No sólo de eructos puede vivir un “revolucionario”
José Sant Roz
¡Qué tal, esa barbaridad de aquel otrora guerrero del Paro Petrolero, Luis Acosta Carles, cuando dijo: “¿Es que acaso nosotros los revolucionarios no tenemos derecho a tener una Hummer o un carro? Si ganamos plata, podemos hacerlo; ¿o es que hay exclusividad?”!
Claro, distinguido revolucionario Luis, tampoco hay exclusividad para que te metas whisky de 18 o 25 años, o te la pases jugando en un casino, o te vayas de juerga por las islas del Caribe en bellos cruceros, cuando te apetezca, o te enredes con cuatro saludables y bien redondeadas chamas si es de tu gusto hacerlo. Claro que no.
Pese a lo anacrónico que podría resultar, me hiciste imaginar al Che Guevara conduciendo un Hummer por Cacaito, con gafas oscuras y todo. Revolucionario y Hummer, dos cosas bien chévere. Imagínate a un chavista rojo rojito, con su boina y todo, conduciendo por Catia su esplendorosa Hummer espelucando chamas. Sí, vale, todo un revolucionario desembolsando su billet para pagar el seguro anual de su nave que está por encima de los veinte melones. El revolucionario metiéndose un puñal sobre el manual de manejo y mantenimiento de su nave por la mañana, y por la tarde a meterse una de sudor y lágrimas con los Consejos Comunales. Chévere que chévere. Y pasear, pana, con unos buenos head-phones para que no nos molesten los ruidos cuando la llevemos al descubierto. Y el revolucionario que tendrá que acondicionarle un buen espacio para guardar su “bicha”. El revolucionario, que cuando visite los barrios, tendrá que protegerla con un buen cuadro de “luchadores sociales para que no abusen de ella”. El revolucionario que no podrá ser negro ni mulato porque dirán, según el viejo cuento, de que seguramente quien la conduce sera chofer. O si va a tras, el de la colita. El revolucionario que tendrá que llevar escolta e ir bien armado, por si acaso. El revolucionario que tendrá que preocuparse de un solo motor, el de su nave y nada de aquellos Cinco, porque no tendrá ni ánimo ni tiempo. Nada de Moral, nada de luces (a no ser la de los faroles de su “bicha”).
Hágase una encuesta para que se vea quiénes son los que poseen Hummers en Venezuela, y llegarán a conclusiones que le erizarán hasta los pelos del pubis. De modo, pues, que ahora se ve que Carles no iba aguantar mucho sin mostrar las reservas de su neuma y su testa. Su histórico eructo, que lo catapultó al estrellato político, se le revierte en vómito. Fue aquel un eructo decisivo en un momento preciso de la lucha contra el escualidismo desbocado, pero él estaba obligado a superarlo. Porque ahora caemos en la cuenta de que el acto valiente del eructo fue posible a falta de otras muchas cosas. De allí no ha pasado, y el eructo que también fue el símbolo supremo de la campaña electoral con que sepultó a la mafia de los Römer, ya se ha vuelto rancio, no convence para nada. Y no podemos aceptar lo que algunos andan sosteniendo de que ese eructo es y debe seguir siendo socialista. La pinga.
Por eso y mucho más, ahora Marcos Hernández, director de la ONG, “Periodistas por la Verdad”, consignó ayer ante la oficina regional del Consejo Nacional Electoral un documento solicitándole el referendo revocatorio al señor gobernador de Carabobo.
Marcos Hernández no habla lo de la Hummer, sino que señala que esta solicitud obedece a que “son muchos quienes no están de acuerdo con la gestión de Acosta Carles”, argumentando que en ese gobierno existen deficiencias en materia de seguridad pública fundamentalmente, y porque es un gobierno que no va con la línea revolucionaria. Dijo que en los dos años que Acosta Carlez lleva al frente del gobierno regional, “hay más corrupción que en los catorce años que estuvieron los Salas Römer hay mafias dentro de la Gobernación y se están enriqueciendo indebidamente”. Agregó Hernández que “como periodista comprometido con la revolución bolivariana no puede ser indiferente ante el saqueo que se le está haciendo al estado Carabobo, por la corrupción que se ha desatado”.
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