Indudables los numerosos obstáculos que “el proceso” ha tenido que sortear en estos años de luchas contra factores externos al igual que internos. Los peligros exógenos han sido derrotados o minimizados en diferentes frentes desde que en 2000-2001, curiosamente a raíz de una coyuntura habilitante, se inicia “el fin de la luna de miel” entre Chávez y sectores económicos y mediáticos.
El frente ético ha sido una constante en la lucha que Chávez avizoró cuando, en calidad de candidato presidencial (1998), planteó la necesarísima refundación ética de la nación. Cuenta de ello dan los planes de la nación al igual que diversos lineamientos estratégicos: “Activar una nueva estrategia integral y eficaz contra la corrupción” (Nuevo Mapa Estratégico, 2004); Moral y Luces, motor que persigue cambios en el ámbito de la información, la comunicación, la educación, la ciencia y la cultura (Motores Constituyentes, 2005). Remata con el objetivo nacional “Convocar y promover una nueva orientación ética, moral y espiritual de la sociedad, basada en los valores liberadores del socialismo”, (Programa de la Patria 2013-2019). Finalmente el metafórico Golpe de Timón (2012), que daría inicio inmediato al “nuevo ciclo”. Grito desesperado que demanda crítica, autocrítica para rectificar y multiplicar la eficiencia en la gestión de la transición al socialismo.
Imposible obviar la fractura política-emocional que produjo la muerte de Chávez en 2013, quien lograba vertebrar y liderizar la relación/confrontación en torno a su figura y al Socialismo Bolivariano Siglo XXI. Nuevas elecciones y nuevo presidente, Maduro, quien se acoge al Programa de la Patria y asume como cruzada los lineamientos de Golpe de Timón. Sorprende un “destape moral” que recibe inmediata respuesta del ejecutivo, a la espera de poderes habilitantes para, entre otros problemas, “profundizar, acelerar y dar la batalla a fondo por una nueva ética política”.
Mientras tanto se incurre en una acelerada “burocratización”, peligrosa tendencia a agregar más controles y reglas con tendencia adherirse a rígidos procedimientos y atención al mínimo detalle. Alcabalas que originan operaciones repetitivas, exceso de seguridad innecesaria, redundantes operaciones de prevención de errores; retrasos en toma de decisiones, incapacidad de adaptación a nuevas circunstancias y al cambio. En resumen, rigidez e inercia, fragmentación, personalismo e irracionalidad.