Recientemente se dio en el estado Portuguesa-Venezuela, la Bienal Argimiro Gabaldon en su primera edición del 2018; el ganador de esta Bienal, en la modalidad ensayo libre, fue un excelente dramaturgo portugueseño (no puedo dar su nombre porque es una atribución única del Jurado calificador). En este evento estuve participando con el ensayo "Humanitas: Volviendo al origen", el cual reproduzco para ustedes en mi columna semanal, con la idea de siempre de compartir con ustedes las cosas grandes y las pequeñas que van hilando fino en la construcción de mi "yo" intelectual. Espero que mi ensayo les muestre algunos caminos aún no recorridos en el modelaje humanista del hombre. Así mismo, les informo a mis lectores que el Fondo Editorial El Perro y La Rana, publicó mi libro "Las ideas en la sociedad del siglo XXI", que está en formato digital a la disposición de todos ustedes en el portal del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. En fin, buenas noticias desde el estado Portuguesa para la cultura y para nuestro humilde papel en las artes y en la construcción de nuevo conocimiento. La nota lamentable de todo esto es que las autoridades rectorales de la Universidad donde laboro (la UNELLEZ), ni se tomaron el tiempo para hacer público su reconocimiento a mi trabajo que, por esencia vital de ser miembro de la comunidad Universitaria de la UNELLEZ, es un éxito para todos los que investigan y hacen trabajo cultural y académico en la Universidad que Siembra. Voy a imaginar que ha sido un desliz involuntario, para no pensar que es un acto de mezquindad e indiferencia hacia un valor académico que les ha sido muy incómodo porque he exigido respeto a la condición humana y justicia en la adjudicación de los derechos que cada trabajador merece al cumplir de manera excelsa sus deberes.
"En la actual precariedad del mundo, es necesario
menos filosofía, pero una atención mucho mayor al pensar,
menos literatura, pero mucho mayor cuidado de la letra…"
Martin Heidegger
("Carta sobre el Humanismo", 2001, p.90)
La historia del hombre es una línea del tiempo en razón de su cultura; el inicio civilizatorio se fue construyendo desde la observación a la naturaleza y el contacto cercano entre sus semejantes; nada del hombre se dio fuera del hombre, todo comenzó siendo una historia compartida, en la que diferentes maneras de entender la existencia como vida se fueron acumulando como capas afinadas entorno a un gran centro que siempre fue objeto de misterio y polémica, pero que al final se ha circunscrito entorno al Sol, esfera con elevadísimas temperaturas y presiones, que sirve de agente de equilibrio en la supervivencia del planeta tierra.
Esa cultura amasada en el intercambio y la dialógica perenne, aún en tiempos en que el lenguaje no existía, se abrazó al símbolo de los valores, los cuales se fueron tejiendo desde las normas concietudinarias de convivencia hasta la organización de la sociedad en instituciones sensibles y gestoras de las necesidades de los hombres. Alfred Kroeber (1876-1960), influyente personalidad de la antropología estadounidense, y el antropólogo y sociólogo, también estadounidense Clyde Kluckhohn (1905-1860), compilaron una lista de definiciones de cultura, simplificando este saber en términos en categorías precisas: la cultura es Cultivo, es decir, la acción y efecto de cultivar; la cultura es también un conjunto de conocimientos que permite desarrollar en el hombre su juicio crítico; la cultura es el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de ejercitar las facultades intelectuales del hombre; es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, entre otros; la cultura también es culto religioso, homenaje, tributo a Dios; la cultura igualmente es un conjunto de valores, creencias orientadoras, entendimientos y maneras de pensar que son compartidos por los miembros de una organización y que se enseñan a los nuevos miembros, "…donde la cultura constituye las normas no escritas e informales de las organizaciones humanas; la cultura se presenta como un conjunto de los elementos materiales y espirituales que, a diferencia del entorno y los medios naturales, una sociedad crea por sí misma y le sirve para diferenciarse de otra. La lengua, ética, instituciones, artes y ciencias son los elementos que constituyen la cultura…" (Kroeber y Kluckhohn, 1952, p.54).
En el mismo aporte de Kroeber y Kluckhohn (ob.cit.), destacan que la cultura, cuya voz latina es cultus, la cual deriva de colere, de cuya gama de significados derivan habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración, cuidado del campo o del ganado, entre otros; en este sentido Raymond (1976), recrea la postura ideática de cultura con la frase "Culture is one of the two or three most complicated words in the English language" (p.76); si bien la confiere a una lengua moderna reconocida, el inglés, no es menos cierto que el ejemplo se extrapola al idioma español, donde cultura es más que un término complejo y multidimensional, tiene una significación mayúscula al estar relacionada con las acciones de las cosas vivas que se renuevan constantemente. En español cultura significa también "habitar", de ella, en la superposición del término latino "colere", desemboca en la idea de colonia, colono; es decir, el valor descriptivo de cultura se circunscribe al significado de crecimiento de la gente que ocupa un nuevo territorio, por ende cultura es la consolidación del proceso civilizatorio de homo sapiens convertido en un ser que honrar con adoración sus orígenes y que le coloca a ese referente de la historia símbolos y marcas que la hacen imperecedera en un recuerdo permanente consigo mismo.
Pero la definición de cultura, en esa multidimensionalidad en la cual se encuentra en la convivencia humana, genera por sí misma otras aristas que la vinculan no solamente con su influencia en brindarle un sentido de organización y valores a los hombres, sino que, tal cual lo expresó el antropólogo Edward Burnett Tylor (1832-1917), la cultura "…es un todo complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y todas las otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad" (Tylor, 1982, p.66). En este aspecto, Tylor visualiza la cultura como parte intrínseca del espíritu humano y por ende repercute en su visión de vida y de trascendencia.
Por su parte el antropólogo inglés Bronisław Kasper Malinowski (1884-1942), explica la cultura como extensión de la herencia social, donde la "…realidad instrumental que ha aparecido para satisfacer las necesidades del hombre que sobrepasan su adaptación al medio ambiente. La cultura es un todo integrado" (Malinowski, 1981, p.28). Ello muestra que el hombre en su adaptación al medio ambiente no ha escatimado en ideas ni en aproximaciones al conocimiento de lo que le rodea, simplemente lo transforma, lo construye según un modelo ideático propio, nativo del abstracto de sus ideas, nada en consonancia con el universo y su energía.
Un tanto más allá de la postura de Malinowski, el antropólogo Ralph Linton Gillingham (1893-1953), percibe la cultura como "…la suma de conocimientos y modelos de comportamiento que tienen en común y que transmiten los miembros de una sociedad particular" (Linton, 1955, p.55). Y el también antropólogo Alfred Reginald Radcliffe-Brown (1881-1955), para quien la cultura "…es una abstracción. Lo que observan son los seres humanos y las relaciones que establecen entre sí" (Radcliffe-Brown, 1972, p.46). Ambos autores presentan esa novedad en el concepto cultura, la de mostrar una versión muy humana de lo que rodea al hombre y no una versión natural de lo que significa el hombre en el medio natural. El hombre no se adapta como tal al medio ambiente, adapta el medio ambiente a su mundo abstracto, con necesidades artificiales, todo hecho pagando el inmenso costo de la sustentabilidad del medio ambiente.
En un aspecto más cercano a la experiencia latinoamericana, está la definición de Clyde Kluckhohn (1905-1960), sociólogo y antropólogo estadounidense, que hizo sus estudios de campo en México, para quien la cultura es un muestrario de "…los modelos de vida históricamente creados, explícitos e implícitos, nacionales, irraciones y no racionales que existen en cualquier tiempo determinado como guías potenciales del comportamiento de los hombres" (Kluckhohn, 1999, p.32). Kluckhohn propone la idea de "modelo histórico", matizando la cultura como expresión del comportamiento humano, que está allí como parte de su condición de hombre y no como parte de la naturaleza.
Ya, desde una percepción más moderna e identificada con el aspecto social de esa cultura que le ha dado un sentido al proceso civilizatorio en el planeta Tierra, el antropólogo belga, nacionalizado francés, Claude Lévi-Strauss (1908-2009), expresó que "…llamamos cultura a todo fragmento de humanidad o conjunto etnográfico que desde el punto de vista de la investigación presenta por relaciones a otros conjuntos de variaciones significativas. De hecho, el término cultura se emplea para reagrupar un conjunto de variaciones significativas cuyos límites según prueba la experiencia coinciden aproximadamente. El que esta coincidencia no sea nunca absoluta ni se produzca jamás en todos los niveles al mismo tiempo no debe impedirnos el empleo de la noción de cultura que es fundamental en antropología y posee el mismo valor heurístico que el concepto de aislado en demografía que introduce la noción de discontinuidad" (Lévi-Strauss, 2011, p.67). En concreto, Levi-Strauss relaciona la cultura con la necesidad de socialización de los seres humanos, percibiendo desde el aspecto de cultura un mundo que se descubre a través de los valores, quedando nuevamente al margen el vínculo con la naturaleza y la razón.
Un autor que ha valorado esa percepción natural de cultura que por motivos de las disciplinas del pensamiento moderno se ha querido presentar como ajena a los principios humanos de los hombres, es la del científico alemán John B. Goudenough (1925), quien internaliza la cultura como un orden natural que necesitamos saber o creer, para encarar la vida en sociedad "…de manera que podamos proceder de una forma que sea aceptable para los miembros de esa sociedad. Es más bien la forma que tienen las cosas en la mente de la población y los modelos de la misma para percibirlas, relacionarlas e interpretarlas" (Goudenough, 2008, p.87). Goudenough, es uno de esos pensadores que ha contribuido a los últimos mayores saltos de la tecnología actual, ya que con su antecedente de haber creado las baterías Li-Ion, para los aparatos electrónicos, aumentando el rendimiento y autonomía de los mismos, representa una de las voces más calificadas de ese proceso de transformación humana hacia una cultura más adherida al medio ambiente, estableciendo puentes entre lo tecnológico y la naturaleza, binomio nada amigable en un tiempo histórico que reniega lo tradicional y se ufana de cambiar la cara original del paisaje terrestre.
En un aspecto puntual, está la postura del antropólogo social Edmund Ronald Leach (1910-1989), para quien el término cultura es una categoría que acepta la sociedad vinculada con la naturaleza, como un agregado de las relaciones sociales, haciendo hincapié en "…la socialización como un componente de los recursos acumulados materiales e inmateriales que las personas heredan, utilizan, transforman, aumentan y transmiten, siempre hilvanados en un respeto a las estructuras naturales que albergan la vida humana" (Leach, 1976, p.12).
Es en razón de estas percepciones acerca de la cultura que se impone en el ahora histórico nuevas maneras de entender la vida y la civilización humana, apreciando la transformación social como un reencuentro con los valores originarios que dan vida y equilibrio al planeta Tierra.
Sin embargo, el hombre en ese tránsito desde sus orígenes hasta una modernidad fraccionada y permeada ante los impulsos de una cotidianidad en lucha constante con el tiempo, se va amalgamando entorno a la angustia y a la desesperación; en palabras de Jean-Marc Besse (2003), "…lo que caracteriza tradicionalmente a la cultura y la distingue de la naturaleza es el artificio, la costumbre, la convención" (p.5). Es decir, se aprecia la cultura como una institución humana, la cual se traduce en el "ejercicio de una voluntad", en términos de Besse, que a su vez se conjuga en las intenciones de los sentidos hacia la realidad depositada en la naturaleza; la cultura, explica Besse, "…es un mundo donde se despliegan reglas y valores" (p.6). Allí las accionar humano son expresiones de la diversidad de creencias, de la inconstancia de las pasiones, o incluso de la contradicción de las decisiones humanas; la cultura aparece como constancia de las formas de lo viviente, motivando a la naturaleza a descubrir al hombre y viceversa, de esta manera se llega a una nueva forma de encontrar la realidad, ya no desde lo humano como causa primera, sino desde la integración entre la naturaleza y lo humano, conectado por una cultura alimentada de las experiencias de los hombres en su indiferencia hacia la naturaleza; la categoría propuesta por Gilles Lipovetsky y Jean Serroy (2010), "la cultura-mundo", es la que viene a presentar un nuevo avance en la aceptación de que el hombre ha fracasado en construir su mundo y le toca deconstruirse a sí mismo, para volver a ser hacerse en virtud a lo que ha quedado del planeta. Tal cual lo reafirman los autores: "Más allá de la crisis, los atrasos, las desigualdades en el desarrollo, no cabe duda de que se está imponiendo una cultura-mundo que reorganiza de arriba abajo el sentido y el fundamentalismo de las culturas particulares heredadas de tradiciones milenarias" (p.69).
El asunto que mueve el mundo moderno es la "hipocresía"; por esta voz que proviene del griego ὑποκρισία (hypokrisía), se ha entendido como la necesidad de esconder nuestros verdaderos sentimientos y motivaciones, proyectando una imagen falsa e irreal de nosotros mismos, y asumiendo conductas hacia las cuales se oponen parte del ser que nos define como persona pero que nos domina más el temor al "qué dirán" que vivir en razón de nuestros valores y sentido de la proporcionalidad humana. La hipocresía ha invadido el mundo civilizado moderno y eso se nota más en los grupos humanos que rodean a un líder u hombre con actitudes mesiánicas; la masa es femenina, como exponía José Ortega y Gasset, pero la masa, el cuerpo humano de un espacio repleto de gente, es débil, manipulable, fácilmente dócil a los discursos. Es en razón de esa realidad que se ha fundado la idea del humanismo moderno, como extensión de actitudes hipócritas que han delineado un perfil del ser humano que no es cónsono con la realidad circundante y de época. Un ser humano vacío, infértil, sin valores y muy temeroso de perder las dádivas que se dan en el mundo urbano; la riqueza material y capital, se asume como bandera de un territorio o de una morada, para terminar con conceptos vacíos como del de Patria, Pueblo, Soberano…
La política ha puesto hipócrita al ser humano; se tiende a llamar a ese hombre moderno, un hombre moderado, diplomático, dialógico, calculador, inteligente; para algunos, aún con conciencia revolucionaria e ideológica, no son más que cómplices de un mundo destruido desde sus fundaciones en sus valores y en sus pretexto por hacerlo todo para salvar la civilización.
El poeta español Leopoldo María Panero (1948-2014), nos detalla perfectamente ese sentimiento agobiante de la hipocresía en el mundo moderno en su poema "El Loco": He vivido entre los arrabales, pareciendo/ un mono, he vivido en la alcantarilla/ transportando las heces,/ he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas/ y aprendido a nutrirme de lo que suelto./ Fui una culebra deslizándose/ por la ruina del hombre, gritando/ aforismos en pie sobre los muertos,/ atravesando mares de carne desconocida/ con mis logaritmos./Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla/ y que mis padres me sedujeron para/ ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos./He enseñado a moverse a las larvas/ sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír/ cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran./ Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,/ y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda/ ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»/ y "qué oscuro es tu nombre"./ He vivido los blancos de la vida,/ sus equivocaciones, sus olvidos, su/ torpeza incesante y recuerdo su/ misterio brutal, y el tentáculo/suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies/ frenéticos de huida./ He vivido su tentación, y he vivido el pecado/ del que nadie cabe nunca nos absuelva (Panero, 2005, Pp.47-48).
Se da en este poema de Panero la descripción de un mundo tomado por la maldad, por la desidia y el sufrimiento; un mundo que tuvo su origen en aforismos hermosos y aterciopelados; donde se entendió la vida humana en razón de lo expresado por aquel filósofo-sofista griego Protágoras de Abdera (481 a. C-411 a. C.), quien a través de su retórica expresó que "El hombre es la medida de todas las cosas"; mostrando al hombre como un ser individual o colectivo, pero que integra todo cuanto es vivencia y existencia, por lo cual todo está dado desde que la realidad existe desde él; en lo individual el hombre es concreto, de una sola pieza; y en lo colectivo, alude a que está propenso a la debilidad, a su fragmentación y manipulación. Pareciera que lo tan pregonado por los cientistas políticos modernos de que en la "unión está la fuerza" es una falacia, pero no, la postura es válida en lo táctico, en lo estratégico es necesario que asuma una condición sólida como a lo individual de los hombres; es decir, que la unidad de los contrarios se compacte en dos o tres ideas programáticas y de allí se imponga frente a cualquier corriente adversa en la sociedad.
Eso hace que en esta búsqueda de respuestas hacia el origen del Humanitas en la sociedad moderna, se haga remembranza del pensamiento del filósofo venezolano Ludovico Silva (1937-1988), quien en su ensayo "Humanismo clásico y Humanismo marxista", publicado en Caracas por Monte Ávila Editores en 1982, obra que también buscó responder nuestra incógnita acerca del Humanitas, pero que bifurcó en un pensamiento influenciado por el pragmatismo ideológico lo que por ende no responde a la búsqueda de ese origen de lo humano, sino que hace inflexión acerca de las consecuencias ideológicas del hombre, desdoblándolo hacia un espectro de lucha de clases que está distante de nuestra intención con las presentes ideas. Sin embargo, se rescata algunos fragmentos que bien responden al sentido idílico de la voz Humanitas en el mundo moderno.
Silva (1982), hace alusión a que el término Humanitas no era conocido por los griegos, el término que se le aproxima es "anthropotes"cuyo significado era "humanidad, género humano"; los sofistas griegos, expresa Silva (ob.cit.), que no era precisamente el término Humanitas para referirse al ser humano; su término fue "philanthropia", de donde deviene "humanitarismo"; en un sentido concreto, los griegos describían la acción de misericordia y reconocimiento hacia el hombre de parte del hombre mismo, pero no desarrolló el término en fundamentación a darle connotación de esencia del ser humano, de vínculo entre la naturaleza y el hombre; diálogo permanente entre lo conocido y lo desconocido, en un espacio común de cooperación e intercambio de energía.
Los único que buscaron acercarse a un concepto de Humanitas que fuera más allá del término cultura, como raíz de valores de lo humano, fue la triada de poetas canónica , representada por los poetas italianos Dante Alighieri (1265-1321), Giovanni Boccaccio (1313-1375), y Francesco Petrarca (1304- 1374); quienes crearon, a través de su obra, una cultura "humanístico", "…entendido como asuntos, temas, situaciones alegóricas al ser humano, o al hombre en el sentido puntual del término…" (Pp.10-11)
En un aspecto puntual, Silva (ob.cit.), cita la obra del filósofo italiano Augusto Campana (1906-1995), titulada "The origin of the word humanist" (1946), en donde se expresa que el significado de "umanista", como el estudio de las humanidades (Studia humanitatis). Desde esta postura, el humanista se ocupa del hombre en cuanto hombre y de su formación para llegar a serlo. Silva (ob.cit.), lleva la idea de Humanitas a un descriptivo de uso de esa humanidad por parte del hombre y se refiere a la condición de interés, de curiosidad por el saber humano de una manera holística e integral. En ese aspecto Silva (ob.cit.), hace referencia al humanismo clásico, por ser de carácter universal (greco-romano), el cual moldea y descubre el pensar utópico, tomando de las ideas del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), una teoría bastante convincente de esa génesis de Humanitas , y se refiere a que esta voz, el humanismo como entidad universal, se refiere al hombre como un ser en "sí mismo", destacando que la esencia del hombre no está en las cosas que posee, ni en las cosas que produce contra su voluntad , sino en todo aquello que contribuya a mantener vivo el espíritu humanista. Hegel simplifica en su filosofía el espíritu del humanismo, primero destacando el conocimiento racional, porque lo Universo es racional; luego percibiendo la existencia del hombre en función de del dialectismo que conduce a principios antagónicos donde la realidad se "transforma" y se dan confrontaciones lineales que reavivan la negación como origen y principio de los contrastes, aspecto que permite visualizar el Humanitas como extensión del ser-en-sí, el ser-para-sí y el ser-en-sí y para sí; donde el espíritu Universal se conjuga con la noción de libertad y es allí cuando el humanidad se encamina hacia un conocimiento del ser humano en todo cuanto representa su ser y su entidad en la estética del espacio civilizatorio.
Desde un plano general, Humanitas, ya en el siglo XIX, pasa a ser expresión de terminologías que buscaban identificar lo humano y lo divino en la espiritualidad del hombre. Es así como se dan las voces de "humanistas", "humanismo" y "Humanístico"; todos haciendo referencia al sentido de humanismo en el quehacer intelectual; en 1538, se va a dar la atención al humanismo como parte de un estudio, de una formación del ser humano. El humanismo se ocupa de los estudios de res-humaniores, en cuanto designa sentido y dirección a la razón de vida del hombre puro; el humanismo adopta el punto de vista de la totalidad y conduce a la naturalización del hombre.
Estas ideas se fundamentan en el legado de Cicerón (Marco Tulio Cicerón filósofo, escritor y orador romano, 106 a. C.-43 a. C.), quien como uno de los precursores de dicho término en el sentido de asignarle a Humanitas, la acepción de espíritu humano relacionado con la herencia, el derecho a la existencia y la cultura de la civilidad, permiten interpretar el Humanitas como virtud que se va constituyendo en razón del cultivo de lo humano de cada hombre.
A todas estas, el sendero espiritual del individualismo, no llegaría a ningún lugar sin la posibilidad de fortalecer en el hombre su condición intelectual, a través de la formación permanente; va ocupando la Humanitas atribuciones del término "paideia" (παιδεία), el cual significa "educación", donde la rigurosa formación intelectual, espiritual y atlética del hombre, son los aditivos necesarios para augurar una Humanitas que refuerce el espíritu humano, dotando al hombre de una autonomía que lo hace "idea", absolutamente productor y difusor de ideas. Pero la educación o el proceso formativo desde la Humanitas como idea, está concebido para engrandecer la triada de hombres de la polis que tenían en el poeta, el hombre de Estado y el sabio, una triada dialéctica que no persigue superficialidades en las pulsaciones del pensar humano, sino que se ocupa de su esencia, de su profundidad en la mente y en el comportamiento del hombre en sociedad.
A todas estas, lo que se entiende por Humanitas es la combinación de la cultura, la educación y el vínculo entre la naturaleza y el hombre, para la formalización de las posturas ideológicas en la sociedad moderna. Todo cuanto mueve al hombre no vino de improviso ni se ideó por razones lógicas y racionales, surgió producto de una evolución de las infinitas interconexiones de la materia humana hacia sus adentros y de esa misma materia estableciendo posturas dialógicas con su entorno, recreando lo que material y lo inmaterial, en el marco de la historia.
Así se da, como se recalcó anteriormente, el epicentro del legado de Humanitas, desde la antigua Grecia, bajo la égida de la hipocresía, teniendo esta acción un lugar privilegiado en la formación de la condición humana; primero fue una labor de los actores y los intérpretes, quienes en un papel determinado actuaban con maldad, como amantes o amigos pero tan solo era el papel que estaban desarrollando; de esta manera el ser hipócrita implica actuar fingiendo una actitud o hacer algo que solamente le interesa ver a una membresía, ocultando lo que realmente se siente y se es. Por ello, para explorar la Humanitas, es necesario conocer la no-Humanitas que sería la muerte, escenario en donde la hipocresía es abolida por lo incierto y misterioso de lo espiritual.
La Humanitas está presente en las acciones del hombre y en su suerte; vive y transpira en razón de un mundo que está ausente de valores, de principios; se afianza en la bóveda de un mundo que se transforma y se agrede a sí mismo. De este modo surge la idea de la muerte, explicada desde un laberinto de dudas, cuya esencia y el lugar de no-existencia, está en la morada del alma. La teoría del "yo", asume que el ser humano nunca podrá crear esa nave fantástica que lo regrese de la muerte a la vida nuevamente; esto debido al problema del alma, puesto que el alma es inmaterial y carece del "yo", ese que distingue al ser humano uno del otro. Es imposible duplicar lo inmutable, por lo tanto, la muerte se presenta desde la Humanitas como la reafirmación del "yo" único en la vida, y su anulación o la nada, al darse el cambio a la muerte.
Desde la tradición argumentativa occidental, la muerte traspasa nuestra conciencia, lleva a un nivel mayor, superior, a la materia, la cual se desvanece y transmuta a través del alma, imponiéndose una conciencia proto-muerte que se tiende a dilucidar mientras se vive; el ser humano se enfrenta a la idea de eternidad, sumida en un sueño eterno cuya base está en la emoción y en la visión de la luz al final de la vida. Para el filósofo alemán Martín Heidegger (1886-1976), el morir debe asumirlo cada Dasein (combina el significado de "ser", sein, y "ahí", da, que significa existencia) por sí mismo; la muerte, en la medida en que ella "es", es por esencia cada vez la mía. La muerte significa una peculiar posibilidad de ser, en la que está en juego simplemente el ser que es, en cada caso, propio del Dasein. En el morir se echa de ver que la muerte se constituye ontológicamente por medio del ser-cada-vez-mío y de la existencia.
Ahora bien, desde el ideal de la Humanitas, se da una postura más creativa y práctica, acerca de la muerte y la materia; muy en la honda de lo que Gadamer (1995), califica de la visión moral y religiosa de la separación "…entre alma y cuerpo corresponde, en su núcleo, a la separación entre la ciencia matemática y la experiencia sensible" (Pp.47-48); en este sentido, la vida de quien aborda su existencia como filósofo, es "…un camino hacia la muerte" (ibídem), donde hay la separación de lo sensible del cuerpo. Gadamer (ob.cit.), de manera incisiva, destaca el concepto de Platón del "fluir", el cual no se separa del concepto de "lo permanente", el uno "…implica al otro…, que la memoria y la opinión son una aproximación a lo idéntico, a lo permanente…" (p.68); Platón, y en ellos es explicativo Gadamer (ob.cit.), se prepara para morir, y esa preparación se hace desde la vida. El alma humana pertenece a esa categoría da las realidades invisibles, es, en su esencia, lo inmaterial, donde el alma se asemeja a lo divino, inmortal, inteligible, simple e indisoluble, siempre igual y siempre parecido a sí mismo; el alma se ha preparado pare su separación del cuerpo, va hacia un ser semejante a ella, divino, inmortal, lleno de sabiduría, cerca del cual, libre de sus errores, de su ignorancia, de sus temores, de sus amores tiránicos y de todos los demás males anexos a la naturaleza humana goza de la felicidad.
La Humanitas persigue la vida, y delega su significado al sentido de vacío y movimiento, a la ausencia de la vida; es decir, la muerte; se recrea su naturaleza en un tiempo de movimiento biológico corpóreo, la muerte enfrenta lo incierto, pero a pesar de ello se da la esencia dialógica de lo imaginario; la vida después de la muerte es vista como un anhelo, un mundo nuevo totalmente diferente a nuestro mundo ya que es un mundo celestial, según el punto de vista de cada persona, representado en el equilibrio, la paz y la concordancia con una existencia distinta pero que refleja, desde el mundo de la vida, los vínculos, experiencias, afinidades, con algo que es desconocido pero que garantiza seguir andando en un constante flujo de energía hacia el vacío.
A grandes rasgos, la Humanitas tiene en la muerte su afirmación y su negación; como ideal "uomo universale", su esencia es lo universal, sin ataduras, proponiendo un discurso de moderación, justicia, sentimiento estético, armonía con la naturaleza y armonía con el deber ciudadano. Una de las voces más calificadas que marcaron la consolidación de la Humanitas, entre el siglo XIV y XVI (d.C.), es la del filósofo, filólogo y teólogo neerlandés Erasmo de Róterdam (1466-1536), quien estableció la unidad entre la filosofía cristiana y el humanismo, estableciendo que la Humanitas es la vida a través de la diversidad y es la vida a través de la contradicción, requiriendo de la vitalidad de la existencia para establecer su espacio desde lo fragmentario y vital de las relaciones humanas. La Humanitas, a partir del Renacimiento, tomó el cauce de concentrar lo universal entorno al conocimiento y a los valores que la vida en sociedad establece como criterios de convivencia.
Llegar a la verdad desde la Humanitas, implica recorrer varios caminos, porque la verdad del hombre está identificada con cada célula que lo conforma, pero él tiene la dura tarea de ocultarla, de disuadirla para que no pueda expandirse fuera del foco controlado de la civilización. En estos últimos tiempos la ciencia ha tenido diversas manifestaciones, desde representar un cúmulo de conocimientos sistematizados y orientados hacia la consecución de definiciones puntuales, hasta la concreción con realidades tan punzantes y dinámicas como el orden y el desorden.
El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017), en su texto "Modernidad y ambivalencia" (2005), planteó, en su momento, que la existencia de la Humanitas está presente en la modernidad desde sus inicios y que se manifiesta "…en la medida en que se bifurca en orden y caos. La existencia es moderna en la medida en que contiene la alternativa del orden y caos. Orden y caos, y nada más. Pero el orden no apunta a un orden alternativo como sustituto. La lucha por el orden no refiere a un combate de una definición contra otra, a un modo de articular la realidad frente a una propuesta de competencia. Se trata de una lucha por la determinación contra la ambigüedad, de precisión semántica frente a la ambivalencia, de transparencia frente a la oscuridad, de claridad frente a lo difuso…" (p.26).
Bauman (ob.cit.), adjudica a la Humanitas la construcción de la modernidad en un tiempo lineal, donde la Humanitas se extiende entre el pasado que no puede perdurar y el futuro que no puede existir. Describe la existencia de un proyecto inconcluso la civilización moderna, en el cual no ha sido posible la erradicación de los problemas biológicos que a través de los genes se transmiten y hacen que algunas etnias humanas sean más vulnerables que otras y menos agraciadas en el manejo de la razón que otras. Es decir, la Humanitas en la modernidad ha tomado su ímpetu en la visión del superhombre que creara Friedrich Nietzsche, filósofo alemán (1844-1900), la cual comienza, según Scruton (1999), con la proclamación de que "Dios ha muerto"; en acepción de Nietzsche, se hace necesario construir una nueva modernidad, criticando los valores tradicionales, donde la doctrina del cristianismo ha contaminado cualquier acercamiento con la verdad, por lo tanto es necesario renunciar a esas ideas falsas y concentrar la atención en los valores que abordan la moralidad de una sociedad fuerte y altamente competitiva, apartando a los grupos sociales débiles y resentidos que fomentan comportamientos de sumisión y conformismo. Nietzsche sentencia que la manipulación de las masas populares, solamente engendran miseria y retraso en el mundo moderno; esa masa popular sin un fondo ideológico y humano determinado, la califica de manada o muchedumbre, porque se adapta a las tradiciones y no ve más allá del bosque.
Es ante esta realidad que Nietzsche propone su ideal de superhombre, un ser individualista, utópico y seguro de su lugar en el Universo, abierto a la confrontación con la tradición filosófica, contra el dogmatismo difundido por Sócrates, Platón, Aristóteles y la filosofía cristiana; sobre todo plantea se muestra defensor de una postura que confronte a los hombres inferiores y a los hombres superiores, siendo éstos últimos los ganados a perpetuar la existencia humana.
El superhombre de Nietzsche, no se identifica con una clase social, ni con privilegios que le puedan venir por la tradición, su lugar descansa en el poder de los genes que garantizan la excelencia, reconociendo una nueva conducta moral, la cual rechaza la esclavitud, la conducta gregaria de los que siguen normas morales ya establecidas; los valores morales que sean fieles al mundo de la vida y que le permitan expresar adecuadamente su peculiaridad, su propia personalidad y riqueza; el rechazo a lo trascendente (ni en Dios ni en un destino privilegiado para los seres humanos); su identificación con la exuberancia de la vida, con su intensidad y magnetismo humano que lo hace portador de un nuevo orden.
En este orden de ideas, la Humanitas está inmersa en la radicalización del pensamiento de Bauman (ob.cit.), al encararla en la modernidad como el producto del orden y el desorden; el orden da una civilización coherente con la preservación de la existencia humana y su control total de la naturaleza y los seres vivos inmersos en esa naturaleza; el desorden inmerso en la civilización herida tanto en su condición biológica como seres vulnerables y débiles, como en su condición de ser racionales que tienen dificultades para dominar y ampliar su aptitud natural hacia la inteligencia humana. Bauman (ob.cit.), recalca que en el contexto de la Humanitas el hombre quiere un cambio, una sociedad en orden, la cual garantice un mundo mejor, no solamente para la civilización, sino también para los seres vivos que comparte esta era epocal que cada generación vive. Bauman (ob.cit.), percibe la Humanitas como un espacio donde el hombre se confronta a sí mismo, sentenciando que la sociedad, en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos más impotentes que en ningún otro momento de la historia. Todos sentimos la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar nada. Somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, "…pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia. Todos sufrimos ahora más que en cualquier otro momento la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente" (p.34).
De esta percepción de la vida y de la realidad de esa vida, Bauman expone que el hombre construye una nuevo Humanitas, encarándola bajo la figura de la modernidad "líquida", y de ella expresa que reúne las características del humanismo moderno, el cual se encuentra desprovisto de cualquier tipo de barreras para canalizar sus acciones como grupo humano en crecimiento y transformación; es una sociedad que se comporta como los estados líquidos, donde nada se mantiene firme y todo adquiere formas temporales e inestables. Prevalece una dicotomía entre la modernidad sólida y la modernidad líquida, contrastándola con la visión de la posmodernidad y en contraposición con la propia modernidad, son denominaciones que expresan un significado parecido pero distinto ante la percepción de movilidad que cada categoría asigna: la modernidad se mueve en etapas cíclicas, la postmodernidad avanza elípticamente y la modernidad líquida fluye por todos los espacios en distintas direcciones, perdiendo su fuerza y su robustez en la búsqueda de consolidación de la civilización humana.
En ese contexto de la Humanitas moderna, con sus bifurcaciones de movimiento y de búsqueda de trascendencia más allá de lo civilizatorio, Bauman hace alusión a una ciencia que influye en la sociedad; una ciencia que juega un papel preponderante en la sociedad moderna, sobre todo por ser un conjunto de conocimientos que los seres humanos poseen y que hace posible un pensamiento lógico y técnico, frente a una situación o a un objeto, el cual obliga ir más allá de lo que sabemos para conocer la realidad de las cosas, internalizando el saber desde sus principios hasta sus causas.
Se recrea toda esta visión, en la simbología de un Humanitas rebelde, irreverente y crítico, donde el conocer, en su realidad y acepción práctica, tiene dos maneras generales de presentarse: por un lado por eso que para tener un conocimiento científico de lo que investigamos es inminente la necesidad de agrupar diversos niveles de conocimientos el cual nos dirija hacia una idea clara que nos permita dominar tanto conceptualmente como materialmente, una visión que sistematice, racionalice y compruebe, los elementos investigados, resaltando la misión sobre lo estudiado, que de igual manera sean sometidos racionalmente a verificación para de esta forma tener un pensamiento claro y objetivo y por últimos plasmar valores para que se tenga una un proyección ética y moral y se empleen nuevos conocimientos.
En un aspecto concreto, la Humanitas se va entendiendo como el unificador de las ideas de los hombres con su organización social, apareciendo identificado con posturas como la de Berkeley, en su libro "Tratado sobre los principios del conocimiento", escrito en 1710, donde se visualiza la Humanitas como un mundo civilizatorio atado la esclavitud. Una esclavitud que ata al hombre a divagar en lo intrascendente y una esclavitud que encadena a los hombres a los dictados de una materia ciega y cuyo pensamiento es inútil. Berkeley (1992), destaca que el conocimiento se adquiere por los sentidos, por las operaciones de la mente y por la imaginación; "…una vez que el lenguaje se ha hecho familiar, la audición de los sonidos o el hecho de ver los caracteres son inmediatamente acompañados de las pasiones que en un principio solían ser reproducidas mediante la intervención de ideas que ahora han sido omitidas por completo…" (p.49). De aquí, de estas ideas que entran desde las cualidades humanas de cada persona, se reafirma la necesidad de ordenar la ciencia y de percibirla en el contexto crítico de los constructos que delimitan los saberes en la sociedad.
En un aspecto puntual, la Humanitas se relaciona con la ciencia, aceptando las críticas que llevan hasta el fondo de los que se busca saber y perfeccionar los conocimientos y es universal, esto quiere decir que es válido en el pensamiento de uno para todos. Uno de los elementos enfocados mayormente es el conocimiento de la incertidumbre ya que bajo este argumento se da el saber desde una nueva idea para comenzar o seguir la ruta investigativa. En un aspecto concreto, la Humanitas es la ciencia expuesta a críticas, cambios intelectuales y sociales ya que siempre hay investigadores que aportan más de lo investigado, despertando el interés de otros investigadores, profundizando los temas y llegando a una útil conclusión, esto quiere decir que la ciencia se vuelve un ciclo ya que cada día nacen nuevas ideas que complementan a otras ideas.
En otro contexto la ciencia pura es una investigación teórica no comprobada, se dice que no es comprobada ya que no tiene resultados prácticos inmediatos el cual tiene como objetivo plantear varias soluciones alternativas y de ellas elegir la más conveniente para la solución de un problema. Por su parte, la ciencia aplicada tiene como objetivo aportar hechos el cual será sometido a pruebas es llevar lo teórico a lo práctico de manera que sean útiles, esta ciencia es sumamente compleja y fiable ya que busca la razón y verifica lo investigado de manera que sea real lo que se expresa.
De todo este cuerpo de ideas, se hace uso del método científico ya que a través de este método se obtiene información relevante para obtener conocimientos ya que lo investigado se verifica y corrige para ser entendido y útil. El pensamiento complejo juega un papel crítico en la investigación y no es más que dar un rasgo general de toda la realidad es sacar lo más esencial y determinante de lo investigado es decir dar una definición concreta.
En cuanto al orden la ciencia es relativamente útil en cualquier trabajo de investigación ya que nos hace enfocarnos a profundidad en el tema el cual hace que lo expresado sea útil y alimente los conocimientos personales y del entorno, también tiene relevancia al momento de desenvolvernos en la escritura ya que si conocemos más podemos expresar mayor información, la lógica es un punto esencial en la ciencia debido a que si agrupamos todos los conocimientos con lo que realmente investigamos podemos crear nuevas perspectivas e incentivar y promover la investigación del tema, la ciencia nos hace más técnicos al momento que nos enfocamos a conocer una cosa o un tema ya que nos tenemos que relacionar con eso que investigamos; acá se da el enlace entre el orden y el caos, dando espacio para la complejidad del pensamiento científico.
Éste pensamiento científico complejo, acudiendo a reflexiones de Edgar Morín (1999), se presenta como la capacidad de interconectar distintas dimensiones de lo real, ante los hechos u objetos multidimensionales, interactivos y con componentes aleatorios se ve obligado a desarrollar una estrategia distinta del pensamiento que no sea reducida sino reflexiva. El pensamiento complejo, a todas estas, se enmarca en tres principios: la dialógica, la recursividad y la hologamia. El pensamiento es considerado complejo y su organización se basada en la coherencia, formando conceptos claros y generar un constante movimiento y una necesidad de investigar y explorar, de este modo resulto que la importancia de inculcar a los estudiantes este tipo de pensamientos estimula su intelecto crítico y su creatividad.
En este sentido, la epistemología de la Humanitas, como concreción del conocimiento en el marco de la teoría-praxis, establece condiciones de objetividad del conocimiento científico, modos de observación y experimentación que examina las relaciones Ciencia-Teoría-Hechos. La epistemología reflexiona los principios, fundamentos y métodos del conocimiento humano. Los modelos epistémicos hacen referencia a una postura filosófica con respecto a la noción del conocimiento, cuales son las fuentes y como se validan, cada modelo tiene su método, sus técnicas y sus preferencias por cada tipo de investigación así como los mecanismos para validar su conocimiento.
Estos modelos están comprendidos por el naturalismo que es el estudio de los significados de las acciones y la interacción social; el humanismo su propósito inicial consistía en formar alumnos para una vida de servicio activo a la comunidad civil, proporcionándoles una base amplia y sólida de conocimientos y principios éticos; el positivismo es una postura filosófica explicada por dirigida a exaltar los hechos por encima de las ideas la cual se concentra en los problemas de la creencia y del método científico; el pragmatismo surge como reacción frente al materialismo y el dominio del positivismo, para los pragmatismos los objetos del conocimiento eran definidos por operaciones activas mientras que el conocimiento era producto de la acción humana, estos métodos señalados dan como resultado analizar la manera más clara para conseguir un logro, comprenden los pasos que guían la acción, así la metodología es la ciencia que se encarga del estudio, desarrollo, valoración y critica de los métodos existentes así como el diseño, puesto a prueba y seguimiento de nuevos métodos.
En un aspecto general, la epistemología de la Humanitas, asume un discurso disciplinar se comporta como un conocimiento científico que modifica la realidad, se produce partiendo de un orden general, el cual observa, descubre, explica y puede predecir la realidad.
A todas estas, la ciencia, a juicio del filósofo inglés Bertrand Arthur William Russell (1872-1970), es un conocimiento que estudia investiga e interpreta los fenómenos naturales sociales y artificiales. La ciencia para ser tal cual es necesita cumplir con ciertos principios como lo son: ser racional, verificable y objetiva, se clasifica en visión, misión y valores. Un buen uso del conocimiento es el que tiene utilidad para crear condiciones de bienestar, confort y sustentabilidad ambiental, la cual garantice la subsistencia humana en el tiempo y no sea un conocimiento usado para dañar.
La Humanitas ha creado las bases de la investigación científica, de manera concreta, generando condiciones para buscar la verdad desde un cúmulo de información orientada desde dos formas de comprensión de la realidad: una pura y otra aplicada; la pura estudia la parte teórica y la aplicada confronta a la teoría con la realidad. La investigación científica en contexto de la Humanitas, está compuesta por una percepción descriptiva y experimental; la metodología, así apreciada, comprende el carácter sensible y humano de los procesos de indagación, persigue identificar las capacidades y las creencias, el comportamiento y las disidencias del ser humano en su búsqueda constante de respuestas acerca del papel que vino hacer en el plano de la existencia.
En cuanto al análisis e interpretación del contexto social, político, cultural y económico, desde la Humanitas, vincula la realidad con el espacio abstracto de las deducciones racionalistas, buscando conocer el carácter de una ciencia cuya razón de ser es de motivar la transformación del mundo moderno; la ciencia obedece a los principios de responsabilidades, solidaridad, con responsabilidad, justicia y compromiso, poco a poco encierra una multiplicidad de valores; un buen conocimiento tiene utilidad para crear condiciones de bienestar, confort y sustentabilidad ambiental la cual garantice la subsistencia humana en el tiempo y no sea un conocimiento usado para destruir o afectar el orden civilizatorio imperante, y se encarga de considerar su validez y estima el valor o merito por la sociedad.
En un aspecto global de la Humanitas, la investigación en el manejo de los saberes, permite beneficiar, definir y descubrir conocimientos, proveer soluciones construir procedimientos modelos o una combinaciones de los anteriores para incrementar y colaborar con la ciencia a través de métodos científicos, procurar tener información relevante para entender, beneficiar, corregir o aplicar el contenido. Existen diferentes formas de investigaciones la pura busca a acrecentar los acontecimientos teóricos para el proceso de una ciencia aplicada a diferencia de la misma, esta persigue fines de aplicaciones directo e indirectos con un diseño de investigación se planifica lo que se debe hacer y así lograr los objetivos de estudio; por medio del conocer o investigar se obtiene informaciones y conocimientos sobre un asunto materia o ciencia, trata de percibir y explicar desde lo esencial hasta lo más prosaico, el porqué de las cosas y su devenir.
A todas estas, la Humanitas se ha valido de la interdisciplinariedad como el marco desde donde se aprecia el pensamiento complejo del hombre moderno, integrando las diferentes perspectivas que forman parte de los fenómenos sociales, e incluyendo en un toda la estética de la vida y sus proyecciones más allá de las fronteras de la existencia.
En cuando a la Humanitas y la imagen de Dios, prevalece, sobre toda las cosas de la tierra, el idealismo como percepción de la realidad en la generación del conocimiento mientras que en el materialismo constituye un modelo epistémico que fundamenta las actividades realizadas con el conocimiento en una condición material o en una estrecha descendencia con la materialidad; el realismo se evoca en razón de una relación entre las ideas y las cosas adecuadas que generan conocimiento; los modelos epistémicos de la Humanitas, estableciendo la relación entre la teoría y los hechos, constituyendo así una relación que no puede estudiarse dejando de lado al sujeto y al objeto, siendo esta un conjunto de datos sobre hechos y verdades de información ganadas a través de la experiencia o del aprendizaje. El conocimiento desde la Humanitas, es una apreciación de la posesión de múltiples datos interrelacionados que por sí solos, los cuales poseen menor valor cualitativo, pero que rodean la teoría como una operación por la cual se obtiene representaciones internas que hacen cada vez más sensible la relación del hombre con el Universo.
Es por ello que la Humanitas se presenta, en el ámbito del conocimiento, como el estudio de la relación entre el sujeto y el objeto y todos los problemas que esta relación plantea, como ciertas preguntas, si esa relación es posible, cual es el origen de esta, si tiene límites, entre otras las cuales surgirán poco a poco de la búsqueda de esta. El conocimiento puede ser entendido de diversas formas: como una contemplación, como una asimilación o como una creación. Es una contemplación porque conocer es ver, una asimilación porque es nutrirse y es una creación porque es engendrar. Para el mundo griego es una contemplación, para el mundo medieval es una asimilación y para el mundo moderno es una creación. En la ciencia, es el conocimiento ordenado y mediato de los seres y sus propiedades, tomando en cuenta lo relatado por algunos científicos como el alemán Albert Einstein (1879-1955), que es llevar lo caótico de la realidad a un sistema lógico uniforme de pensamiento. Para entrar más en detalle, con lo que es conocimiento científico se debe entender lo que es una ciencia o que conceptualización podemos tener de ella.
Según el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer (1900-2002), la ciencia desde la Humanitas, ya no es la suma del saber y de lo digno der ser sabio, sino un camino para avanzar hacia adelante y penetrar en un ámbito aun no investigado y por lo tanto aun no denominado. La ciencia se clasifica en visiones, misiones y valores, los cuales son fundamentales para el crecimiento de esta, ya que en la visión es sistematizar las proposiciones de manera racional que puedan ser verificadas y comprobadas, en la misión son las proposiciones relacionadas y sometidas a la verificación de construir un pensamiento objetivo y, en los valores es obedecer los principios de responsabilidad, solidaridad, corresponsabilidad, justicia y compromiso.
En un contexto más restricto, al hacer ciencia desde la Humanitas, se experimenta la complejidad; la Humanitas da condiciones para conocer el valor de verdad, aclarando significados y proposiciones, dentro de un marco de una lógica bivalente, que comprende dos valores de verdad. En tal sentido, la Humanitas influye en recrear las proposiciones para que pueden definir y describir, el estado de las cosas, en forma aclaratoria, y de manera que puedan tornar hacia valores de verdad; de una manera sintética, se puede decir que, desde la Humanitas, el conocer involucra proposiciones, para las cuales se ha de tener la habilidad (saber) para distinguir la esencia de las cosas como entidades complejas y dinámicas.
Por otro lado, la Humanitas recrea el pensamiento complejo, desde el paradigma del conocimiento científico como una de las diversas formas de conocer el mundo, pero no la única, caracterizándose por su parte de un rasgo general de toda realidad, siendo la ciencia un punto de vista de la complejidad, ya que este aspecto es muy importante en el campo de todo conocimiento, si se tiene en cuenta que estas disciplinas se apoyan en otras para su desarrollo y su acción práctica, así como en otros tipos de conocimiento.
Entre el concepto de conocimiento general, se pueden distinguir dos acciones muy distintas en su significado: el conocer y el saber. Básicamente el conocer trata de la relación que existe entre quien conoce (sujeto de conocimiento) y lo que es conocido (objeto de conocimiento). Y el saber es una cuestión más puntual, es la habilidad que tiene el sujeto para realizar cierta actividad. Los objetos de conocimiento pueden ser de dos clases: materiales e ideales. Para sintetizar todo lo aquí expuesto, queda como idea principal, que existe algún tipo de realidad, la cual es un objeto de estudio para elaborar nuestro conocimiento, y tiene conocidas descripciones verdaderas.
El conocimiento científico desde la visión de la Humanitas, en el ámbito de la complejidad, es una de las formas que tiene el hombre para otorgarle un significado a la realidad de manera racional y lógica partiendo de un orden general que emplea la actitud reflexiva para determinar los modelos de ciencias, para constituirlos luego en teoría general del conocimiento, determinando las condiciones del conocimiento ante un contexto, por medio del análisis reflexivo como los métodos epistemológico formalizante, métodos epistemológicos genéticos, entre otros. El conocimiento científico es crítico porque trata de distinguir lo verdadero de lo falso. Se distingue por justificar sus conocimientos, por dar pruebas de su verdad, por eso es fundamentado, porque demuestra que es cierto, fundamentándose a través de los métodos ya mencionados anteriormente y por el método de investigación y prueba, el investigador sigue procedimientos y desarrolla su tarea basándose en un plan previo, siendo esta la investigación científica no errática sino planeada.
Otro aspecto, desde la Humanitas, es la visión compleja de las hipótesis, éstas no son perfectas, porque promueven el avance científico brindando explicaciones y así sucesivamente hasta que otra hipótesis mejor aparece y hasta que por fin se alcance a la verdad. Una de las formas del conocimiento científico más extendidas, siempre encarando la complejidad, es la que proporciona el sentido común, como el conjunto de saberes que surgen de la vida cotidiana a partir del contacto y la experimentación con la realidad circundante. Esta forma de conocimiento se caracteriza por su constante aplicación práctica, es decir, por el traslado de los saberes obtenidos en la experiencia particular a la solución de problemas e inquietudes que conforman nuestra vida.
En un aspecto puntual, la Humanitas lleva a los saberes a conformar un sentido común donde surgen experiencias particulares y se orientan a la aplicación práctica, por lo que no se preocupan por conocer el conjunto de cualidades del objeto en cuestión, sino simplemente aquellas que sirven para el problema a mano. De esta manera, un número importante de rasgos decisivos del objeto de estudio permanecen desconocidos y no son integrados a una totalidad.
Por otra parte, el carácter disperso del conocimiento en el ámbito de la Humanitas, se consolida con el modelo experimental, ya que el conocimiento pasa a preocuparse por realizar un recorte de la realidad y establecer cómo se comportaba, independientemente de cualquier otra consideración o género de lenguaje que no sea el científico. La Humanitas está inmersa en todo el pensamiento del hombre, así como en la construcción de un nuevo espíritu de alianza con la naturaleza; se trata de reescribir la historia de los seres humanos, sin descuidar que su máximo valor y su máxima expresión, es la búsqueda de su lugar en el Universo, a pesar de estar rodeado por una naturaleza que le es afín y que responde a sus más anhelados deseos de transformarse en algo más inmenso que la vida.
De la voz Humanitas, devino el término humanista, en italiano umanista, el cual surgió en el año 1490, en una de las Sátiras del poeta italiano Ludovico Ariosto (1474-1533); en el siglo XIX, pasó a ser humanismo; pero con Cicerón, ya en la modernidad, con el ensayo "Carta sobre el humanismo", de Heidegger, el sentido del término ha evolucionado y se ha caracterizado por hacer correspondencia a una especie de modelaje del ser humano en su vida en civilidad, apreciándose una Humanitas griega y una Humanitas romana, ambas unidas a través de la conducta del hombre en la construcción de la civilización occidental, pero a la vez cada una preservando sus características específicas y definitorias.
En este sentido, los griegos utilizaron el término "paideia", para designar una acción concreta hacia el conocimiento: la educación o formación; pero esta referencia la hace a una educación con ciertas restricciones: dotaba a los hombres, no así a mujeres. Pero en el contenido de esa paideia era de un carácter humano; incluía habilidades manuales o erudición en temas específicos, la paideia se estaba centrada, expone Jaeger (1987), en los elementos de la formación que harían de las personas entes con deberes cívicos, así como exponentes de un humanismo cívico integral, vinculados con la cultura y el movimiento ideológico, filosófico, y pedagógico que después se caracterizaría el Renacimiento grecolatino en toda Europa.
En el Imperio Romano, en el tercer periodo de civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana y caracterizado por una forma de gobierno autocrática, que estuvo desde el año 27 a.C., hasta el 476 d.C.), la Humanitas, se creó para significar la figura de humanistas, voz ligada al vulgo y juzgada como caridad y benevolencia, hacia todos los hombres, pero que también significó, instrucción e iniciación en las artes liberales, donde el conocimiento se presentaba sin contradicción, más humanos. Cicerón, recoge las posturas de paideia y Humanitas, como ideal de la comunidad romana, el cual representa el estudio y la asimilación de la cultura y logros científicos.
Ahora bien, la Humanitas interviene la sociedad desde sus orígenes, no es algo que creo el hombre para identificarse o distinguiese de las demás especies, sino que apareció en la medida que la civilidad tomó espacio del hombre y de las cosas transformadas por él que dieron lugar a la organización y a la sistematización de las relaciones humanas, en su mundo social y en su mundo económico, a través de los modos de producción que han marcado la historia de la humanidad.
En un aspecto puntual, se aprecia que la Humanitas devino de la llamada "unidad de la civilización", en lo que corresponde a la distinción del ser humano de las otras especies y de la propia naturaleza, en medio del planeta tierra que sirve como morada. Esta unidad de la civilización ha sido cuestionada por importantes teóricos modernos, entre ellos el inglés Arnold J. Toynbee (1889-1975), quien expresó que es un error ante los despistes que se dan en los tiempos modernos que muestran a la civilización occidental en cursada en una red común con el sistema económico, político, entre otros; unidad que no es tal como se puede imaginar porque cada país sostiene una remarcada heterogeneidad y un sentido precisa de sus dominios y soberanía; otro argumento de esa unidad de la civilización occidental es el de decir que los ejércitos y gobiernos occidentales, han tenido como conexión común la creación de Sistemas Políticos caracterizados por un Estado nacional y una burocracia administrativa, se puede pensar que no hay espacios para la contradicción y que todo cuanto ocurre o se da, está aceptado por el consenso civilizatorio. Toynbee (1970), se responde de manera directa: "Estos son hechos sorprendentes, pero considerados como prueba de la unidad de civilización constituye una opinión superficial. Aunque los mapas económico y político han sido ahora occidentalizados, el mapa cultural sigue siendo sustancialmente lo que era antes de que nuestra Sociedad Occidental comenzara su carrera de conquista económica y política…" (p.69) Lo que ha prevalecido como unidad en occidente es su origen "nativo", aborigen, que luego, por la vía del mestizaje y el cruce de etnias se hayan dado nuevas estructuras de organización y de concepción de la civilidad, no es un pretexto para imponer un plano de pensamiento único o unidad; lo que subsiste en occidente es la humanitas civilizatoria, que abarca la esencia de la conducta del hombre en razón de tres territorios ideales: el cultural, el territorial y el político-social. Acá está la base de la Humanitas, como estructura de formación permanente del hombre y sus grupos sociales, resaltando una formación en valores que se desenvuelve en todas y cada una de las disciplinas de conocimiento que se han mantenido hasta la modernidad y que hoy dan la distinción de sociedad del conocimiento a la civilización occidental impulsada a destacar lo humano de los hombres.
En su "Carta sobre el Humanismo", Heidegger (2001), expresa: "El hombre no es nunca en primer lugar hombre más acá del mundo en cuanto sujeto, ya se entienda éste como yo o como nosotros. Tampoco es nunca solamente un sujeto que al mismo tiempo se refiera también siempre a objetos, de tal modo que su esencia resida en la relación sujeto-objeto. Antes bien, en su esencia el hombre ex-siste ya previamente en la apertura del ser, cuyo espacio abierto es el claro de ese entre en cuyo interior puede llegar a ser una relación entre el sujeto y el objeto…" (Pp.68-69).Esta descripción a la que nos lleva Heidegger de un conocimiento integrado, vinculado con el hombre y su entorno, es lo que rompe esa idea de unidad civilizatoria, porque en la unidad hay la prevalescencia permanente de un consenso, de un espacio sin contradicciones; la civilización moderna, como legado metódico y teórico de la Humanitas, se presenta bajo un esquema de ideas críticas, reflexivas, invasivas e intemporales, que van más allá de la cultura occidental de aceptar la idea de un pensamiento unificado y sin fragmentación.
La Humanitas es más que la esencia del hombre; se da en otros planos, citando a Azcuy (1982), se presenta en la "…concepción unitiva de la Naturaleza, la integración del hombre a sus ritmos profundos y el permanente afán de obtener una síntesis entre espíritu y materia…En la naturaleza…los sistemas de fuerzas pueden ser diferentes y no obstante ello seguir una sola clase de leyes, pues en la naturaleza, cada cosa depende de todo lo demás y por lo tanto no puede haber sino una intencionalidad primordial conforme a la cual las fuerzas más diferentes estén ordenadas…" (p.87) Esa intencionalidad es la Humanitas y tiene presencia en el "ser" y en el "ente"; ente es lo que existe, la persona y todo cuanto crea ella, y el "ser", es lo que hace, energía, causa vital, que lo vincula de manera universal con todos los entes. El "ser" es la Humanitas en todo el sentido y rigor de la palabra, porque la Humanitas es la que hace que la civilización humana sea lo que es, lo que se muestra en su evolución histórica y social; al ente corresponde lo óntico, al ser lo ontológico, de eso trata la esencia del hombre occidental.
Y esa esencia se ve alterada, influenciada, por lo que llamó Nietzsche (1983), los malos hábitos del razonamiento. La Humanitas ha permitido, en alguno de sus momentos
estelares, conclusiones erróneas en los hombres, tales como "…una cosa existe, tiene su legitimidad. En este caso se infiere de la capacidad de vivir a la adaptación a un fin, de la adaptación a un fin a su legitimidad. Una opinión es benéfica, luego es verdadera; su efecto es bueno, luego la opinión misma es buena y verdadera. En este caso se aplica al efecto el predicado: benéfico, bueno, en el sentido de útil, y entonces se dota a la causa del mismo predicado: buena, pero en el sentido de valedero lógicamente. La recíproca de estas proposiciones es: una cosa no puede imponerse ni sostenerse, luego es injusta; una opinión atormentada, luego es falsa. El espíritu libre que no aprende a conocer, sino por frecuentes aplicaciones, lo que tiene de viciosa esta manera de razonar y tiene que soportar sus consecuencias, cede a menudo a la tentación seductora de hacer las deducciones contrarias, que de un modo general son igualmente erróneas; una opinión no puede imponerse, luego es buena; causa inquietud, angustia, luego es verdadera" (p.41.).
En términos llanos, el "espíritu libre", es el hombre moderno convencido de su entidad como extensión de la Humanitas, la cual confronta duros obstáculos para poder "aprender a conocer", ante un razonamiento viciado por la ideología y la religiosidad, formas de orientar el conocimiento desde valores dispersos de la voluntad de los hombres. La libertad del hombre en la Humanitas es pervertida por los esquemas culturales que impone los grupos sociales, en ocasiones esa imposición surge de núcleos familiares que buscan promover puntos de vistas que no cuentan con la conciliación de todos, sino con una parte, o una fracción de las partes.
A pesar de esto, la Humanitas plantea un escenario nuevo en la modernidad; un escenario en el cual la sociedad se ocupe del conocimiento y contrarreste desde él la crisis de valores y el inmenso miedo a la cultura civilizatoria, la cual ha estado vulnerada por la violencia, la degeneración de los sentimientos, las enfermedades mentales y el mesianismo ególatra de quienes tienen la posibilidad de llegar al poder político y manipular, como juguetes, los inventos bélicos de los muchachos talentosos de la tecnología.
Se necesita sanar la sociedad desde la Humanitas renacida; una Humanitas que restituya el ideas griego y romano, donde converja el hombre como "yo objetivo", en el marco de las leyes que determinan la convivencia humana, y el hombre como idea que rechace el individualismo y sostenga lo expresado por Jaeger (ob.cit.), en cuanto a la Humanitas griega del siglo V a.C. , expresa el autor que el "…ideal del hombre, mediante el cual debía ser formado el individuo, no es un esquema vacío, independiente del espacio y del tiempo. Es una forma viviente que se desarrolla en el suelo de un pueblo y persiste a través de los cambios históricos…" (p.12).
La Humanitas nueva, esa que se ocupe del hombre, de sus sentimientos, de una formación cultural sólida, con valores de respeto a los principios de protección y preservación del mundo civilizado, necesita volver a sus orígenes. Hoy se cuenta en el mundo con Sistemas educativos avanzados, con tecnología de punta para complementar el proceso de enseñanza-aprendizaje, y es cuando se tiene menos estudiantes comprometidos con el conocimiento, esto trae una desvalorización de la escolaridad y qué decir de la profesionalización universitaria, donde tan solamente un quince porcientos de los estudiantes latinoamericanos, de acuerdo a estadísticas de la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO , 2017), termina su consecución de estudios y alcanza niveles óptimos de eficiencia en su formación profesional. Persiste en este mundo occidental, el absurdo de buscar la felicidad a costa de la felicidad de otros; de hacer riqueza en el capitalismo global, privatizando lo más universal, como el agua y el aire; se expande la idea de que el amor es una moda y que lo novedoso es la práctica del sexo sin ataduras ni compromisos; se está en la punta frágil del abismo y solamente se espera por el rocío intenso de los glaciares, producto del calentamiento global y el cambio climático, para caer sin protección alguna y terminar por extinguir lo que viene de las raíces biológicas del ser humano, esa que nos asocia con los primates, desde el homo habilis (hábil), el homo ergaster (trabajo), el homo erectus (ergido), el homo antecesor (antepasado), todos con dos millones de años de distancia, hasta el homo sapiens y el cro-magnon, éstos dos con cien millones de años de distancia, entes que han alcanzado modelar a un hombre con un alto grado de índice cerebral, con manos hábiles para manipular objetos y cosas, con un aparato fonador capaz de hablar, y con una larga infancia para pulir el conocimiento y crear desde él condiciones ideales para la vida. Ese hombre que constó tanto encarrilar hacia la paz y la concordia, se ha descarrilado y anda en desbandada; muy acorde a lo que el filósofo alemán Soren Aabye Kierkegaard (1813-1855), dijo en su "Diario, frase 1.383", sobre ese futuro incierto de la humanidad: "…Naturalmente, desde el punto de vista cristiano, Dios concedió a la humanidad el don de la palabra por amor, para hacerles posible a todos llegar a la comprensión real de lo más alto. ¡Oh, con qué pena debe observar Dios el resultado!" (p.84).
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