenas subsisten de vaina.

El que tiene una ferretería, instaladas en los barios porque todo el mundo, con esfuerzo e ilusión, con o sin la excelente opción de la Misión Vivienda, está reparando, ampliando su vivienda, o mejorándola a diario camina a comprar, cuando es mayor la compra le incluye el pago de transporte.

Por otra parte, aunque haya Mercal, Mercalito, etc. donde no siempre se consigue todo, en las pulperías, los pequeños abastos, así como las quincallerías, están completamente abastecidos y venden a costo total. Sin descuentos. Claro, hasta les fía a sus vecinos. Pero el dinero del humilde no le alcanza, no puede ahorrar.

Entonces, aquí la propuesta, sin tener que crear espacios nuevos, en farmacias y ferreterías, potenciando los Mercalitos y Mercales menores, y los abastos, que nuestra revolución compre al mayor, grandes cantidades y las distribuya allí, para igualar los precios, con descuentos, de los grandes empresas de farmacia, ferreterías, etc., que venden más económico por ese tipo de compras.

Acabemos con eso de que el más pendejo paga más caro.


edopasev@hotmail.com


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Eduardo Palacios Sevillano

Ingeniero Civil. Escritor y caricaturista. Productor radial y locutor. Miembro de la directiva de la Orquesta Sinfónica del Estado Anzoátegui. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana del Edo. Anzoátegui. Coordinador de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Anzoátegui.

 edopasev@hotmail.com

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