Perdí la cuenta de advertencias por amigas y amigos insinuando me cuide, pues a pesar de la revolución socialista bolivariana venezolana, continúa el pavor de la población a deshonestos servidores públicos de los cuerpos de seguridad del estado, que desprestigian a la mayoría de policías decentes.
Se trata de mafiosos enquistados, que anteponen un comportamiento inmoral sembrado desde la adecopeyanquicracia. Cual capicúas de inmundicia diaria, valiéndose de uniformes o chapas, manchan el oficio policial para que les sirva de “arepera”. Conducta atemorizante y corrupta al derecho y al revés,
AREPERA, se escribe y se pronuncia igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, es palabra capicúa. Funcionarios deleznables la aplican para “redondear el sueldo”, y son tentados a formar parte de mafias delincuenciales, lejos de su deber de velar por el orden público
Atendiendo denuncias, la periodista Mirelvis Gutiérrez comprobó en el Terminal La Bandera en Caracas, revendiendo boletos a pesar de ser funcionarios policiales, para hacerse del efectivo en las filas de quienes esperaban comprar pasajes, desde horas hasta días antes.
Gutiérrez fue víctima del personal de seguridad policial cuando cumplía su deber informativo, le exigían que no los grabara y pretendieron quitarle la cámara. Grave que funcionarios policiales y personal de Misión Transporte, se sumen a vendedores de las taquillas, que intentan impedir labores periodísticas