Deprimida por cumplirse 6 meses de la desaparición de mi Comandante Chávez y por constatar una vez más que la especie humana es la más estúpida y destructiva que existe sobre la Tierra, hice un esfuerzo para asistir a una reunión las 8 de la mañana. Luego de un periódico, un crucigrama, un sudoku, una ida al baño y un poco más de tres horas conversando con compas de otros municipios, pasamos a una sala donde por fin descubrimos el propósito de la reunión: montar de inmediato un “operativo” interinstitucional para llevar a cabo en tres días una tarea que la entidad líder no ha realizado en años.
Si bien me deprimí aún más, la reunión tuvo la ventaja de inspirarme el tema para este artículo, dándome la posibilidad de no empantanarme en el hueco negro del más que probable ataque imperial a Siria. Me retiré discretamente y me senté a escribir.
“Operativo” es un adjetivo, no un sustantivo, y refiere la validez de un sujeto y su capacidad de funcionar o producir un resultado esperado. Sin embargo, en Venezuela la palabra sustantivada, utilizada originalmente por los cuerpos armados, ha pasado a formar parte del vocabulario cotidiano de los empleados públicos junto con “activarse” e “histórico” por lo que supongo que “activarse en un operativo histórico” debe ser burocráticamente orgásmico.
Existen varias instituciones públicas que han optado por montar operativos para prestar servicios que debieran ofrecer con regularidad. Es así que hay operativos de cedulación, de distribución de alimentos, de vacunación y otras actividades sanitarias, para la emisión del RIF, para el registro y actualización de datos electorales, para la venta de útiles escolares, para la incorporación de la población a las misiones, para la realización de censos, etc. etc. etc. Y, por si fuera poco, la operativitis se ha extendido al sector privado. Ahora los ciudadanos de a pie también tenemos que estar pendientes de los operativos para la venta de productos que aparecen “de repente” en abastos y supermercados.
¿Por qué los hacen? No lo sé. Supongo que, además de servirle a los organismos públicos para dar a conocer su trabajo y sus logros y a los privados para desprestigiar el gobierno, deben tener alguna otra ventaja – económica, funcional o política.
Visto que los operativos se han convertido en puntos de encuentro y hasta de divertimento, propongo que consideremos la posibilidad de montar dos adicionales: uno para la disposición y recolección de basura, a cargo de vecinos y funcionarios municipales y otro, para el cuidado y mantenimiento de las edificaciones públicas, a cargo quienes allí laboran. A ver si a través de trabajos de formación – acción logramos cambiar nuestra cultura y resolver definitivamente ambos problemas.
Eso sí, sin olvidar que tenemos PATRIA y que nos toca defenderla…