Mi compañero psuvista, diputado presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, anunció en rueda de prensa desde Maracaibo el traslado de 43 altos oficiales de la GNB desde los puestos fronterizos hacia otros destinos, porque supuestamente ya habían cumplido su ciclo en ese rol. Y sin que nadie se lo preguntara, se apresuró a informar que ninguno de ellos ha sido denunciado por hechos ilícitos en el cumplimiento de sus funciones. En los espacios destinados a comentarios sobre esa información en el diario Panorama, un lector responde que la represalia a una denuncia contra un funcionario uniformado sería tal, que “...al día siguiente amanecería con la boca llena de moscas...”. Sabemos lo que eso significa.
Claro que no hay que alborotar el avispero, nos pueden picar las avispas y éstas son, en este caso, los militares. Este asunto entendemos que hay que manejarlo con prudencia y por ende con bajo perfil.
Diputado Cabello: usted, yo y todo lector consuetudinario de la prensa nacional y de la página digital aporrea.org, sabemos que abundan informaciones relacionadas con la complicidad de un sector de la Guardia Nacional en las actividades del contrabando de extracción, hasta el punto de que esas notas no deben ser asumidas como denuncias, puesto que tales hechos han sido, hasta ahora, notorios, evidentes, a la luz pública de todos los ciudadanos de la zona fronteriza; por ejemplo, en El Cruce, punto de convergencia de las vías que conducen a Casigua El Cubo, El Guayabo y La Fría, Municipio Jesús María Semprún, casi que la única actividad laboral que se realiza es el contrabando de extracción: alimentos regulados, y no regulados de la cesta básica, productos de belleza, de limpieza, detergentes, toallas sanitarias, delicatesses, salsas, cerveza, lubricantes, y el más rentable de todos: el combustible, léase gasolina, fuel oil y diesel. Claro, los beneficios son estratosféricos, comparados con la dieta diaria de cualquier otra actividad. Caravanas de camionetas, camiones 350, carros particulares, taxis motomulas, bicicletas burros caballos, pasan indemnes la frontera por el Río Tarra y el Catatumbo ante la presencia impávida y cómplice de algunos funcionarios de la GNB. No sólo la economía venezolana se afecta, también el comercio regular de los colombianos.
De ese contubernio forman parte las “autoridades” de la zona: civiles, administrativas, militares y hasta clericales. Es un espacio de ilegalidad, donde se da el pleno empleo de criminalidad; todo el mundo: hombres, mujeres, niños manipulados por adultos, ancianos, obreros, técnicos, profesionales de diferentes especialidades está ocupado en el contrabando de extracción, calculándose en un 60% del total toda la mercancía que pasa al otro lado de la frontera desde el Estado Zulia.
La lucha para erradicar ese flagelo no será fácil, ya lo han dicho las autoridades nacionales y regionales; es mucho el billete que se mueve y cuantiosos los intereses y “peces gordos” involucrados, de aquí y de allá, paracos y narcos, y están armados hasta los dientes, de dinero y de armamento del más sofisticado, además de entrenados para matar. Sin el concurso organizado, sistemático, de la ciudadanía decente en combinación con las autoridades no contaminadas, el éxito será muy cuesta arriba.
No es difícil identificar a los capos. Basta una conversación seria, frontal, con la Alcaldesa Malpica o con cualesquiera de los concejales y ciudadanos limpios de ese municipio. Un viejo dicho expresa que: “no se ve la mano que roba sino la que gasta”. Solo hay que observar las camionetotas en que se desplazan ciertos individuos e investigar el origen del dinero conque se compraron esos vehículos de lujo para discernir acerca de la procedencia, lícita o ilícita, de ese bien. Como las autoridades tienen esa facultad háganlo si es que se atreven.
La lucha, creemos, ha empezado. Ahora a paso redoblado, sin pausa, primero al trote y luego alargando los pasos y el ritmo.