1.Ramírez bateó bombitas
Seguí con mucha atención la entrevista que le hiciera José Vicente Rangel a Rafael Ramírez, en su programa dominical. Y juro que quedé asombrado de la complacencia del entrevistador con quien fue el hombre duro y de mayor poder en el gabinete de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. En primer lugar, el periodista le dijo que él (Ramírez) no era un burócrata. Caracoles, JV, entonces, ¿quién es un burócrata, entonces? Rafael Ramírez fue y sigue siendo uno de los más encopetados burócratas del proceso revolucionario. Ayer, conducido por Chávez, hoy, dirigido por Nicolás Maduro.
En segundo lugar, le preguntó tímidamente, a cerca de la intervención, por parte del Ejecutivo Nacional, de la Dirección General de Mercadeo Nacional de Petróleos de Venezuela. A lo que respondió que esa intervención era parte de la guerra contra el contrabando. Y punto. No hubo repregunta. Yo le hubiese inquirido sobre el por qué esa olla no se destapó antes de que abandonara el súper cargo que tenía. Tan poco le preguntó sobre las medidas que el propio Ramírez había anunciado al país, cuando era súper poderoso, como lo es el aumento de la gasolina y la unificación cambiaria. ¿Por qué las metieron en el congelador? ¿A qué obedeció su salida? Respondió que era parte de los movimientos ajedrecísticos que exige la nueva etapa de la revolución. ¿Esa es la mera verdad? Tengo mis dudas. El resto de la entrevista se la llevó el “más de lo mismo”.
2. ¿Habrá otras ollas podridas en Pdvsa?
Pienso (siempre pensando mal), que la salida de Rafael Ramírez, tuvo que ver con la olla roja, rojita que ya estaba al descubierto. Y para salvar su nombre, Maduro lo trasladó a la cancillería. ¿Usted qué piensa? ¿Es posible que se destapen otras ollas? Es posible. Una empresa como PDVSA donde se maneja tanto real. Donde existen diversos ramales en todo el país, y hasta en el exterior, todo, es posible. Todo es posible en este mundo del dinero fácil y la complacencia. Allí, en Petróleos de Venezuela existe un imán que todo lo atrae. Sobre todo la corrupción. Ya hemos perdido la capacidad de asombro en este país. Eso está malo. Muy malo… Chao. ¡Volveré!