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Personajes, que ayer nomás operaban desde fastuosas oficinas, engalanadas profusamente con fotos y cuadros de Bolívar, el Che y Chávez, también con la figura del presidente Maduro. Personajes, siempre prestos a dar apretones de mano, palmaditas en los hombros y decirle a los de abajo: "Hermano, cuente con eso". Porque la palabra que más se ha popularizado en los últimos tiempos, y que también se ha degradado como ninguna otra es "HERMANO, cuente con eso!".
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Cuántos se sentirán aludidos y hasta señalados dentro del propio PSUV, viendo a la banda de delincuentes de Hugbel Roa, ya no alzando el brazo en son de victoria "popular", ya no en plan de andar gritando roncos de euforia: "fieles siempre traidores nunca", ya no empapándose de desdentados, de sufridos y atormentados trabajadores, sino yendo ahora en fila india para ser presentados ante la JUSTICIA.
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A Hugbel, le tocó recorrer gran parte de Venezuela, y él, organizado y precavido, tenía un morral (camuflajadamente tricolor) con sus implementos "revolucionarios" infaltables: franelas rojas con figuras del Che o de Chávez, chapas, gorras estampadas con escudos y la bandera nacional, brazaletes tricolores... Ese morral lo llevaba y traía en un jet que alquilaba a las empresas privadas para sus giras, porque detestaba los aviones pequeños, las avionetas incómodas y temblorosas.
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Cuando a Hugbel, en plan de "héroe invencible", de "revolucionario a carta cabal", le correspondió hacer presencia en San Cristóbal para ejercer su papel de guerrero en la Batalla de Los Puentes, llegó al aeropuerto internacional Santo Domingo, en jet, con otros "aguerridos" jóvenes, con su amante de turno, habiendo ya reservado varias habitaciones de un hotel de lujo, y lo fue a recibir una nube de acongojados funcionarios. Estaba allí don Hugbel para dar la cara e ir al frente del combate, y sudar la gota gorda de su infame postura.
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Pues bien, en otro capítulo más de esta desoladora trama, hemos visto desfilar a Hugbel Roa y su banda, sorprendentemente todos ellos embutidos en sus monos naranja, cual pérfidos traidores de la patria. Pero ayer nomás, digo, casi todos esos de todos estos de la pandilla, llegaron a marchar por plazas y avenidas de muchos pueblos de Venezuela con los sagrados trajes rojos rojitos, esos que por enarbolarlos con devoción sincera, le costó la vida al Comandante Chávez. Es decir, Chávez había dado su vida por la patria con indecibles dolores y tormentos, para que AHORA, estos grandes carajos y canallas llegaran y la estafaran y la hicieran gemir con espantosos traumas, por sus crímenes y robos, precisamente como tal cual así lo han estado buscando y aplicándolo a nosotros los yanquis de MIERDA!