¡Esto no puede continuar sucediendo!

En el pasado, a las asociaciones que agrupaban a determinados trabajadores se les llamaban gremios, hoy a muchas de ellas se le llaman COLEGIOS, seguramente porque esta última palabra suena con un contenido de mayor distinción y determina que sus afiliados son universitarios, siendo por lo tanto una manera de diferenciarse de otras asociaciones; como serían aquellos gremios que agrupan a los ganaderos, agricultores, maestros, zapateros, comerciantes, electricistas, fotógrafos, camarógrafos, transportistas, etc. Todavía debe haber mucha gente que recordará como se respetaba algún mensaje dado a conocer por las asociaciones de periodistas, médicos, abogados, ingenieros, etc., etc., y que rememoran como era admirada las directivas de esos gremios por estar ellas integradas por personas saturadas de calidad humana, así como también la inmensa mayoría de las personas que constituían cada uno de los gremios; total, que resulta del cielo a la tierra la comparación de aquellas dignas asociaciones gremiales con los corrompidos actuales Colegios de Profesionales.

Es poco probable que algún venezolano haya oído que alguna seccional de estos Colegios ha efectuado algún llamado para estimular públicamente a sus asociados para que sean fieles cumplidores del deber adquirido por cada uno de ellos, o para que se esmeren en desarrollar un honesto trabajo profesional; al contrario, lo que si se ha leído, oído o visto en los medios de comunicación es la defensa a ultranza de algún profesional asociado, señalado por mala actuación en algún caso específico relativo a su tarea especializada o debido a un comportamiento personal impropio. La falta de interés de los Colegios por realzar el decoro de sus afiliados, da a entender que estos gremios solo se ocupan de mantener una estrategia centrada en el amparo y la defensa de sus agremiados; por encima de cualquier valor moral quebrantado por algunos de ellos.

Una muestra. Observe como hoy a cada sede del Colegio de Periodistas van los asociados, la mayoría de ellos, a preparar con dos o tres personas más alguna acción pérfida para luego darle una manipulada y sórdida publicidad. Algo parecido acontece en cada sede del Colegio de Abogados, allí van sus afiliados, mayormente, a negociar con jueces, notarios y registradores, a transarse con sus colegas defensores del cliente contrario al suyo para sacarles el mayor provecho económico a ambos; en otras palabras, las instalaciones de los Colegios son los lugares más apropiado (fuera de sospecha) para negociar entre iguales los casos de juicios civiles, mercantiles, tributarios, agrarios, o penales, y lo peor, enseñar extra cátedra a los abogados recién graduados como se realizan las diferentes vilezas en el desempeño de su profesión, conclusión, esos espacios se convirtieron en guaridas y dejaron de ser lugares exclusivo para el esparcimiento y sociabilidad de los asociados y familiares.

Como si esto fuera poco, el Colegio de Abogados fue autorizado por sus protectores en la Cuarta República para cobrar un impuesto y que esa recaudación se enterada en sus propias y particulares arcas gremiales. Compruebe usted como en las Notarías y Registros Públicos del país al introducir un documento el interesado tiene que pagar dos impuestos, uno al sector privado, Colegio de Abogados, y el otro que va al sector público, Gobierno Nacional; observe también como en los locales donde funcionan tales dependencias gubernamentales se le concede al Colegio de Abogados el disfrute gratuito de oficinas, muebles, útiles de escritorios, y a sus empleados el uso ilimitado de los servicios.

Y… ¿qué hace los Colegios con el Código de Ética Profesional? En la actualidad este instrumento solo sirve para consumar represalias contra afiliados que no están de acuerdo con la ejecutoria de la directiva de turno, siendo así como les son levantados expedientes amañados que luego pasan al Tribunal Disciplinario respectivo para que los condenen y les impidan ejercer su profesión; conculcándoles el derecho al trabajo. De modo que ya esta bueno ya, el Estado debe intervenir y poner fin a tales irregularidades y privilegios. ¡El gobierno está en la obligación de velar por la decencia y el engrandecimiento de la patria!

joseameliach@hotmail.com


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José M. Ameliach N.


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