I. Entre 1960 y 1998, el sector industrial venezolano sólo creció 6% como componente del PIB. En 38 años crecimos 0,157% interanual promedio
Quiero insistir en el tema de la entrega anterior, en referencia a la afirmación de que en materia de industrialización, nunca la situación de la industria venezolana ha sido buena, nunca, jamás. Ni buena, ni nacional. Decíamos que entre 1950 y 1960, el sector manufacturero o industrial, exceptuando la petrolera creció, como componente del PIB, 5 por ciento, al pasar de 6 por ciento a 11 por ciento del PIB, un crecimiento interanual promedio de 0,5 por ciento; entre 1960 y 1988 creció 7 por ciento, al pasar de 11 por ciento a 18 por ciento como componente en la estructura del PIB, un crecimiento de 0,388 interanual promedio en esos 18 años. En los 10 años transcurridos entre 1988 y 1998, el producto del sector industrial cayó 1 por ciento (-1%), una caída interanual promedio de 0,1 por ciento (-0,1%). Un verdadero desperdicio, un “crimen de lesa patria”, porque los “empresarios” venezolanos recibieron más aportes de capital financiero para sus empresas, que la suma de más de veinte países juntos de América Latina y el Caribe, gracias al maná milagroso del ingreso petrolero.
Al concluir 1998, el parque industrial venezolano estaba ocioso en un 70 por ciento, por lo que sólo estaba activo el 30 por ciento de ese parque. Cuando se habla de que el parque industrial venezolano fue destruido en los últimos años, se hace referencia a que, debido a las expropiaciones ejecutadas por el Presidente Chávez, aunque fue afectado directamente menos del 3 por ciento de ese parque industrial en actividad; el parque afectado se multiplicó por decisión voluntaria de los “empresarios”, en protesta por las expropiaciones a quienes tenían ociosa la mayor parte de su capacidad instalada;lo que queremos decir, en realidad, es que lo que se expropió fue una muy pequeña proporción dela capacidad instalada ociosa en un 70 por ciento; fueron los“empresarios maulas”, desdoblados en politiqueros, quienes terminaron desperdiciando el 30% de la capacidad instalada que estaba activa. Pese a todo, desperdiciaron el vendaval de recursos recibidos entre 2005 y 2013 que superó todo lo recibido por esos “empresarios” entre 1959 y 1998. Aunque a buen resguardo tienen un inmenso caudal de ellos en los “paraísos fiscales”.
Antepongo a todo lo anterior algo que de pronto sorprenderá a muchos: nunca como antes, y hablamos desde 1920 hasta el día de hoy, hemos tenido un potencial industrial tan rico, tan enormemente disponible para iniciar una carrera hacia el desarrollo industrial sostenido como el que anhelamos. Me refiero a la capacidad instalada. Y a la tecnología en recurso humano disponible. Y por supuesto que a las grandes posibilidades que nos presentan las inmensas, incalculables riquezas materiales en forma de minerales metálicos y no metálicos, a los millones de hectáreas que esperan por su explotación racional, dirigida, planificada y diversificada. Y como siempre hay un pero, el mismo está representado por la carencia de verdaderos empresarios, de hombres que han desperdiciado su tiempo y los recursos disponibles. El empresario venezolano existente, el tradicional, es maula, no quiere a su país, más allá de la pasión con que rechazan la conducción política actual.
II. ¿Cuál es la situación de nuestra Economía Política?
Trataremos de apoyarnos en lo posible en el economista venezolano Asdrúbal Baptista quien, en sus reiterados estudios sobre el tema, nos ilustra con sobrada suficiencia. No está demás señalar que, dada la precariedad de la evolución de la economía venezolana, es relativamente poco lo que hemos aprehendido del desarrollo de la Economía Política en sus más de tres siglos de desarrollo sostenido. De allí las debilidades y carencias que afrontamos. Esto hay que explicarlo, por supuesto que muy someramente dadas las limitaciones de espacio. Empezaremos por señalar los importantes aportes de algunos venezolanos que, con su pensamiento desde los importantes cargos públicos desempeñados, y más recientemente desde la academia, insuflaron algunas ideas que se concretaron en logros en algún momento de nuestra historia, enriqueciendo sustancialmente el pensamiento económico venezolano. A esto hay que agregar laimportancia que tuvo el hecho de que durante los primeros 35 años del siglo XX, se logró al fin centralizar la autoridad del gobierno nacional.
En efecto, desde la academia venezolana, se llegó a informar un aspecto teórico de gran trascendencia, al buscar las causas que explican el estado de atraso de los países latinoamericanos en lo general, y de Venezuela, en lo particular, explicado en que el orden internacionalse fundamenta, en lo económico, en la transferencia de excedentedesde la periferia, cuya organización social originaria había sido desarticuladapara hacer posible tal transferencia, hacia el centro industrial que,gracias a esta transferencia, acelera su proceso de acumulación. Así, porlo menos, lo comprendieron los teóricos del deterioro de los términos deintercambio de orientación neoclásica-keynesiana y los teóricos de ladependencia, de orientación clásica y marxista.
Enzo Del Búfalo nos ilustra en ese sentido al afirmar que estos últimos, en especial,llegaron incluso a afirmar que esta extracción de excedente era elorigen mismo del subdesarrollo, el cual, por lo tanto, no debía entenderse como simple atraso, sino como el complemento necesario e inevitabledel desarrollo. De ahí que, consecuentes con este diagnóstico, propusieranque uno de los aspectos que había que afrontar para superar el subdesarrollo era parar la transferenciade excedente hacia el centro, separando la periferia del ordeneconómico mundial y sintetizaron su propuesta en la consigna: socialismo o barbarie.
Esa fórmula es incompatible con las “buenas políticas” recomendadas por los actuales países desarrollados (APD). Ellos quieren que los excedentes generados por el trabajo de los venezolanos, y de los latinoamericanos, se siga transfiriendo hacia las arcas ya “ahítas” de sus cuentas bancarias. Los “tigres asiáticos” y China, y los “nuevos dragones”, han superado las barreras del desarrollo siguiendo “malas prácticas”, según los APD.
III. Los países desarrollados nos estafan con sus “modelos para el desarrollo”
Hoy el panorama está más claro, los países actualmente desarrollados, que ya lo son desde hace más de un siglo, algunos desde hace más de siglo y medio, insisten en recomendar a los países en vías de desarrollo fórmulas económicas e institucionales que jamás aplicaron cuando estaban en el mismo nivel que nosotros nos encontramos hoy día. Al entender esto interpretamos que debemos, que estamos obligados al diseño por nosotros mismos de nuestra Economía Política, de elaborarla, entenderla, practicarla, para desde allí desarrollar nuestras Políticas Públicas propias, autónomas. Es así como podemos elaborar una genuina Política Económica que oriente las inversiones hacia las necesidades de carácter industrial, comercial, tecnológica e institucional, porque el progreso técnico, tal como en ello insiste el maestro Néstor Castro Barrios, es el combustible que insufla la energía necesaria para el crecimiento técnico y el desarrollo sostenido.
Es una verdad del tamaño del Waraira Repano que no podemos confiar ni un pedacito así en las instituciones multilaterales que, como el FMI, el BM, la OMC y otros organismos creados y gobernados por el gran capital, insisten en inocularnos sus recetas, sus “buenas políticas”.