Uno lee la nota, con este mismo título “Sobre los Aguinaldos de los Diputados de la Asamblea Nacional” de Maria Cecilia Valecillos, y le pasan dos cosas: se alegra porque YVKE tiene tanta audiencia y de que el asunto de los aguinaldos parlamentarios preocupe a la gente. Pero, además, uno se alegra al ver que la compatriota Valecillos se puso a averiguar y concluyó (por un mensaje electrónico de Earle Herrera) que los diputados cobraron un mes y no doce como yo afirmé, sin asegurarlo, en un programa de esa emisora.
“Descorazonar, sembrar dudas, es desarmar al pueblo. Mal hecho” concluye Valecillos. Buen regaño: uno debe cerciorarse antes de afirmar algo en un medio de comunicación. Mea culpa.
Pero, por otro lado, en los últimos años hemos recibido poca y mala información sobre lo que se hace, no se hace y por qué se hace en el gobierno (aparte de las fastidiosas cuñas y vallas estilo adeco que mencionó Chávez en su Memoria y Cuenta). Sabemos que los empleados del CNE cobraron 10 meses de aguinaldo, mientras que los de la Alcaldía Libertador nunca recibieron los aumentos ni los bonos presidenciales porque, les dicen, no son empleados públicos sino empleados de un “ente autónomo”…
Si se trata de “descorazonar, sembrar dudas y desarmar al pueblo” la Asamblea Nacional lleva la batuta: para muestra basta un botón del tamaño del desastre de la Reforma. No sólo empastelaron la propuesta del Comandante en Jefe, sino que la soberbia en los debates repugnó a muchos y –lo peor de todo- los diputados mostraron lo lejos que están del pueblo que los eligió, al no percatarse del desastre electoral que se nos venía encima.
Hay que arrebatarle a la oposición el monopolio de la denuncia de los males que aquejan al pueblo, y el monopolio de la crítica a la mala gestión en la administración pública. Esta revolución sólo se salva si no degenera en gobierno; y mediante una federación nacional de organizaciones de base, especialmente ahora que el enemigo interno descubrió que Chávez es un revolucionario infiltrado en el gobierno. El lema debe ser: “menéalo que se empelota”.
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