I. La coyuntura actual que nos preocupa
Hemos dicho en entrega anterior que es evidente que Venezuela carece de una política económica sólida, coherente, capaz de hacerle frente a los graves problemas estructurales y coyunturales de la economía nacional. El país hace aguas por los cuatro costados de sus variables económicas. 1) La Política Fiscal ha debido ser reformada a fondo cuando apenas se avizoraba que la Renta Petrolera, aún con el barril a 100US$ se hacía insuficiente para las crecientes necesidades y exigencias de la vida nacional. Hay que hacerlo y ya. 2) Que nuestra Política Industrial, con un parque ocioso en un 50%, con tecnología atrasada y con empresarios maulas cuya mayor vocación es la importación y el no arriesgar, necesita de nuevos cánones, de una protección a ultranza, de manera que sea capaz de generar sus propios insumos, producir para el país en primer lugar y, a la larga, ser capaz de exportar los excedentes no consumibles en la geografía nacional. Es impostergable, ya, una audaz toma de decisiones en este sentido. 3) La Política Agraria es nuestro gran cuello de botella; todo el apoyo e impulso que requiere y se le dé no será suficiente para satisfacer las necesidades del país en el corto plazo, digamos 3 a cinco años. Los esfuerzos para la siembra, cosecha y recolección, así como para la cría del ganado vacuno, caprino, porcino, piscícola, avícola…, requieren varios años de maduración para recoger sus frutos, ocho, diez, quince años. Todos los esfuerzos de la nación deben estar dirigidos a este gran objetivo. 4) Exactamente lo mismo que en el numeral número 2, es válido para la Política Agroindustrial, sólo que esta está supeditada a la producción agraria. 5) La Política Monetaria actual evidentemente es insostenible; la misma ha sido causante en gran medida del desastre inflacionario que confrontamos, que complementado con la desidia y complicidad del sector privado y una pésima conducción por parte del Estado, han disparado la inflación a niveles nunca visto antes en Venezuela. Hay que ir a la adopción de una política monetaria donde el factor cambiario en beneficio de todos, en una relación ganar-ganar, sea la ecuación a resolver. 6) Una Política Comercial que sincere las relaciones entre vendedores y compradores, donde la ganancia del productor, del industrial, del distribuidor, del mayorista y del detallista sean el reflejo de relaciones del bien común y el respeto a las normas legales establecidas. Las leyes no pueden seguir durmiendo en los anaqueles de los estantes, hay que aplicarlas en su sana medida. 7) Existe una Ley Anticorrupción. ¿Para qué si no se aplica? Y el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley del Cuerpo Nacional contra la Corrupción, ¿Para qué se sancionó? Un Estado con un Gobierno Débil no puede poner a marchar este país. Hay que rectificar, y ya.
Se necesita, entonces, actuar en consecuencia. Surge aquí una pregunta elemental: ¿serán capaces, en esta coyuntura, Ramón Lobo, Ministro de Economía, y Ricardo Sanguino, Presidente del Banco Central de Venezuela como cabezas de los equipos de técnicos y profesionales de esas instituciones del Estado, enderezar el rumbo torcido de esas dos naves y con ellas el de toda la economía nacional?. El diagnóstico está hecho, con claridad de los indicadores económicos y sociales disponibles. El BCV, los Ministerios y el Instituto Nacional de Estadísticas están obligados por la Constitución y las leyes a suministrar la información requerida.
II. ¿Lucha de clases en Venezuela?
Más allá de esa temática sin duda de fundamental importancia y que responden a retos coyunturales, otro aspecto no menos trascendental nos llama la atención. Es indudable que en Venezuela está planteada en este momento una lucha de clases. Sólo que, así como en 1863 el Tratado de Coche acabó con la Guerra Federal, donde Godos y Liberales se enfrentaron a cuchillo dejando miles de venezolanos tendidos en los campos de batalla, esta lucha fratricida nos muestra que hoy, precisamente hoy, el predominio de una clase social es definitivamente imposible. No están dadas las condiciones y mal podemos sobreponer las aspiraciones de una u otra clase a intereses subalternos por encima de los sagrados de la patria. El fin supremo de toda política es la inclusión social y política de las mayorías dominadas dentro del proyecto y los intereses de la minoría tradicionalmente dominante.
III. Izquierdismo y oligarquía. He allí el dilema
Ni el izquierdismo y mucho menos el liberalismo a ultranza definirán, al menos en el corto y el mediano plazo, las difíciles circunstancias por las que atravesamos. Aquél, como éste, tiene muchos matices. Quienes hemos militado en la izquierda venezolana y latinoamericana durante más de sesenta años, podemos afirmarlo sin estridencias. La impronta de Hugo Chávez marcó durante varios años un derrotero.
La democracia burguesa, con su cartabón de elecciones hechas a su medida, para alzarse con la vulgaridad de que hicieron gala a pocas horas del triunfo pírrico alcanzado el 6D-2015, contrasta con sus intemperancias cada vez que son derrotados en las urnas. Por eso hay que aplastarlos con los votos, de manera contundente. La derrota para la oposición venezolana no es sino el acicate para revolcarse con sus guarimbas, actos terroristas y guerras de IV y V generación. Cual discípulos aventajados de Gene Sharp, se conocen al dedillo todos y cada uno de los vericuetos de ese "prodigioso" manual. Yugoeslavia, Ucrania, Libia, saben de qué hablamos. Y también, por supuesto, los adelantados de Primero Justicia y Voluntad Popular.
Por eso nos extraña sobremanera el derrotero que ha asumido el gobierno de Maduro. Le estamos dando armas al "enemigo" dejándoles ganar espacios. Dejando de utilizar venezolanos de gran valía en puestos gubernamentales que son claves para enrumbar el sendero de la economía patria. Cada crítica que desoímos, cada autocrítica que dejamos de hacernos ante nuestros errores y omisiones, es caldo de cultivo para acrecentar las fortalezas del adversario. Nuestros aliados constituyen una de nuestras grandes fortalezas. Demos todo nuestro apoyo a esos camaradas. Fortalezcamos sus organizaciones, que es fortalecer nuestro movimiento, nuestro proceso bolivariano.
IV. Hacia dónde debe ir la economía política venezolana
Permítasenos tomar unas referencias de Mark Weisbrot, estadounidense de Chicago, economista, columnista y co-director de la Revista del Centro para la Economía y la Investigación Política en Washington, D.C. De acuerdo con los datos aportados por él, para los 116 países (desarrollados y en vías de desarrollo) de los que se tenía información, el PIB per capita creció a una tasa de 3,1 por ciento anual entre 1960 y 1980, mientras que sólo fue de 1,4 por ciento anual entre 1980 y 2000. Sólo en 15 de los 116 países de la muestra -13 de los 88 países en desarrollo- el índice de crecimiento fue mayor a 0,1 por ciento anual entre esos dos períodos.
En la opinión de Weisbrot et al, el PIB per capita creció 2,8 por ciento anual en los países latinoamericanos durante el período 1960-1980, mientras que se estancó entre 1980 y 1998 al crecer a 0,3 por ciento anual. El PIB per capita cayó en África subsahariana en 15 por ciento (o creció a una tasa de -0,8 por ciento anual) entre 1980 y 1998, cuando entre 1960 y 1980 se había elevado en 36 por ciento (a una tasa de 1,6 por ciento anual). Los datos de las ex economías comunistas (las "economías de transición") –con la excepción de China y de Vietnam, países que no siguieron las recomendaciones neoliberales- son incluso aún más patéticos. Stiglitz señala que en las 19 economías de transición de la Europa del Este y en la ex Unión Soviética sólo el PIB polaco de 1997 resultó superior al de 1989, año en que empezó la transición. En los restantes 18 países el PIB per capita en 1997 era menor en 40 por ciento al de 1989 en cuatro países (Georgia, Azerbaiyán, Moldavia y Ucrania). En sólo cinco de éstos el PIB per capita de 1997 era superior a 80 por ciento del nivel de 1989 (Rumania, Uzbekistán, República Checa, Hungría y Eslovaquia (Chang: 201-203).
Esa muestra es suficientemente demostrativa para indicarnos por dónde no debemos ir, porque se tiene una aparente "paradoja" (si es que uno comulga con el pensamiento neoliberal). Todos los países, pero especialmente los países en desarrollo, crecieron mucho más rápidamente cuando aplicaron "malas políticas" durante el período 1960-1980 que cuando aplicaron las "buenas políticas" durante las dos décadas siguientes. La respuesta obvia a esta paradoja consiste en aceptar que las políticas supuestamente "buenas" son de hecho no benéficas para los países en desarrollo y que las "malas" políticas tienen posibilidades de ayudarles positivamente si se aplican con eficacia. Ahora bien, lo interesante es que estas "malas" políticas son básicamente aquellas que los actuales países desarrollados (APD) pusieron en práctica cuando ellos mismos eran aún países en vías de desarrollo. Llegados a este punto, sólo podemos concluir que, al recomendar las supuestas "buenas" políticas, los APD están en efecto "pateando la escalera" por la que subieron para alcanzar la cima (Chang, 2011: 201-202).
NOTA: Ha-Joon Chang, nació en Seúl, Corea del Sur el 7 de octubre de1963 (53 años); es uno de los economistas heterodoxos más destacados del mundo, especializado en la economía del desarrollo. Trabaja dentro del paradigma de la nueva economía institucional. Ha recibido las influencias de Joseph Stiglitz, John Maynard Keynes, Amartya Sen, entre otros.
Algunas de sus obras más laureadas son las siguientes: 1) La economía política de la política industrial, 1994). 2) Derechos de propiedad intelectual y desarrollo económico: lecciones históricas y cuestiones emergentes (folleto, 2001). 3) ¿Quién se beneficia del nuevo régimen internacional de derechos de propiedad intelectual ?: ¿y qué debería hacer África? (Folleto, 2001). 4) Joseph Stiglitz y el Banco Mundial: el rebelde dentro de las fauces del imperialismo (colección de discursos de Stiglitz, 2001). 5) Kicking Away the Ladder (Pateando la escalera): Estrategia de desarrollo en perspectiva histórica (2002). 6) Globalización, desarrollo económico y papel del Estado (colección de ensayos, s/f). 7) Reestructuración de Corea Inc. (con Jang-Sup Shin). 8) Recuperar el desarrollo: un manual de política económica alternativo (con Ilene Grabel, 2004)