-"Tenemos que corregir un error que estamos cometiendo. Llevamos casi una semana repitiéndolo y es hora de cambiar para dejar la peladera".
Así hablaba una dama, ya entrando en la madurez, a otras tres señoras que le acompañaban en la puerta del abasto donde habitualmente hago mercado. O para decirlo mejor, donde antes lo hacía, porque ahora entro allí pocas veces por el asedio a que lo someten los bachaqueros. Este mediodía, pese no haber ninguno de los productos que buscaban, en las afueras había una multitud; alguna gente en cola y otras formando grupos a lo largo de la calle. Todos esperando,"dateados" o no, lo que repente apareciese.
Una de las acompañantes de quien habló preguntó con énfasis; lo hizo dos veces:
-"Pero chama ¿Qué quieres decir? Dinos, ¿qué piensas?"
-"Pongan atención lo que les voy a proponer para hacer más eficiente y rendidor nuestro trabajo."
De esa manera respondió la dama que parecía liderar el grupo a quien la interrogó,
La vida real es más rica que la fantasía. No por azar se produjo en nuestro mundo aquel trascendente hecho literario que llamaron "boom" latinoamericano, de descollantes figuras como Alejo Carpentier, García Márquez, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Vargas Llosa, Miguel Otero Silva, a quienes también calificaron como los creadores de lo "Real Maravilloso", que uno preferiría decirles los narradores de un mundo como este. Y, antes que ellos, aquel mago de la narrativa que fue Miguel Ángel Asturias, sin olvidar a Horacio Quiroga, al colombiano Germán Arciniegas y sus crónicas sobre los comuneros, uno que viene de la colonia, nacido entre los incas, recreado en aquel mundo como lleno de fantasías y sueños, el Inca Garcilaso y sus "Comentarios Reales", quienes nacieron y sobre todo vivieron todos entre nuestra gente.
Aquella narrativa me encantó, la disfruté y sostengo que sigue vigente. La creatividad no está en inventarle cosas a la vida sino en la capacidad y perspicacia para captar lo bello, asombroso y luego contarlo con gracia y naturalidad para que el lector disfrute y aprenda. Digo estas cosas no por saber algo de eso, con la profundidad debida, sólo sé que bruto soy y osado como para meterme en camisas de once varas. Ese de la literatura e inherente a lo que intento decir, es terreno vedado a "capochos" como uno, que como me gusta decir, copiando al compositor vallenato Rafael Escalona, "uno que va a saber si nació en los cardonales".
Eso sí; sé bien que aquellos que arriba he nombrado y muchos más, porque la lista es larga, fueron valiosos, bellos y creativos, en el sentido que le doy a la palabra, por haber tenido quienes de ellos me hablaran.
Quiero decir que entre realidad y ficción no hay muros inexpugnables ni espacios vacíos. La ficción no es más que la percepción que el creador tiene de la vida; que se construye en función de sus valores y sueños que si no tienen nada que ver con la vida, "sueños no son". Todos ellos tuvieron la hermosa oportunidad de haber vivido entre la gente del pueblo donde la vida y lo que llamamos fantasía se dan la mano. Un mundo, donde la poesía es lo cotidiano; la vida del pueblo es poética y su lenguaje es poesía. Sólo diré que el oriental, el hombre del pueblo, de quien se burlan por eso, usa el verbo dilatar o dilatarse como sinónimo de tardar o tardarse. Piense el lector en eso y constate como hay allí poesía.
Esta casi tragedia que vivimos, que más parece una lucha por la subsistencia que por cambiar o alcanzar estadios superiores, crea un estado de cosas como para que un buen narrador, como aquellos antes citados, escriba algo haciendo que lo real parezca fantástico. Cuanto lamenta uno no tener el talento necesario. Justamente por carecer de eso, uno lo comenta como en vivo y en directo.
-"Vean", tomó la palabra de nuevo la aparente lideresa; "nosotras cuatro estamos aquí esperando para terminar comprando cada una lo mismo. Corremos el riesgo que no llegue nada o poca cosa y hasta que dé poca ganancia".
Hizo una ligera pausa y continuó, "Mi plan es este". Antes de continuar extrajo de su cartera su celular y gesticuló para que sus amigas lo percibieran. Luego dijo, "Propongo que cada una de nosotras, a partir de mañana, se vaya a un negocio diferente sin olvidar este aparato", cuando dijo esto volvió a agitar la mano donde apresaba el móvil para resaltar la importancia de este en su proyecto.
-"Cada quien compra, llegado el momento, lo que pueda y si más mejor. Eso sí, nos comunicamos para que, las primeras en salir de la compra respectiva, vayamos de inmediato al sitio donde vayan vender algo, para lo que una de nosotras que aun esté en cola, invente la forma de guardar por lo menos un espacio. Para eso podríamos formar como dos grupos de a dos para facilitar el plan y no terminar todas, como ahora, en el mismo sitio".
-"Me parece maravilloso el plan, así trabajamos como los mosqueteros "todas para una y una para todas".
-"Okey", intervino otra. "¿Pero cómo hacemos para asegurarnos que nos alcance la plata para comprar de todo lo posible en los abastos donde vayamos a bachaquear?"
La interrogada, sin pensar ni un momento, dijo "Miren…vamos a formá como una compañía. Esta noche nos reunimos y cuadramos cuánta plata tenemos entre todas. Nos aseguramos que cada uno lleve lo mismo. Si alguna le falta le prestamos. Lo que interesa es que todas compremos lo máximo que nos vendan y si hay variedad mejor. Recuerden que hay vainas, como el café ese del gobierno, que pa´ conseguirlo cuesta, a las cuales se le puede ganar más".
-"¿Y qué me dices del jabón, leche, aceite y la pasta e´ diente, los pañales…?", se desgajó otra. Continuó la misma, "de repente aquí donde ahora estamos llegan dos cosas que nos interesan para negociar, mientras en otros, hasta cerca de aquí llegan más vainas y no podemos comprarlas por estar aquí".
Así continuaron haciendo más precisiones para formar una empresa que si no es socialista, ni generosa, sí incorpora, organiza gente para ganar dinero; de donde uno piensa que uno de los nombrados arriba, García Márquez, creo que en "Amor en tiempos del cólera", usó una frase del habla popular latinoamericana de una manera menos procaz, al decir "ala más que un par de tetas", cuando debió decir que en este "mundo, inmundo", como recitó Aquiles Nazoa, "por la plata baila el perro"; expresión esta última, ya en desuso, que usaba la gente en mi lejana juventud.
El cuento, tragedia, como quiera llamarse que he puesto ante el lector, revela la capacidad organizativa e inventiva del pueblo. Sucede que aunque muchos se empeñen en ignorarlo, eso que llamamos lógica capitalista, por razones más que obvias, maneja la mente de la mayoría de la gente; empezando por los obreros, a quienes como con inocencia, hemos creído de hecho revolucionaria y anticapitalista. Es lamentable no haya líderes ni mecanismos para usar esos atributos en una buena y generosa causa.