Me decía mi abuela, vieja sabia: "Qué raro que en este país en todos lados hay corruptos menos en el gobierno". De esta manera, dejaba desnudo al madurismo y su tosca utilización de la corrupción como arma política. Veamos.
El madurismo, con esa actitud, le hace un inmenso daño a la sociedad: desacredita a todos, con un fiscal gatillo alegre que dispara acusaciones a diestra y siniestra y que condena antes del juicio; y un ministro que más parece a chepa candela y sus chismes exponiendo al escarnio público a ciudadanos sin juicio, violando toda ley sin ninguna consecuencia. De esta manea, se desacredita, se irrespeta también al sistema judicial, a las leyes, a los jueces, a los tribunales. Así nadie se siente bajo el imperio de las leyes sino bajo el imperio del pranato; la ética fue vulnerada, el "sálvese el que pueda, y por encima de lo que sea" se constituyó en norma. Vamos camino a convertirnos en la ley de la selva de concreto.
En la selva natural, la lucha por la vida tiene sus reglas, sus leyes de obligatorio cumplimiento que garantizan el equilibrio ecológico, la sobrevivencia del ecosistema, de las especies que lo forman. En la selva de concreto, al contrario, la ley es el beneficio inmediato, el lucro rápido, sin considerar la sobrevivencia de la sociedad, todos son presas, todos son predadores, el lucro rige la conducta, nadie confía en nadie, no hay sociedad, es una verdadera guerra de todos contra todos. Ese es el fruto de la conducta errática del madurismo. Razón tiene mi abuela, pero le falta entender las dimensiones del daño causado: el deterioro de la ética, de la moral y la inmensa dificultad para sanar a la sociedad.
La acusación de corrupto como arma para desacreditar al sistema político, a la oposición gringa, a los chavistas contrarios al madurismo, a todo el que opine en contra del gobierno, en última instancia desacredita a todo el entramado social. No hay que ser un gran detective para pensar, deducir: "si en una cesta de manzanas están dos tercios podridas, en el tercio restante debe haber un alto porcentaje de podridas también". Si el gobierno dice: "todos menos los del gobierno son corruptos", el gobierno también debe estar piche. Lo que sucede es que desde el fiscal hasta los altos tribunales, los medios de comunicación tienen censurada la denuncia, es tabú, está prohibida por la ley del interés, el que hable pierde. Y si no aparecen los corruptos del gobierno, es porque corrupto tapa a corrupto. Ahora bien, lo que no pueden evitar es que la gente piense, que se dé cuenta.
Entonces, en este océano de corrupción, donde no hay hueso sano, quién tendrá la fuerza moral para encaminar de nuevo a la sociedad por la senda del cumplimiento de las leyes, hacia el imperio de la ley, quién restituye la ética, la moral. Ahora el poder, el gobierno, es visto como una manera de enriquecimiento fácil. Es una ley de un país rentista capitalista donde toda fortuna tiene en sus raíces la apropiación de la renta, es decir se cumple claramente, la afirmación de Balzac: "Detrás de cada gran fortuna, se encuentra un gran crimen". Para no ir más lejos y decir con San Ambrosio, unos de los padres de la iglesia: "Todo rico es ladrón o hijo de ladrón".
El desafío a la futura dirección, a los líderes de un cambio cultural, a los revolucionarios, tiene características de entrega religiosa a la causa común. Los futuros gobernantes, para tener credibilidad, tendrán, ellos y sus familiares, que hacer votos de austeridad; los miembros del partido de gobierno, sus directivos votos de frugalidad. Sólo así, predicando con el ejemplo, se podrá rescatar la credibilidad y se podrá empezar la curación de la sociedad.