No sé si pudiera ser acertado decir que el gobierno sufre del síndrome "de los anuncios inconclusos", con efecto retardado o que nunca "serán anunciados"; porque como suele decir ya casi todo el mundo, está cebado en anunciar que anunciará para terminar no anunciando nada. Y hasta puede ser que anuncie cuando todo ha acabado. Aunque para ser más preciso y menos complicado, es evidente que le gusta por demás el jueguito de decir que va a decir algo y no lo dice o lo retarda en exceso, dejando de cumplir con la fecha dada, y también posteriormente, por su cuenta, sin que nadie se lo pida, como para preocupar y fastidiar a la gente o dar chance que los interesados saquen la mejor ventaja.
Lo cierto, sin que quede duda, es que el gobierno ha revolucionado la estrategia habitual, por lo menos lo era en los gobiernos anteriores y en los de siempre de otros países, de hacer anuncios económicos cuando nadie los esperaba o espera para evitar que los vivos se aprovechasen y aprovechen de las circunstancias. Por ejemplo, un cambio en la paridad cambiaria se mantenía y mantiene oculto, hasta donde se puede, porque las tendencias pueden denunciarlo, hasta el último minuto o mejor segundo; solo lo saben con certeza anticipadamente los íntimos y los íntimos de estos para que aprovechasen o aprovechen e hiciesen o hagan sus negocios, como comprar dólares en abundancia sabiendo que venderían poco después al nuevo precio, obteniendo en esas operaciones disfrazadas de legalidad, jugosas ganancias.
Este gobierno no. Su conducta es al revés. Anuncia que anunciará, lo que parece ser imprudente, pues pone en aviso a los tramposos y luego no anuncia nada. Por ejemplo, dice que informará en dos o tres días el nuevo precio acordado de un producto y pasada la fecha no dice nada. Cómo si nunca hubiese hablado de ello. Pero el solo anuncio lo aprovechan productores y comerciantes para subirlo, de manera que para llegar al nuevo precio se parta de un nivel ya especulativo. Pero, como no se anuncia oficialmente nada, entonces nos quedamos allí, de donde partirá mañana mismo otro nuevo precio en esta escalada inacabable sin que nadie avise nada. Sé que la cosa parece muy enredada, pero es peor, es enredada.
El presidente comenzó hace ya bastante tiempo, recién instalada la ANC que esta se ocuparía de lo relativo a los precios, como creyendo o haciéndole creer a los ilusos que sólo bastaba una decisión de ese organismo para lograr la gracia de estabilizarlos y hasta rebajarlos. Fue una visión del organismo cual si fuese un hada madrina con varita de virtud y todo. ¡Y hubo quienes en eso creyeron! Luego anunciaron la creación de una comisión del organismo que se ocuparía del tema, formado por cierto con mucha gente poco conocedora del asunto y hasta ahora, como era de esperarse, todo anda en veremos. La comisión constituyente, como el gobierno mismo, parece haber optado por hacerse la desentendida y sus integrantes otean el insondable espacio. Por lo que uno lee, sobre de que se ocupa que no es mucho, parece estar en una onda estratégica; lo que es lo mismo que hay que esperar sentados.
Pero en vista de lo anterior o quizás como producto de un acuerdo o mejor una toma de conciencia, pues era eso lo lógico, para eso existe, el gobierno optó por asumir el asunto y habló de una búsqueda de acuerdos para fijar los precios. Uno nunca ha sabido con quién se buscan esos acuerdos, pero el gobierno estuvo insistiendo que en eso andaba. Al fin, el viernes pasado, 22-9, después de tanta espera, ya han pasado dos meses de la instalación de la ANC y naiboa, el vicepresidente El Aissami, anunció en el clásico o mejor castizo estilo del gobierno que, este lunes 25, anunciarían los precios "acordados de cuatro productos", dentro de lo que llaman como en clave P-50 y señaló azúcar, café, arroz y carne. De huevos, que andan en alza, nada se dijo. ¡Cuánto disparate han hecho y dicho los vicepresidentes!
El miércoles 27-9, o mejor ya pasado ese lunes, en el programa televisivo de la tarde y noche de ese día, ese que el presidente llama jornada de gobierno, donde se aprueban propuestas de gobernadores sin aparente estudio alguno, ni siquiera de la existencia de recursos o la pertinencia o no de lo propuesto, como si se tratase de una feria, para dar la imagen de accionar contrario al burocratismo pero que da la visión de "pata é rolismo", pues termina en lo mismo y hasta en el aprobar para no ejecutar, y no se anunció nada de lo que se dijo anunciarían sobre los "precios acordados" de aquellos cuatro productos.
Mientras tanto, quienes comercializan esos productos los escondieron, subieron los precios y al no haber anuncio alguno del gobierno, ellos más cumplidos y estrictos, le pusieron los nuevos precios que no acordaron con nadie.
Y uno espera que los anuncios anunciados algún día anuncien. La esperanza es lo último que se pierde. Es posible que lleguen esos anuncios, pero como un periódico de ayer. "Eso fueron los acordados ayer", dirán los comerciantes, "pero estos son los de ahora".
Hoy miércoles aparece otro anuncio, según el cual Ramón Lobos, Ministro de Economía, anuncia que anunciarán lista de precios acordados "en los próximos días". Esto parece el cuento del "Gallo Pelón".
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