El otro yo del funcionario público

Cualquier venezolano se puede dar cuenta a través de la televisión, de las caras de cansancio y hasta de fastidio que tienen los Ministros cuando se les hace cualquier entrevista o que deben hablar a instancias del presidente de la república. Me pregunto, sino hay generación de relevo que pueda asumir ese compromiso ministerial con la patria. Cuando titulo este articulo de la forma que lo he hecho, simplemente quiero hacer un ejercicio mental respecto a lo que pensaría un ministro de acuerdo a lo que expresa el presidente en un discurso. Es mas creo que el señor presidente abunda en elogios que comprometen al funcionario hacer su labor apegado a los principios éticos morales que guían las actuaciones del ser humano, sobre todo a quien es responsable de ayudar a conducir los destinos del país. ¿Cuantas veces, el señor presidente, en estos últimos días ha utilizado la palabra ladrón? Cuando eso sucede, imagino que aflora el otro yo del señor ministro o cualquier funcionario público con altas responsabilidades y para sus adentros pudiera estar pensando: ¡Si supiera el presidente lo que he acumulado en bienes y recursos de todo tipo!; ¡Si supiera lo que he hecho! ¡Si supiera cuantas prebendas he recibido! Cuando se mencionan esas palabras, la vista de los ministros o altos funcionarios públicos se desvía hacia otros lados, tal cual lo refleja la tv en un paneo de las cámaras.

Otra situación se plantea cuando el presidente, destaca la labor positiva que cumple alguien en una institución pública cualquiera. Pienso que, esa persona desde su subjetividad se ve comprometido a hacerlo mejor. Sin embargo, creo que el otro yo aflora, a través de pensamientos de duda: ¡Si supieras presidente lo que he robado hasta ahora y lo que tengo en mente!

Otra reflexión se deriva de los comentarios del presidente respecto a la honorabilidad de las personas que escoge para que le acompañen en el gobierno. El otro yo de una persona en esta situación, pudiera pensar: ¡Eso es lo que tú crees! Es preciso acotar que títulos universitarios no dan honorabilidad, la misma se logra con un comportamiento personal idóneo dentro de los límites que impone la sociedad.

De la misma manera y, en relación a quienes participan en la organización del pueblo a través de Las comunas, es preciso señalar que, allí igualmente aflora el otro yo, por ejemplo a través de expresiones como las que se utilizaban en la cuarta república: “Lo mío es que me pongan donde haiga”.

En fin, si se supiera lo que EL OTRO YO, piensa o cree, no habría necesidad de crear alertas rojas en las policías del mundo, buscando a personas que defraudaron la confianza de un presidente de la república. En todo caso seria bueno no dejarse llevar por las apariencias o las recomendaciones respecto a tal o cual persona, porque el otro yo, está al acecho para poner en dudas a los gobiernos.

 

rafaelbarreti5@gmail.com



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Jesús Rafael Barreto


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