Si existiera una encuesta o una medición al respecto de lo que afirmo…
Dicho suceso se convertiría en imbatible frente a todas las redes sociales juntas…
La vista de todos nosotros los venezolanos, tal vez por un extraño instinto de supervivencia, miramos y miramos, a todo transeúnte que ose caminar con bolsas del mercado en sus manos, en cualquier parte de nuestro suelo amado.
Pero como dicen las matronas y las doñas: “No hay mal que por bien no venga”…
Las personas maduras, como también los de la tercera edad (por dicha causa), les regresó la alegría…
¡Claro que sí!
Un aire de juventud los acaricia nuevamente…
Seguramente que los que leen este mamarracho pensaran:
¿Qué carajo es lo que dice este loco?
Lean y piensen si no tengo razón…
Hoy día, como que los más o menos mayores y hasta los de la tercera edad, se han vuelto más activos…
Muchos se la pasan caminando los bulevares de Caracas de un lado al otro, con una bolsa de mercado en cada mano, pensando que tal vez los del sexo opuesto los miran a ellos y la sonrisa casi olvidada en ellos, regresa nuevamente…
¿Quién puede tener el coraje de ahuyentarles la alegría, al confesarles que no es a ellos lo que miran, sino la valiosa mercancía que cargan en sus brazos?…
Y si se les arrima una buena moza con apuros de pañales, las mismas a manera de piropo les dice, donde consiguieron esos pañales para sus hijos o sobrinos, obviando lo que seguramente será para sus “nietos”…
Y un abuelo emperifollado a manera de devolver dicha elegancia, les regala la exquisita reverencia de darles con lujo de detalles, donde encontró aquellas “pepitas de oro”, mientras algunos que recuerdan al “Caballo viejo” de Don Simón, hasta comparten su tesoro a manera de solidaridad, mientras una rara fantasía les llega a su mente, que les regala el embrujo de sentir que la perdida juventud tal vez regresa nuevamente…
Lo que a manera de bálsamo…
Transformo un supuesto mal humor, en extrañas peleas entre las doñas y los señores en sus hogares, por aquello de a quien le tocaba ir a hacer la cola para los alimentos cada día…
¿Y saben por qué?
Por qué ahora, por ese extraño suceso que les toca vivir…
¡¡Los dos quieren ir!!
Pero lo que no saben ustedes… es que quieren ir…
¡¡Cada cual por su lado!!
Porque gracias a esta locura que estamos viviendo…
La brisa de una extraña primavera, los acaricia nuevamente…
¿No me creen?
Dense un paseíto a manera de saber si es así o no es así…
Donde también comprobaran, que los únicos que no miran las bolsas de los mercados, son los cieguitos…
Decía siempre mi abuelita: “Al mal tiempo, buena cara”