“No se trata de hacer obras. Se trata de construir ciudad”.
CONSIDERACIÓN PREVIA
Cuando se habla de Cumaná, quisiéramos siempre hacerlo en términos positivos. Quisiéramos pensar en una ciudad más humana. Lamentablemente, frente a este deseo y esfuerzo, nos encontramos impotentes y comenzamos a percibir las quejas de una ciudad invivible.
En Cumaná carecemos de una autoridad necesaria para poner orden. La ciudad anda de espaldas a la autoridad municipal, no hay autoridad que regule decisiones en la ciudad, y no es extraño, por tanto, la pérdida de competencia y autoridad de la Alcaldía.
Hay que devolverle a la institución municipal su papel en la conducción urbanística y reinsertar al municipio en cada una de las áreas que tienen que ver con la vida de la ciudad y sus núcleos de desarrollo.
Al parecer, existe una suerte de descrédito generalizado que el uso del método y sus categorías lucha de clases, burguesía, medios de producción, explotación, plusvalía, entre otras, carezcan de toda validez en el debate político actual.
Entre otras muchas razones del estigma deben ser varias y difíciles de comprender, pero seguramente la asociación ideológica con la experiencia histórica del Socialismo del Siglo XXI contribuye a su desprestigio.
ACOTACIONES NECESARIAS
La transformación urbana que impone el nuevo imaginario madurista, solo apuntan hacia dos direcciones:
La primera, a través de la prioridad a las grandes obras propagandísticas gubernamentales, bien visibles: "Yo (un corazón rojo rojito) Sucre Potencia".
La segunda, en la ejecución de obras no prioritarias para las necesidades sociales reales y verdaderas, anticientífico por ideológico.
La experiencia de esta politica oficial debe enseñarle al pais, al estado Sucre y, en particular a Cumaná, que en ese ejercicio de producir obras independientes del hecho urbano, el nuevo imaginario madurista se ha equivocado.
No se trata de hacer una determinada cantidad de obras en Cumaná. Se trata de hacer ciudad y crear las condiciones urbanas necesarias y deseables para esa politica oficial fallida. De lo que se trata es de hacer énfasis en la importancia de una percepción más amplia que vaya más allá de lo cuantitativo:
1.
Existen 696 hectáreas y una población de 88.213 habitantes sin servicios de cloacas en la ciudad de Cumaná. La ciudad de Cumaná tiene un área desarrollada de 3.346 hectáreas aproximadamente, albergando una población de 383.536 habitantes para el 2015. El sistema de cloacas está conformado por una red de tuberías que cubre un área de 2.650 hectáreas, sirve a una población 295.323 personas, prestando un servicio al 77% de la población, al cubrir el 79% del área donde residen o trabajan.
2.
En Cumaná existe una descarga al mar calculado en un 100% del total de la ciudad por mal estado del sistema de bombeo de las plantas de tratamiento. A esto hay que sumarle los contaminantes arrastrados por las escorrentías pluviales, colectores caídos, la contaminación de drenajes, las comunidades sin alcantarillado sanitario o sistemas de manejo de aguas residuales adecuadas. Así mismo, los pozos sépticos mal diseñados con su pobre mantenimiento y descargas no autorizadas en el sistema pluvial.
3.
Cumaná no se hace con esa especie de EdwinRojiismo arquitectónico, al margen de la planificación y la consulta. Tal vez pierda su categoría de arte e inclusive de arquitectura y como tal es dejada de lado, pero ¿Cómo se salvan los cumaneses de su presencia? Y aunque parezca un gran despropósito que la única arquitectura que en este pais le interesa hoy es aquella que permita resolver las necesidades y los problemas planteados por un pueblo sumamente empobrecido y hambriento que aún quiere avanzar hacia el bienestar colectivo, postergado por el madurismo. Esa especie de EdwinRojiismo arquitectónico, es una imposición frívola y una transacción mercantil, asumida desde el propio poder político, con una postura subjetiva, ambigua y equivocada. Esa especie de EdwinRojiismo arquitectónico aparta al ser humano de la complacencia. La pura verdad es que lo realizado por esa especie de EdwinRojiismo arquitectónico no tiene que ver con el arte urbano porque la arquitectura no es ningún arte.
4.
Es un vulgar engaño: “El primer puente museo boulevard de Venezuela”. Una destreza proveniente de la vialidad y la comunicación, de la ingeniería y de la arquitectura en principio urbana, remite desde el puente Guzmán Blanco (1877) a un fenómeno de dimensión territorial, exportando así lo urbano más allá de lo que convencionalmente entendemos por ciudad. El sector de la plaza Miranda se identifica paisajísticamente como un umbral de “llegada” al Área de Interés Histórico de Cumaná; es el pórtico de “entrada”, antiguamente reseñado por el “portal de agua” que identificaba el antiguo puerto colonial. Su carácter de hito urbano corresponde a una estrategia recurrente que da forma emergente a una obra de intervención, que no ha sido reseñada como una infraestructura de la conexión vial con “límite”, “puerta”, “terminación”, “principio”, “remate”, “articulación”, dependiendo desde cuál dirección nos acerquemos. Más allá de la ciudad que lo identifica, esta vulgar labor ingenieril de fragmentos debió hacerse arquitectura urbana y como un portal de “acceso” remitir a un fenómeno de dimensión territorial a lo largo de esa sinuosa curva, intensa y vertiginosa por donde pasaba el río Seco o Madre Vieja. Al mismo tiempo, el otrora puente Guzmán Blanco, como un punto de inflexión, debió ser considerado zona del desplazamiento más significativo del territorio urbano cumanés donde la dimensión geográfica de la ciudad adquiriera sentido hacia todas las direcciones.
5.
El Área de Interés Histórico de Cumaná, ha sufrido operaciones de intervención ligada al hecho de formar una imagen de falsa modernidad por parte del poder político. Fue difícil no caer en los infinitos caminos de las respuestas parciales e inmediatas, necesarias para aquellos cuyo tiempo de acción estuvo limitado a unas elecciones. Para los gerentes de la ciudad no importa si la obra es efímera o eterna, ajustada a la realidad o descabellada, acorde con la estética conocida o por identificar, sus problemas se limitan a dar una imagen para la supervivencia en la dirección de la ciudad o región. El problema no pareciera estético, técnico y ético, sino uno donde se rompe cualquier continuidad histórica, ni pensar que se construye con coherencia en nuestro contexto, impidiendo valores que conserven la memoria urbana.
Y, por eso mismo, cabe preguntarnos:
¿Acaso esta situación de crisis de gobernabilidad no nos convierte de simples tolerantes a irresponsables?
POSDATA
La intención de estos tres artículos se basa en el compromiso de aportar desde nuestra óptica profesional, perspectivas urbanísticas a una ciudad que sabemos indefensa ante la serie de intereses inhumanos, económicos y políticos que la han ido destruyendo progresivamente.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento!