A plena luz del día, con premeditación, ventaja, de modo alevoso, y exhibiendo un cinismo sin límites, el gobernador del Estado Bolívar se ha apropiado indebidamente de las obras de arte que se exhiben o están en bóveda, en el Museo de Arte Moderno Jesús Soto. Por si fuera poco, se ha apropiado también de la edificación que le sirve de sede al museo, que es el último bien tangible que pariera la mente portentosa del maestro Carlos Raúl Villanueva.
Así es, hasta ahora, cometía el delito sin mayor escándalo, sólo haciendo alarde de fuerza bruta, como la mostrada el día jueves 30 de junio de 2011, cuando allanó el complejo cultural con más de veinte hombres armados que ingresaron sin ninguna orden judicial o administrativa que le diera fundamento a la barbarie desencadenada. Desde ese momento hasta hoy, han tratado de revestir la acción abrupta con decretos y resoluciones que no le dan ninguna juridicidad a sus fechorías, y lo único que hacen es poner en evidencia la ilegalidad del acto cometido y la comisión de un delito continuado que no debe quedar sin castigo.
Estamos celebrando por estos días con regocijo venezolano, los cuarenta años de creación del museo, el cual nació el 25 de agosto de 1973, pero la luz del festejo espiritual de Guayana la oscurece el vandalismo del gobernador y sus altos funcionarios que, hasta por los medios de comunicación y sin pena alguna, exhiben las obras como trofeos del delito cometido impunemente, hasta el momento. Las obras son del patrimonio de Cristóbal, de Isabel y de su familia, por voluntad de Jesús Soto, y también por su voluntad, son acervo perpetuo de la República Bolivariana de Venezuela y de Guayana.
Además, así lo quiso el Presidente Chávez, cuando finiquitó el relacionamiento del patrimonio de la familia Soto con la República, recibiendo el fisco una cantidad significativa de obras como pago o tributo al Estado que para entonces presidía. Todo esto está documentado, y todo esto, por ahora, ha sido manchado dolosamente por quienes manejan al Estado Bolívar como su hacienda particular. Esto se debe parar, pues de no fijarse límites, veremos subastar las obras de arte, como lo hacen los vaqueros tejanos cuando subastan los animales que engordan, vendiéndolos al mejor postor.
Nadie puede ignorar que lo que ocurre en el mundo del arte, ha estado aconteciendo en otros espacios. Es que acaso el gobernador pudo o puede estar apartado del saqueo a Ferrominera?. Puede haber alguien tan ingenuo como para pensar que este caballero no sabe de las deformaciones en la actividad sindical, la cual, con su ingerencia ha envilecido y cuyos dirigentes han sido perseguidos y criminalizados?. Cualquier persona común y corriente puede creer que el gobernador no sabe de los delitos que se controlan desde la cárcel por Guilmito?. Es que acaso alguien ha olvidado la traición al Presidente Chávez en aquel abril de 2002?. Y así, tantas y tantas noticias que diariamente llegan de la acción plutócrata y nepótica de encumbrados dirigentes del estado que lleva el nombre sagrado del Libertador.
Ante estos hechos, el llamado tiene que ser a los artistas plásticos, a los poetas, músicos, pintores, a los animadores de la danza, a los cultores populares y artesanos que tanto abundan en la República, para que, invocando la memoria de Jesús Soto, desagravien su nombre, cuyo mancillamiento han intentado de diferentes modos y maneras, los autores intelectuales, materiales, auxiliadores y quienes, por omisión, han permitido que actos lesivos al arte se hayan cometido.
Cuando circunstancias como éstas se plantean, es necesario nutrirse de los valores más excelsos del espíritu. Jesús Soto los resumió como nadie. Ese hombre humilde y sencillo que caminó las calles de Angostura cultivando la afición por la guitarra, el cuatro y los instrumentos de la Venezuela profunda, cultivó la solidaridad y el amor a la tierra de origen. Él, con su mente y manos prodigiosas hizo el milagro de que un guayanés conquistara el alma universal, y su legado merece, entonces, nuestro respaldo infinito. La historia enseña que siempre, tarde o temprano, el Dios de nuestros padres prevalece sobre los demonios que lo acechan.
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