El periodista José Vicente Rangel en su programa del domingo 19 de abril último, en términos muy claros y precisos, formuló en sus confidenciales esta pregunta que nos las hacemos millones de venezolanos todos los días y no encontramos que alguien nos las responda (palabras más, palabras menos): ¿Qué ocurre que se entregan millones de dólares preferenciales para la importación de alimentos y a éstos se les aumentan sus precios de manera escandalosas todos los días y lo que llama la atención -agrega- es que no hay en la calle fiscales que impidan que ello ocurra, pues desde hace varias semanas estamos observando que brillan por su ausencia?
Menos mal que un personaje como el Dr. Rangel haya decidido referirse a este tema en los términos como lo hizo, pues a su contundente reclamo no creemos que el Gobierno deje de prestarle la debida atención, pues él ha sido un factor de lucha de primera línea en defensa de la Revolución, tal como y como no deja ocasión alguna para reconocerlo el propio Presidente Maduro (antes lo hizo ene veces el Presidente Chávez), por lo que esperamos que más pronto que tarde se produzca una respuesta bien puntual sobre tan importante inquietud, que nos tiene a todos los venezolanos pasando las de Caín…
Efectivamente, el Dr. Rangel ha observado a lo que cada venezolano y me refiero a la gran mayoría del pueblo que percibe muy modestos ingresos, tiene que enfrentarse para estirar los cuatro churupos que gana para poder llevar el alimento para su familia. Son realmente escandalosos los precios de cualquier alimento y no solamente en los abastos del gran capital, sino en las cadenas de supermercados del mismo Estado que nos dejan estupefactos y que cuando reclamamos a sus respectivos gerentes, como efectivamente lo hemos hecho en varias ocasiones, se nos responde, por cierto siempre con mucha amabilidad, que ellos nada tienen que ver en el marcaje de los precios, pues ya vienen estipulados por el Ministerio de Alimentación. Igualmente, el Dr. Rangel ha tomado nota que el proceso de fiscalización que con un entusiasmo nunca antes visto se llevó a cabo los últimos meses de pasado año (desde agosto, para ser precisos)* y los tres primeros del presente, ya se paralizó, pues ya tenemos varias semanas que no se le ve la cara al ex diputado Andrés Eloy Méndez y menos aún, por supuesto, a los equipos de la Superintendencia Nacional de Precios Justos bajo su conducción, en la calle enfrentando la especulación y el acaparamiento.
No queremos concluir sin antes consignar seguidamente algunos precios que logramos anotar ayer cuando visitamos el Bicentenario de Macaracuay y el Central Madeirense de Plaza Las Américas: Tomate en lata de 400 gramos escurrido a Bs. 590,00, tocineta de pésima calidad, pues sólo se logra apreciar en los trozos exhibidos en el Bicentenario pura grasa y unas pinceladas de carne, a Bs. 810,00 el kilogramo y la chuleta ahumada, allí mismo en ese supermercado, a un menor precio pero igualmente demasiado alto de Bs. 776,16 por kilo. El queso parmesano ya llegó a mil doscientos el kilogramo. El queso blanco criollo para rayar por encima de Bs. 600,00 el kilo. La lata pequeña de sardinas de 250 gramos a Bs. 50,00, la papa a Bs. 120,00 el kilo y paremos de contar, pues con estos pocos datos creemos suficiente como para poner en muy clara evidencia hasta donde llegan los niveles de especulación.
Esperamos que ante esta denuncia del Dr. Rangel, el alto Gobierno, en la cabeza del Presidente Maduro, haya ordenado ya una exhaustiva y rigurosa investigación para averiguar quiénes están detrás de esta especulación inexplicable y qué se hace con la millonada de dólares preferenciales que otorga el Estado para ofrecerle al pueblo alimentos a precios asequibles y justos.
(*) En ese mes de agosto el Presidente Maduro designó Superintendente de Precios Justos al ex diputado Andrés Eloy Méndez y es imposible olvidar cómo este personaje se desplegó de inmediato a cumplir con gran eficacia su tarea y de pronto de desaparece del mapa. ¿Qué le habrá sucedido a ese camarada?
