Este gobierno, como ningún otro en la historia, ha desacreditado los pilares esenciales de la democracia burguesa sustituyéndolos, no por el Socialismo, sino por la lógica malandra. Ningún gobierno burgués ha delatado tan claramente los trasfondos de la dominación capitalista.
Estudiemos lo que el gobierno disparatero ha hecho con las elecciones burguesas, con uno de los pilares esenciales del sistema burgués, opio de los pueblos, el equivalente al circo romano, y las consecuencias que eso trae.
Las elecciones burguesas son el más elaborado método de engaño de las masas, se da la ilusión de cambio cuando lo que hay es una simulación donde se "cambia para que todo siga igual". El sistema electoral es un gran difusor de los valores éticos del capitalismo, afianza el egoísmo, lo individual enfrentado a lo social. Se vota aislado, luego de la votación no hay vínculos, responsabilidades del elegido y de los electores. Son famosas, reconocidas, las mentiras de la campaña electoral, las promesas que no generan responsabilidades.
Las promesas son el motor de estas elecciones, los candidatos se esmeran en prometer, manipulan años tras años y las masas aletargadas años tras años se ilusionan con las promesas para decepcionarse luego y sustituir el desengaño por renovados espejismos.
Este motor de promesas sin cumplir se complementaba con repartición de prebendas en las proximidades electorales: la caja de clap, que la novela "Por estas calles" dibujó como la caja de Don Chepe; la conocida repartición de latas de zinc, de cemento; también se exigía con disimulo el resto de las tarjetas de votación. Eran pequeñas triquiñuelas, se mantenía el recato, la idea de las elecciones como reflejo libre de la voluntad de la sociedad. El fraude debía ocultarse, la imagen de las elecciones protegerse. Se preservaba la hipocresía, se protegían los valores morales aun falsos.
El desespero y el carácter del gobierno actual lo ha conducido a violar las reglas del juego burgués, es decir, a destruir su propia "legitimidad". Dejó de ser revolucionario, y también dejó de ser democrático burgués. Ningún gobierno de la cuarta se había atrevido a tanto.
Estos usurpadores inventaron un carnet de la Patria, los clap como instrumentos para instaurar el clientelismo, el populismo, sin ningún maquillaje, abiertamente: el carnet te da derecho a las dádivas, sin carnet no existes, no tienes derecho a nada, ni a las medicinas, ni a la vivienda, eres un "nohumano". El carnet te obliga a votar por el gobierno, a apoyarlo en todo. En realidad, el carnet es la venta del alma a cambio de la promesa de una recompensa material. Ahora bien, si el diablo es mala paga como suele suceder, los carnetizados que dieron tantos triunfos al diablo gobierno lo dejan sólo, se van con otro satanás que promete dar más, dar mejor.
De esta manera se creó un monstruo (la masa clientelar) que funciona, se mueve, sólo con el combustible de lo material. El gobierno es rehén de esa masa, sólo está allí para satisfacer al tigre, el día que no hay prebenda arde Troya. Ese es el drama del gobierno, vender hasta los calzoncillos para tener dolares para dar a la bestia, conseguir su apoyo.
Además, si lo anterior fuese poco, el gobierno falsario es un fiasco total, él mismo dinamita su legalidad. Las elecciones con tanto fraude antes y después del acto no le confieren legalidad a nadie, son elecciones viciadas en todos los niveles. Y si por alguna casualidad el opositor gana, le nombran un protector que es un funcionario paralelo.
Y así camina el país, unas elecciones fraudulentas, donde hasta el ministro de la defensa hace campaña electoral por el gobierno, unos funcionarios sin legitimidad y una masa mercenaria, acostumbrada a cambiar su alma por un plato de lentejas... hasta cuándo, cuánto aguantará la Patria de Bolívar y de Chávez...