.."Imaginar un método por el cual sus gobernados tengan de continuo, -en todo evento y circunstancias de cualquier índole- una necesidad grandísima de su principado. Es el medio más seguro de hacerlos fieles para siempre"… Nicolás Maquiavelo. El príncipe (1513)
Nunca en la historia política del país, se habían juntado tantas condiciones para un caos económico, político y social de ésta magnitud. La realidad Venezolana muestra una vorágine hiperinflacionaria, que se traduce en un canibalismo especulativo, y un pirañismo de sobrevivencia que dilapida las mínimas reglas de convivencia en armonía. Los valore sociales interpelados y moldeados por las precarias condiciones materiales de reproducción social, demuestra el estado de sitio en el que nos encontramos a diario. Esto es el producto de una economía enferma, y mal gobernada.
No es cosa menor que el gobierno utilice el hambre como forma de control social, la demagogia que imprime bolívares sin respaldo para inyectar liquidez a la economía, además de regalar bonos (bono niño Jesús) en tiempo de elecciones, como práctica clientelar. Juega en el margen de la coyuntura y no en la construcción real de un país. Nada de ingenuo tiene esta visión decadente de la política, pues alude a un significado de miseria que los constituye.
Por eso cuando el pueblo se molesta por el pernil que nunca llegó, no sólo demuestra la trágica condición de necesidad a la que hoy por hoy está sometido, sino a una condición de paternalismo y desesperanza que el mismo gobierno ha cultivado con gran rigor en estos últimos años. Porque las colas, para obtener la comida y la espera de las cajas CLAP, les asegura el voto del miedo y la infamia del "sálvese quien pueda", a medida que el tiempo se va entre cola y cola. Y no culpo al pueblo por esto, sino al gobierno y su forma humillante e indignante forma de hacer política. Con el hambre tratan de dominar y someter a un pueblo, más maquiavélicos imposible.
