Estamos en tiempo de constituyente. Después de los resultados electorales debe abrirse una discusión de gran trascendencia en relación al país que tenemos y al país que queremos. No estamos satisfechos con el país que vivimos. No hemos logrado los niveles de bienestar y satisfacción de las necesidades humanas que requiere una sociedad en la que imperé la felicidad social. Sabemos que enfrentamos una atroz guerra económica y la voracidad del imperio. Pero también sabemos que en el gobierno hay corrupción, ineficiencia, nepotismo, ignorancia, y además soberbia y autoritarismo. No podemos seguir viviendo de discursos que no se parecen en nada a la realidad. No basta con decir que estamos en guerra y confrontar al imperio. Si no enfrentamos nuestras propias deficiencias y debilidades no podremos avanzar.
En relación a salud asumo la responsabilidad de plantear la crítica situación en que nos encontramos. No podemos seguir engañándonos, pensando que todo está bien. Hay que decirlo: a pesar de los avances que se pueden señalar en estos dieciocho años, que los hay, tenemos que admitir que la situación de salud de Venezuela es un desastre. Veamos:
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Las últimas cifras en relación a la situación de salud de Venezuela publicadas en el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud, y que corresponden al año 2016, revelan once mil cuatrocientas sesenta y seis muertes (11.466) en menores de un año, lo cual se traduce en una tasa de mortalidad infantil superior a 20 por cada 1000 nacidos vivos. Cifras inaceptables, que van en aumento, y que son muy superiores a otros países latinoamericanos como Cuba, Chile y Costa Rica, que tienen menos de 10. La tasa de mortalidad infantil es un indicador muy sensible a las condiciones sociales y a las políticas de salud. Que se estén muriendo tantos niños antes de cumplir un año de edad es indicador de que algo no está funcionando bien en las políticas del estado venezolano. Esto no se resuelve ocultando las cifras, que pareciera ser lo que pretende hacer el gobierno.
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En relación a mortalidad materna la situación es peor, setecientas cincuenta y seis (756) muertes maternas en el 2016 para una razón superior a 100 por cien mil nacidos vivos!! (en Cuba está en alrededor de 20). Ese indicador nos lleva directamente a la crisis de los servicios de salud, particularmente, un inadecuado control prenatal en la red ambulatoria, y una inadecuada atención del parto en la red hospitalaria. La mortalidad materna es un evento centinela que vigila muy de cerca la calidad del sistema de salud.
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Lo que más molesta a la población, además de la carencia de medicamentos, es el viacrucis que hay que hacer cuando se tiene una enfermedad o accidente. Por eso todo el mundo quiere tener un HCM. En los hospitales impera el caos total, nuestros centros de salud están colapsados y no garantizan una atención adecuada a la población. Los equipos no funcionan. Barrio Adentro hace tiempo dejo de ser lo que fue en un principio. Es evidente que la estructura de atención a la enfermedad no está dando respuesta a la población.
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Otro tema de gravedad, lo constituye el retroceso en relación a las inmunizaciones, que condiciona la reaparición de enfermedades prevenibles. En estos momentos tenemos epidemias de sarampión y difteria. Ello ocasiona muertes por enfermedades fácilmente prevenibles.
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A nivel de financiamiento observamos que el estado venezolano gasta más en financiar a las clínicas privadas que lo que aporta al Ministerio de Salud. Los seguros de HCM producen grandes ganancias. Esa situación representa la mayor perversión que se pueda ver. El estado financiando al capitalismo médico, y como consecuencia dejando de invertir en el fortalecimiento del sector público.
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La ausencia de una política nacional de salud hace que no exista una guía general que oriente las acciones en salud. Cada Ministro, y son siete en cuatro años, llega con sus propias ideas y trata de convertirlas en políticas y estrategias. Hemos tenido ministros muy buenos, pero también muy malos, pero lo insólito es que su promedio de permanencia sea de menos de un año, en ese tiempo es imposible hacer nada. Y esa altísima rotación es expresión de la severa crisis del sector salud. Sin duda, hay relación directa entre el período de duración de los ministros y la crítica situación de salud del país.
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No hay Ley de Salud que organice y direccione al sector. En estos años no hemos sido capaces de aprobar una Ley de Salud. Se han elaborado varios proyectos, pero las visiones encontradas no han permitido su avance. Es evidente que la revolución no tiene una visión coherente de cómo quisiera que fuera la salud en Venezuela y por ello no ha logrado expresar esa visión en una Ley.
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El Plan de la Patria en relación a salud representó un atraso si lo comparamos con la Constitución. En el Plan de la Patria se cambia la función del estado de garantizar el derecho a la salud, por la de "asegurar", además, se retrocede de políticas "universales" a políticas "focalizadas", sin percibir que el "aseguramiento" y la "focalización" representan las políticas neoliberales en salud. Y se insiste en hablar de "atención primaria" en vez de "atención integral".
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A nivel organizativo, nuestro sistema de salud está sumamente fragmentado, y persisten estructuras paralelas que atienden a diversos sectores de población, por ejemplo, trabajadores asegurados (IVSS), maestros (IPASME), fuerzas armadas (Sanidad Militar), trabajadores petroleros (servicios médicos PDVSA); y cada Poder Público, Ministerio, Gobernación o Municipio, tiene su propia formula de atención a la enfermedad. Eso sin contar, las múltiples ayudas para pago de clínicas privadas o compra de insumos que se da a la población que lo solicita.
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Y para finalizar este artículo, la salud se ha convertido en un espacio para hacer negocios. Lo que importa es comprar equipos y medicamentos, no interesa si funcionan o no, contratar construcciones y reparaciones, no importa si se culminan. Hay numerosos ejemplos de la cuantiosa inversión del Estado venezolano en equipos que se han comprado y no están funcionando, en hospitales que no existen, en medicinas que no llegan. Pero también sería posible encontrar nuevos ricos hechos a partir de sus negocios con salud.
Es un imperativo ético actuar. Hay muchas cosas que pueden hacerse. Pero la primera es reconocer los problemas existentes. No podemos seguir creyendo y diciendo que todo está bien. Es necesario hacer que la constituyente conozca y discuta esta situación.
Oscar Feo. Médico especialista en Salud Pública y coordinador de la Sub comisión de Salud de la constituyente de 1999
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