Un ciudadano descontento es un potencial voto menos para la Revolución

La guerra económica que sufre Venezuela en las áreas de alimentos, medicinas, descartables, aunado a los recurrentes saboteos en los servicios (electricidad), gasolina, espiral inflacionaria, malos tratos en oficinas gubernamentales, etcétera, toda esta gama de entuertos inducidos por la contrarrevolución externa, interna y enquistada dentro del mismo gobierno, hace peligrar el apoyo por ahora irrestricto de sectores que comienzan a sentir desasosiego y baja autoestima. Largas colas para comprar detergentes, para adquirir pañales, productos de higiene personal, son caldo de cultivo para fomentar el voto castigo en contra de la revolución. No hay duda que existe una guerra económica parecida al lockout patronal del 2002-2003. Las empresas solo producen lo necesario e inclusive, ya algunas han comenzado a dar vacaciones adelantadas. Todo esto más el contrabando de extracción coloca en aprietos al gobierno para los comicios electorales de diciembre 2015.
La guerra económica (GE) conlleva a la población a una economía de guerra (EG). Estos términos no son contradictorios entre sí. Uno (GE), conduce directamente a la EG.

Indudablemente la EG es la que perjudica directamente al ciudadano de a pie. El gobierno revolucionario ha hecho todo lo que a su alcance tiene para combatirla, pero pareciera que no es suficiente. El seguimiento de la modificación de precios ocurridos en los diferentes procesos debe ser evaluado constantemente. Como sabemos, el fabricante o importador coloca un código de barra que contiene un precio, después el expendedor final remarca un nuevo precio, que es el que llega al consumidor final, he aquí donde se presenta la especulación. La posibilidad de que sea el fabricante quien coloque el precio definitivo es una buena solución. Hemos visto productos que sus precios al alza varían en espacios de tres días. Estos nuevos precios fueron modificados por los expendedores, que usan una maquila para estos fines de remarcaje. Aquí también deberían de colocar la lupa, ya quienes trabajan en la maquila siempre son explotados, sin seguridad social y con un salario ínfimo, y casi siempre ese trabajo se hace en horas nocturnas.

No se puede descuidar al fabricante, este también utiliza la maquila para modificar el precio final, utiliza stikers (etiquetas) para ocultar el precio justo y colocar el nuevo precio. La superintendencia de precios justos debe exigirle al fabricante que el precio venga impreso en el estuche, que por ningún motivo se utilice stikers o etiquetas.

La lucha contra la especulación que es uno de los factores de la espiral inflacionaria debe ser constante. La fabricas u empresas productoras deben ser visitadas, y evaluar su capacidad productiva, a qué nivel de producción está trabajando, si necesita materia prima, si hay que aumentar el número de trabajadores, con cuantas maquinarias cuenta o están operativas, falta de repuestos etcétera. La variable productividad también debe ser inspeccionada. Como sabemos, la GE la están aplicando con mayor énfasis desde el año 2010, los industriales se ocultan a través del artificio de la escasez de divisas, pero estás han sido otorgadas y no se ha visto la producción esperada.

La labor de Andrés Eloy Méndez es titánica. La ciudadanía en pleno debe apoyarlo. Recordemos que un ciudadano consciente y que haga respetar sus derechos es la mejor arma contra la especulación.

Llego la hora… Venceremos¡¡¡




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Pedro Patiño

Químico, Investigador de Asuntos Económicos e Históricos, Analista Político, Eco socialista y Bolivariano.

 pedro2.patino@gmail.com      @pjph

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