Los intermediarios del salario y afines

Ahora reinan en Venezuela dos tipos de intermediarios: el intermediario de las mercancías de consumo y producción, y el del dinero de los salarios y otros ingresos del trabajador.

Ya empezamos a ver y sufrir cómo la banca, tanto privada como pública, se lucra con los pensionados y trabajadores en general. Esperamos la consideración tanto del Banco Central de Venezuela (BCV) como de SUDEBAN.

Ayer fue con los billetes de bolívares 100: para retirar 8 mil, le descontaban al usuario, al dueño de su dinero-dinero del usuario-dos comisiones de igual monto, y si retiraba 12 mil, entonces eran 3 las comisiones como resultado matemático de multiplicar, respectivamente, el precio de 1 retiro por 2 o por 3 y hasta por “ene”. Si cobrar más dinero por menos dinero no es usura , pensemos qué otra figura le encaja a semejante operación financiera.

Un poco de historia. Antes, los trabajadores medios no solían pisar ningún banco, salvo que fueran los "cachifos" de los comerciantes o de los ricos en general. Los trabajadores empezamos obligatoriamente a visitarles desde que el FMI les impuso al sumiso y burgués Estado pagar los desembolsos burocráticos y las pensiones a través de esa banca, obviamente para convertir ambas remuneraciones en otra mercancía a la cual sacarle jugosos beneficios. Se trata del dinero usado como mercancía.

Ahora tenemos que revisar el reparto de la plusvalía iniciado por Carlos Marx: una ganancia para el fabricante, otra para el intermediario y una tercera para los financistas. Ahora hay que tomar en cuenta estas comisiones bancarias como pago al banco en su papel de intermediario del circulante monetario.

El caso es que de un tiempo a esta parte, los trabajadores y pensionados deben pagarle a la banca para retirar su dinero. Algo ha andado mal en esas operaciones ya que una de dos. 1.- El banco abusa de los trabajadores, o 2.- el Estado ha logrado evadir el costo de personal por concepto de la administración directa del pago a sus trabajadores. Si el Estado así lo ha dispuesto o permitido, estas observaciones van dirigidas a él.

O sea, el Estado traspasó estas funciones remunerativas del personal burocrático a la banca, pero el costo bancario de esos servicios viene pagándolo el trabajador, además de la gigantesca suma de horas hombre y hora mujer que significa cualquier visita y “molestia” que se les haga a dichos intermediarios hasta para la más sencilla operación bancaria.

Este pacto administrativo, consciente o inconsciente, por parte de la actual administración bien podría entenderse durante la IV República, pero en la actual merecería una reconsideración.


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Manuel C. Martínez


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