(El Gobierno Bolivariano lo ha hecho mejor, pero no es suficiente)
La memoria estadística es uno de los más valiosos recursos de los economistas, actuarios, matemáticos y profesionales y técnicos de variadas disciplinas para sus análisis; insistir en ello nunca es suficiente. Las series estadísticas muestran datos matemáticos, económicos en años y/o períodos sucesivos, y en el lenguaje de los economistas se denominan indicadores micro y macroeconómicos. También, como complemento, se manejan en el lenguaje de los investigadores sociales, los términos indicadores sociales.
Hoy queremos insistir en el comportamiento de la devaluación del bolívar y la inflación, dos fenómenos económicos de trascendental importancia y de innegable interés, ya que los mismos preocupan a todos los venezolanos. Para ello acudimos a la información estadística que permanentemente nos suministra el BCV, a la cual todos tenemos acceso. Dilucidemos primero el concepto económico de cada una de estas expresiones.
De acuerdo al Banco Central de Venezuela, la devaluación de una moneda consiste en la decisión, por parte de la autoridad monetaria, de la reducción del valor de la moneda nacional (el bolívar) respecto del valor de las monedas extranjeras. Se manifiesta como un aumento en el tipo de cambio nominal, es decir se requiere mayor cantidad de unidades monetarias nacionales (bolívares) para una misma cantidad de moneda extranjera.
La inflación, por su parte, es definida como el alza sostenida de los niveles promedios de precios, simples o ponderados de bienes o servicios individuales o colectivos vigentes durante un período y espacio determinados (años, semestres, trimestres, meses, semanas), cálculos que son realizados por órganos e instituciones públicas (BCV e INE) y privados (generalmente universidades y encuestadoras), recabando la información necesaria mediante muestras a lo largo y ancho de todo el territorio nacional de un período a otro; de esta manera, se pueden obtener índices de inflación en una semana, un mes, un trimestre, un semestre, un año, etc.). Cuando sucede lo contrario, o sea menor a cero (<0,0) entonces el fenómeno se llama deflación, como ocurrió en Venezuela en los años 1953 (1,7), 1955 (0,8%) y 1962 (0,8%). Los tres índices más altos de inflación en nuestro país se registraron en los años 1996 (103,2%), 1989 (81,0%) y 1994 (70,8%).
En Venezuela, los estudios sobre la inflación son relativamente recientes. Hasta la década de 1960 se mantuvo en un dígito; es a partir de la década de 1970 cuando la tasa de inflación registra valores de dos dígitos, los cuales se asientan en la estructura económica con marcada persistencia a partir del año 1986 con 12,7, y siguientes, con 40,3; 35,5; 81,0 en 1987, 1988 y 1989, respectivamente. Durante las décadas de 1950 y 1960 la inflación promedió 1,1% y 1,3 %, tasas estas que fueron sustancialmente menores que las registradas por los principales países industrializados.
En cuanto a las características que rodean a la devaluación del bolívar, lo que también se conoce como el tipo de cambio, y su relación con el control de cambio, vale decir que son fenómenos sui géneris en economías rentistas o rentísticas como la venezolana. Tan es así que, tanto en gobiernos con orientación marcadamente capitalista, como el que prevaleció entre nosotros desde 1959 hasta 1998, como el vigente a partir de 1999, los desajustes y/o anomalías en la paridad cambiaria y en la inflación, acusan marcados desequilibrios.
Esta situación merece otra explicación. Luego de la aparición de la riqueza petrolera en nuestro país, el comportamiento de su economía ha pasado por una deformación estructural inocultable, por lo que debemos decir, en aras de la verdad, que los cambios estructurales que necesita Venezuela para enrumbar su economía, no puede ser, ni queremos que sea en strictu sensu, la propuesta por los 48 notables economistas en un documento de reciente data, todos ellos en la cuadratura neo o liberal, en razón de que ninguna responsabilidad atribuyen a la burguesía empresarial, la misma que abandonó irresponsablemente el camino de la industrialización que traía Venezuela hasta inicios de la década de 1980. Como señala Luis Xavier Grisanti (2007): El PIB industrial había mostrado un espectacular incremento de 1.400%, al pasar de 1% en 1949 a 12,9% en 1958 y al 15,2% del producto nacional en 1964, al amparo del modelo de sustitución de importaciones iniciado en Venezuela en 1959, manteniendo índices de crecimiento que la llevaron a 18% en 1976 (sic) (Luis Xavier Grisanti, 2007)[i]. Para 1998, ese índice había bajado a menos del 8%. Esa deformación estructural, con una producción industrial manufacturera y agroindustrial en franco deterioro, con un empresariado maula, parasitario, porque que se dedicó a vivir del erario público y de las importaciones, y embarcado en una aventura desestabilizadora imprudente, ha tenido su cuota parte de responsabilidad en la situación de deterioro actual del aparato productivo venezolano.
Algunas verdades se muestran en el cuadro siguiente:
Recorrido histórico de la devaluación del bolívar y la inflación en Venezuela
Período |
Presidente |
Variación Bs. |
Porcentaje (%) |
Promedio Inflación acumulada (%) |
02.02.1984 02.02.1989 |
Jaime Lusinchi |
7,50 38,63 |
415,07 |
42,63 |
02.02.89 21.05.1993 |
Carlos Andrés Pérez |
38,63 87,60 |
126,77 |
|
05.06.93 02.02.1994 |
Ramón J. Velásquez |
87,60 111,48 |
24,00 |
|
02.02.94 02.02.1999 |
Rafael Caldera |
111,48 573,88 |
414,78 |
|
02.02.99 02.02.2007 |
Hugo Chávez I |
573,88 2150 |
274,64 |
24,11 |
02.02.2007 05.03.2013 |
Hugo Chávez II |
2150 6300 |
193,02 |
|
05.03.2013 23.02.2014 |
Nicolás Maduro |
6300 9000* |
42,86 |
*Promedio ponderado de las tasas 6,30 Bs/$ y 11,70 Bs/$
Fuente: Cordero, Yaskira y Torrealba Víctor (2013), Cronología de la devaluación en Venezuela
BCV. Cálculos propios.
Del análisis del cuadro anterior se desprende que, en los 15 años transcurridos entre 1983, año de la primera gran devaluación del bolívar y el 2 febrero de 1999, cuando Hugo Chávez asumió la presidencia de la República, la devaluación de nuestro signo monetario alcanzó los trece mil doscientos cuarenta y seis con cuatro centésimas (13.246,04%), mientras que la devaluación acumulada en los 15 años del período presidencial de Chávez y Maduro hasta el 23 de febrero de 2014, sólo alcanzó un mil cuatrocientos sesenta y ocho, con veintisiete centésimas (1.468,27%), una diferencia tan abismal, que parece increíble a la luz del comportamiento de determinados sectores manifestados en los últimos acontecimientos que ha vivido la República.
Durante todos los periodos presidenciales siguientes se llevaron a la práctica diversos modelos de cambios mixtos como: minidevaluaciones, maxidevaluaciones, sistemas de bandas; cambios diferenciales, duales y triples; control cambiario sumado a la restricción en la adquisición de divisas.
Y si lo anterior no fuese suficiente, debe agregarse que, con respecto a la inflación, que marcha estrechamente aparejada a la devaluación del signo monetario, la misma promedió en los 15 años transcurridos entre 1983 y febrero de 1999, 42,63%, mientras que en los 15 años del gobierno bolivariano, 24,11%, una diferencia bastante marcada.
Además, los indicadores sociales que muestra Venezuela luego de los últimos quince años -1999-2013- son los mejores de Latinoamérica, con resultados reconocidos por los organismos internacionales en los ámbitos de la educación, la salud, ingreso por habitante, distribución del ingreso, niveles de bienestar, política habitacional, seguridad social con atención preferencial para los sectores históricamente excluidos, políticas de créditos para todos los sectores, por lo que tenemos que concluir que hace falta, se hace necesario, un análisis complementario que responda a la siguiente interrogante: Qué factores concurren para la explosión social inducida que un reducidísimo sector de la población ha generado, con saldo de decenas de muertos y centenares de heridos de manera directa e indirecta?
Una nota adicional que creemos pertinente tiene que ver con la banca. Un banco se define como una institución cuyas principales operaciones consisten en recibir depósitos del público y otorgar préstamos. En Venezuela, en conformidad con la ley que los regula, los bancos tienen la capacidad de estimular y recolectar el ahorro de la sociedad para distribuirlo entre las empresas y los sectores que necesitan capital como insumo para sus actividades económicas. Mediante este proceso, el sector bancario puede determinar y alterar la trayectoria del progreso económico, sobre todo en países como el nuestro que no cuentan con fuentes alternativas de financiamiento como, por ejemplo, los mercados de capitales desarrollados. La función de los bancos también abarca la distribución del crédito. Al ofrecer servicios de sistemas de pagos y proteger los depósitos, como lo garantiza Fogade, los bancos pueden convertirse en la piedra angular de la prosperidad económica. En Venezuela, lamentablemente, han eludido, secularmente, las reglas y han incurrido en delitos prosecutivos.
Hay que nacionalizar la banca para ponerle freno a la secular política de los bancos de aceptar formalmente las regulaciones que emanan del Banco Central de Venezuela y, en los hechos, ser los artífices de la pretensión de desmoronar la economía que, en buena medida, y es evidente, padecemos en determinados sectores, mientras el sistema bancario obtiene las mayores ganancias de la economía venezolana, merced de una política dual y en connivencia y complicidad con el sector empresarial usurero, especulativo, improductivo y golpista fedecameralista del cual forman parte.
Qué es lo que explica el extraño fenómeno de la gigantesca fuga de divisas con corrupción de por medio, el acaparamiento, el contrabando desmedido, el desabastecimiento, la especulación? Nosotros creemos que la explicación va más allá de la necesidad de importar lo que no se produce ni se manufactura en el país. Esperamos que los resultados de la Primera Gran Conferencia por la Paz nos den las respuestas que esperamos.
[1] Tesorero de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia
[i] Luis Xavier Grisanti, 2007, Manuel R. Egaña, Biblioteca biográfica venezolana. Ediciones El Nacional-BanCaribe. Caracas.
Economista