Breves reflexiones

¡Dale, que eso lo paga el gobierno!

Locuciones que salían de los cretinos labios de personas que se dirigían a algún conductor mientras retrocedía el vehículo de alguna institución pública, ante una inminente colisión con algún poste o pared. En mi época de adolescencia, -hace unas cuántas décadas-, era muy frecuente escuchar ese tipo de expresiones que, a mi modo de ver, rayaban en lo netamente inconsciente sobre los bienes muebles y semovientes de las instituciones que pertenecían al Estado. En una ocasión, este escribidor era el responsable administrativo y logístico de una ambulancia equipada, asignada; y más de una vez tenía que lidiar con personas que pretendían darle un uso inadecuado al bien, por lo que era común recibir estas perlitas: ¨¡Acaso esa ambulancia es tuya!¨, y pare usted de contar. Aunque parezca insignificante, estas actuaciones contribuían al agotamiento precoz de la vida útil de la cosa.

En este orden de ideas, sin creerme el dueño de la verdad; ni imponer mis juicios a terceros, pienso que, ese estado de abundancia financiera que llovía en el país, fue creando una cultura de no saber cuidar, y darle el verdadero valor de uso a nuestras pertenencias; y mucho menos a aquellas que entraban en el inventario de las dependencias públicas. El papá Estado tenía que soportar las indiferencias y las irresponsabilidades ante el buen uso y cuido de los materiales muebles o inmuebles. En nuestra vida de pueblo tal vez se haya incubado ese agente etiológico de no cuidar las cosas, creando así una anarquía frente a los recursos, y su mal aprovechamiento, y una falta de conciencia colectiva. Ninguna época de la sociedad venezolana ha escapado a esto, quizás por una mal interpretada necesidad de cuidar los bienes de dominio público, fuente de ingresos de su misma familia.

Trayendo a colación a estas modestas reflexiones, recuerdo siempre cuando mi difunta madre solía decir: ¨el ojo del amo engorda el ganado¨, aforismo por analogía que puede traducirse en la negligencia, imprudencia o impericia que pueden contribuir al daño de un bien mueble que se sea asignado, y que no se le presten los debidos cuidados y protección por parte de los usuarios. De ahí la conciencia y la educación sobre el cuidado y conservación, por traer un ejemplo, el de material rodante; aplicando los conceptos de los escalones de mantenimiento: Predictivo, preventivo y correctivo a través de la ejecución, de la planificación y elaboración de cronogramas logísticos que garanticen la prolongación de la funcionabilidad y operatividad del semoviente. No puede quedarse atrás la formación y capacitación de mano de obra calificada (Mecánicos), con todas las herramientas necesarias.

Como colofón, hay que exaltar la importancia que tiene de maximizar la conciencia de todas aquellas personas, verbigracia, llámese operarios de ambulancias, transporte de carga pesada o liviana; en fin, la masa de trabajadores de material rodante; haciéndole aumentar, crear y diseminar conciencia en relación al uso, empleo y constante supervisión, en especial, al mantenimiento de primer escalón el cual tiene que ser efectuado por el operario. Cuando se trata de un desperfecto mayor en el equipo, entonces se recurre al mantenimiento de segundo escalón; quedando pendiente el mantenimiento de tercer escalón cuando el semoviente requiera ser evacuado con una orden de reparación y mantenimiento a los talleres especializados. Esto abarcaría el umbral de la conciencia del trabajador; y dirimir que demencialmente alguien diga: ¨ ¡Dale, que eso lo paga el gobierno! ¨.

¡Muchas gracias!

No lo diga, escríbalo; dijo alguien por ahí.



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José García

abogado. Coronel Retirado.

 jjosegarcia5@gmail.com

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