Como lo señalara Luis Brito el domingo “Una guerra no se gana pretendiendo que no existe, silenciando a quienes nos defienden ni tratando como aliado al adversario que nos ataca. La guerra que no se gana es la que no se pelea”.
Vivimos dentro del régimen capitalista y nuestro poderosísimos enemigos: las corporaciones y las potencias capitalistas encabezadas por los EEUU - saben muchísimo más de capitalismo y de enfrentamientos económico financieros que nosotros. Peleando con sus armas y sus reglas, no podremos ganarles una batalla y mucho menos la guerra.
El gran capital y sus peones nacionales han sabido aprovechar astutamente la fragilidad de nuestro aparato productivo ynuestra dependencia de las importaciones así como la ingenuidad, espero que no la avilantez, denuestro equipo económico. Han logrado mantener en vilo al Gobierno y a la población, han alimentado descaradamente el odio y el anticomunismo entre la oposición, han atacan eficazmente el estómago, los bolsillos y la psique de las bases populares de la revolución y han obligado al Gobierno a realizar esfuerzos titánicos para sostener las
Misiones y tratar de controlar los sabotajes contra el proceso.
Elemento central de esta guerra de desgaste es la batalla en torno al dólar, ganada hasta ahora por los enemigos, quienes no sólo han aprovechado lícita e ilícitamente un recurso que nos pertenece a todos los venezolanos, sino que lo han sobrevaluando hasta niveles absurdos,con miras a darle un golpe mortal al proceso de transformación del país.
Tenemos que entender que la continuidad del proceso en este momento no depende de las Misiones, insostenibles si seguimos por la misma vía, sino de un golpe de timón económico a serdiseñado por un gabinete ad hoc de emergencia que incorpore a nuevos actores, entre ellos a quienes estando con el proceso tienen serias observaciones contra las políticas monetaristas convencionales vigentes.
Si queremos defender el legado de Chávez, tenemos que dar un golpe de timón económico, empezando por cerrarle el chorro de divisas a los pequeños, grandes y gigantescos hampo dólares.
Caracas
