Mi amiga Omaira, para las experiencias negativas, tiene un refrán muy andino: “Del ahogado, el sombrero”. Esto es, que todo evento negativo tiene un lado positivo, y viceversa. Este principio se puede aplicar claramente en la derrota que padecimos el 2 de diciembre, cuando nos quedamos mirando para arriba en la madrugada en que dieron los resultados. Esa derrota nos sacudió, desde la Presidencia Misma, hasta los que estamos en las arenas de la lucha de base. Y nos dijo que los problemas internos son más importantes de lo que usualmente se cree.
Es que la revolución bolivariana tiene dos grandes enemigos estratégicos, capaces, si no nos ponemos las pilas, de derrotarnos de manera análoga a como sucedió en Nicaragua y en tantos otros sitios: Esos macro enemigos son: El imperialismo norteamericano en el exterior y la corrupción en lo interno. Y no es que desestime el burocratismo y la ineficiencia, que son fases de lo mismo, (parásitos heredados de una cuarta república venida a menos pero que, como recomienda Maquiavelo, ha optado por unirse al enemigo que no pudo derrotar directamente). Unirse a él para reventarlo desde dentro. Y allí lo tenemos, como una bala en la nuca, en sitio delicado, donde es necesario aplicar precisión de microcirugía para extraerla, o esperar que ella solita se traslade, para que no afecte el conjunto del organismo. La ineficiencia, las trabas burocráticas injustificadas suelen ser herramientas de la corrupción, a la que sirven desesperando a los usuarios para que se apuren en ofrecer el soborno al ladino funcionario que lo cocina a fuego lento con retardos, excusas, y, con frecuencia (porque son escuálidos) achaca los retardos a su jefe.
No creo en ese mito actual de que hay chavistas corruptos. Si es corrupto no es chavista y, aunque se vista de rojo, hay que combatirlo.
El otro mito, que está siendo tan ampliamente publicitado que hasta algunos chavistas ingenuos se lo creen (porque chavistas ingenuos sí hay) es de que tooodo es culpa de Chávez. En justicia, es necesario refrescar la memoria de los camaradas ingenuos que, porque hemos tenido una derrota parcial y temporal, ya ven la causa perdida. Tuvimos otras más graves el 4 de febrero y con el golpe del 2002 y salimos de esa. Pero es bueno que recuerden lo siguiente:
Nosotros estuvimos décadas enteras luchando por la revolución y no salimos de la defensiva estratégica en la que nos sumió el imperialismo, sobre todo después de la derrota de la URSS. Sin embargo el comandante Chávez, joven, bizarro y genial, fue quien nos sacó de ese foso y proyectó a Venezuela, de ser “un país de mujeres bellas y gobiernos corruptos”, a protagonizar el liderazgo del mundo. Un país que acabó con el analfabetismo, resolvió el problema médico asistencial, llevó a estudiar a la universidad a todo el que quisiera, PAGÓ LA DEUDA EXTERNA, puso a flotar el precio del petróleo que aún sigue subiendo hasta límites históricamente insospechados, ha construido obras de infraestructura que dejan pálido a Pérez Jiménez, ha respetado excesivamente los derechos humanos de la zanganería de oficio que conspira por dinero, puso contra la pared, políticamente, al imperialismo y fue capaz, en el corazón de las Naciones Unidas, con su índice acusador dirigiéndose al piso, de exclamar “¡Esto no sirve!” ...y salir vivo de allí, del pecho del imperio. Algo a lo que muchísimos no se atrevían.
Es fácilmente entendible lo de la amnistía, lo hizo el presidente cuando nadie lo esperaba; pero esa impredecibilidad es una de sus mejores armas políticas. Creo que hoy día, a menos que se esté enterrado o se crea lo que dicen los escuálidos, está claro que no habrá amnistía sino para los que se pusieron a derecho, que no son precisamente los comisarios asesinos ni los cabecillas fugitivos que aún no han parado la carrera.
En cuanto a lo de Colombia. ¿Una derrota para quién? ¿Para Chávez? Si el niño Emmanuel lo tenía o no la guerrilla, quién mintió o no mintió, eso no afecta a nuestro Presidente. Él volvió a las negociaciones, que siguen aunque no le guste al imperio y a sus empleados. Ya está claro el carácter beligerante de las FARC y el hecho de que Uribe sirve a quien sirve, que está loquito por que no haya ninguna liberación de rehenes ni la guerrilla se pacifique porque es muy capaz de ganarle unas elecciones y, sobre todo, si se termina la guerra civil se tumban los negocios de venta de armas que tanto han enriquecido a las industrias gringas. Entonces ¿Derrota? No. Está clara la verdad.
Y no es que lo esté defendiendo. Chávez no necesita que lo defiendan. Es como una luz de bengala que guía con sus actos, gústele a quien no le guste, el movimiento revolucionario de los pueblos del mundo.
Somos nosotros quienes tenemos que meterle el pecho a la organización del PSUV, al reconocimiento de un pueblo que acostumbra estar por encima de sus dirigentes y que debe ser quien dirija todo, a la organización del poder popular desde las calles, a confrontar a los corruptos que tengamos al alcance sin que nos dé lástima, ni consideremos que es el cuñado, que es una chica hermosa, que tiene tantísimos años en la administración pública; que van a decir que somos malucos y van a recoger firmas para pedir nuestra cabeza. Somos nosotros quienes hemos pifiado, los que debemos hacer nuestra parte. ¿O hay que esperar que venga Chávez a organizarnos el Consejo Comunal, o a descubrir al tipo que está matraqueando a los usuarios y que los maltrata, o a botar a la secretaria que ayuda a los malandros que no vienen a trabajar pero que firman la asistencia?
Si no acabamos con la base de la corrupción, por más enroques y movimientos de mata que haga Chávez, no se va a poder, pero la culpa no sería suya sino de aquellos que chillan, que se las dan de expertos, que critican al presidente cuando no han hecho ni pizca de su parte, que escuchan al enemigo, que creen que es el líder quien debe hacerlo todo. Él traza los lineamientos generales, hace lo macro. Es a nosotros a quienes compete hacer la urdimbre diaria de la lucha revolucionaria. Más bien Chávez ha hecho demasiado.
Recomiendo a nuestros opinadores de oficio que respondan cada noche esta pregunta:
“¿Qué hice hoy para combatir a la corrupción y organizar el poder popular?”
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