Los Colegios Profesionales
de Venezuela con sus Códigos de Éticas respectivos y las Leyes exclusivas
a cada especialidad, son Tribunales Inquisidores que operan en contra
de sus afiliados. Bien se sabe, por ser público y notorio, que
los Colegios Profesionales usan esos instrumentos solo para consumar
venganzas contra sus propios asociados, y esos asociados lo son, porque
están obligados a inscribirse en esos Colegios apenas terminan sus
carreras universitarias ya que de no hacerlo se les prohíbe ejerzan
la profesión alcanzada después de haberse estudiado no
menos de 18 años. Todo egresado universitario es un seguro afiliado
a su respectivo Colegio, no tiene escapatoria alguna, y aquellos
que no estén de acuerdo con las ejecutorias de las directivas de turno
de aquellas organizaciones más temprano que tarde le serán levantados
falsos expedientes incriminatorios por algún delito, pasados éstos
a comisiones honoríficas integradas por personas del mismo grupo y
por último remitidos, sin perdida de tiempo a sus propios Tribunales
Disciplinarios. Los Colegios Profesionales siguen al pie de la letra
la metodología oficial, es decir, actúan como si fueran el Cuerpo
de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, C.I.C.P.C.,
la Fiscalía de la República y los Tribunales de cada Circunscripción
Judicial de la República. Todo este grotesco accionar no se puede
concebir exista en este tiempo. ¿Cómo es posible existan organizaciones
privadas, Colegios de Profesionales, que continúan teniendo permiso
del Estado para poseer un Poder Judicial propio y allí juzgar a sus
afiliados que no siguen el ideario político partidista de los miembros
que conforman sus directivas?
Pero resulta
que la autorización otorgada a los Colegios Profesionales no termina
allí, pues una vez que el Tribunal Disciplinario de cada Colegio sentencia
una causa seguida a un imputado perteneciente a su propio gremio, el
Colegio pasa el expediente al Tribunal Disciplinario de la Federación
y este órgano del Colegio prontamente dicta la sentencia definitiva
y firme; tal como si fuera otro Tribunal Supremo de Justicia de la República
Bolivariana de Venezuela. Ahora bien, ¿Cómo es posible que a
casi diez años de un gobierno revolucionario pueda subsistir todavía
un adefesio de tal naturaleza? Si lo más importante de esta revolución
Bolivariana es el hombre y su dignidad, ¿Cómo puede ser que éste
esté obligado a pertenecer a una determinada institución gremial y
no se le de ninguna otra alternativa? La verdad que al contar
ésto da mucha pena, porque después de casi una década de implantarse
en el país un sistema verdaderamente democrático, constitucional,
de derecho y de justicia, todavía no se ha anulado la licencia que
la Cuarta República otorgó a los Colegios Profesionales. En el tiempo
transcurrido desde que se instaló el gobierno revolucionario, muy bien
se ha podido crear Tribunales Ordinarios donde ventilar los casos relacionados
con los delitos de malas praxis ejecutadas por profesionales y también
estos mismos Tribunales podrían ocuparse en dirimir los casos de ofensas
al honor de las personas, ofensas que se producen abundantemente en
este país, actualmente el ofendido prácticamente no tiene a donde
acudir para reclamar y lograr se le devuelva el patrimonio más importante
del ser humano; su dignidad.
En Venezuela se sabe que los Colegios Profesionales se han convertido en unos partidos políticos y actúan como tales en el ámbito local, regional y nacional. Sus directivos no cuidan las apariencias que deberían presentar dentro y fuera de sus sedes, por tal razón ellos no dejan pasar oportunidad alguna en dar a conocer sus tendencias políticas-partidistas. La autoridad del Estado estaba y todavía sigue disminuida ante los Colegios Profesionales, si no, ¿Cómo es posible que unas organizaciones privadas puedan administrar justicia y arrojar al desprecio público a sus afiliados, por sentencias producto del rencor y la retaliación? ¿Cómo es que se facultó al Colegio de Abogados a cobrar un impuesto en las Notarías y Registros del país al legalizar cualquier documento y que el total de esas recaudaciones se depositen totalmente en sus propias arcas? El administrar Justicia y el cobrar impuestos son tareas soberanas e intransferibles del Estado venezolano, y entonces, ¿Como es que hay organizaciones privadas que todavía lo hacen?
joseameliach@hotmail.com