La noticia noticiosa como diría un famoso humorista español del día es: Se ha instalado el Estado Mayor de Abastecimiento, ósea.
El Estado Mayor está integrado por funcionarios que son campeones mundiales en ineficiencia en el tema del abastecimiento y si tuvieran un mínimo de vergüenza, no deberían haber aceptado esas designaciones por ser parte del desabastecimiento que vive nuestra patria. Estos señores son los que tarde a tarde en la precampaña electoral de las municipales del 8-D salían por las pantallas de VTV mintiéndole al pueblo venezolano asegurando que los inventarios estaban garantizados para enero de 2014 y la realidad ha sido todo lo contrario.
¿Quiénes lo integran? Los ministros para Agricultura y Tierras, Yván Gil; para la Alimentación, Félix Osorio; para Industrias, Wilmer Barrientos; y para la Economía, Finanzas y Banca Pública, Rodolfo Marco Torres, así como por la superintendente nacional para la Defensa de los Derechos Socio Económicos, Andreína Tarazón. Ustedes me dirán ¿si estos señores, con la excepción de la joven Andreína Tarazón, no constituyen un museo arqueológico de ineficiencia anquilosado en los tentáculos gubernamentales? Ahora resulta que desde una cómoda oficina, estos señores van a elaborar las políticas tendentes a eliminar este terrible problema y para ello tendrá ese Estado Mayor como misión, atender el abastecimiento, las importaciones y la producción nacional, dice la reseña periodística. ¡Que vaina tan demagógica!
Señores, aquí no se trata de hablar a futuro, de elaborar planes, no. Aquí se debe salir a gobernar tal cual nos prometieron: en la calle y no desde oficinas gubernamentales. Aquí se trata, que ante una guerra económica declarada por la derecha venezolana hacia nuestra economía, hay que actuar en consecuencia, y para actuar en consecuencia, en una guerra, se echa el ejército a la calle, se despliega la defensa del Estado Venezolano hacia la frontera que es por donde se nos está desangrando la patria y se barre al enemigo. En la guerra, se frena al enemigo con contundencia, se reduce con artillería pesada y no con estúpidas reuniones de conciliábulos en frías oficinas gubernamentales, porque en tanto, nuestra propia Guardia Nacional Bolivariana, para vergüenza del venezolano, se está prestando para el saqueo sin que el Estado haga nada para enfrentarla, para reducirla; reducirla también como enemiga de la patria, como ejército mercenario responsable y determinante del problema del contrabando de extracción que está llevando al despeñadero nuestra economía y a la patria. Si bien es cierto que el chorro petrolero es lo suficientemente grande para traer alimentos importados por un puerto desde otro país que después se van por una frontera bajo el auspicio de las autoridades militares a alimentar a otra nación vecina, también es cierto que ese acto constituye el más alto grado de traición a la patria que un soldado pueda hacer, traición esta que en tiempos pretéritos nuestros próceres de la independencia lo hubiesen signado con un consejo de guerra y luego de juzgado, los hubiesen pasado por las armas enfrentando un pelotón de fusilamiento.
Es menester decir al Estado Mayor de la alimentación designado, que mientras su reunión transcurría en una oficina climatizada, este ciudadano, camino a su trabajo, contemplaba en el trayecto largas colas de venezolanos apostados a las afueras de los supermercados bajo el inclemente sol marabino; unos bachaqueando, pero otros, especialmente dignas madres venezolanas, tratando de conseguir alimentos para sus hijos.
La Venezuela de Hugo Chávez merece mejores funcionarios que estos y un mejor destino también.
¡El que tenga oídos, que oiga!