Así gobernaron adecos y copeyanos

Anudando el hilo de nuestra historia reciente en lo referente a las ocurrencias políticas, debemos decir que a las leyes, con que se tenía encadenado el país, intentaron los puntofijistas agregar otras, aún más restrictivas; y al efecto presentaron al Congreso de aquel entonces, proyectos para limitar las libertades del pueblo, aumentar la fuerza permanente de represión, anular las funciones del poder popular en lo relativo al nombramiento de sus representantes directos. Como era de esperarse, el pueblo emprendió una oposición férrea la cual fue calificada por esos gobiernos, y los medios de comunicación de la oligarquía, de conjuración para inmolar la democracia, al abrigo y compañía del alto clamor levantado por las ambiciones pecuniarias de los empresarios y banqueros. Al libre examen de la cosa pública se llamaba licencia; a la discusión oral, osadía, y delito a la libertad de expresión. A lo cual respondía el pueblo con protestas y apellidando a sus contrarios, oligarcas, usurpadores, estafadores, ladrones y logreros.

Pero en realidad el estado de Venezuela había llegado a ser tristísimo, no exclusivamente en lo político, sino bajo todos los aspectos. El pueblo estaba en ruina; escaso de civismo, de luces y de dinero; entumecido por una larga inmovilidad; sin medios veraces de información para discutir lo que nos interesaba a todos los venezolanos, para mover los ánimos a la lucha batalladora, culta y democrática. El pueblo parecía estar dormido en un silencio profundo, y cuando despertaba, por cortos intervalos, apenas sí permitían entender que estuvieran meditando dar algunos pasos adelante, lentos y tímidos, sobre política o desarrollo social. Motivado a esta vergonzosa inmoralidad y crimen, los hombres y mujeres con moral y principios, acompañados de la juventud de las universidades, cogieron el fusil y se fueron pal’ monte.

Harto recientes, escandalosos y sensibles al pueblo venezolano, eran los excesos del poder, y más que crueles los padecimientos, en los gobiernos puntofijistas. Leyes que destruyeron la Producción Nacional; leyes que hicieron espantosa la suerte de los trabajadores; leyes que entronizaron la usura, que aconsejaron la avaricia, que autorizaron las mas bárbaras persecuciones y desaparecidos; leyes que destruyeron las Fuerzas Armadas Nacionales, que mandaron destruir nuestras industrias, que comprometieron grandes porciones de nuestro territorio; leyes que convirtieron al clero en máquina de dominación, y buscaban la perpetuidad de los mandatarios haciendo instrumentos políticos; leyes que degradaron la memoria del Libertador; leyes que privatizaron la educación, esclavizaron las universidades, gravaban con fuerte peculio los estudios, para dificultarlos y hacerlos imposibles al talento y a la aplicación del pobre.

Leyes que han delegado, traspasado y confundido los altos y distintos poderes que separaron al ejecutivo del poder de decisión sobre la territorialidad; leyes que han encarecido la Justicia, y otras que la han embrollado, y otras que han hecho perpetuos los pleitos, haciéndolos caer en la prescripción, y otras que han privado de toda garantía los contratos, y engendrado y preparado así nuevos e innumerables litigios, cual mina de inmoralidad y depredación; leyes vengativas que se han llamado perdones, y perdones que se han llamado castigos; leyes que han empleado la augusta soberanía del pueblo en desahogar rencores personales, en establecer patrimonios individuales, en crear y suprimir tribunales y magistraturas, y comisiones y empleos, para premiar y castigar al amigo y al enemigo; leyes destructoras de la igualdad de género, y en el ejercicio de los derechos civiles; leyes, en fin, que llevándonos a inmensa distancia del código fundamental, han destruido la Patria, y conduciéndola a los umbrales de la desesperación.

Empero, cuando vino a la conciencia de las mayorías empobrecidas y desesperadas, el convencimiento de que los poderes públicos existentes no acertaban a remediar sus urgentes, imperiosas e impretermitibles necesidades materiales, púsose a un lado la cuestión económica, y empezaron a emplearse los mayores esfuerzos de patriotismo, en cambiar por las elecciones, y de manera radical, la estructura política del país, con la esperanza de llegar por otro camino, pero siempre en la paz, con otros programas y otros hombres a mejorar la situación económico-social.

Por estos motivos, antes de hablar de las elecciones, en las cuales encontramos por los años noventa y más al comandante Hugo Chávez, empezando su carrera política como cabeza superior de la oposición de aquel entonces, séanos permitido, para contornear la primera historia de nuestro Líder, referir lo que hizo y prometió por ver de reparar los males de una situación miserabilísima, ocasionada por la usura permitida por la negligencia de los malos gobiernos puntofijistas, por la falta de tierras y de brazos para la agricultura, por la carencia de viviendas dignas, la privatización de la educación, la salud en manos de entes privados, el subido precio de los artículos de primera necesidad, la escasez y la carestía, la falta de capitales con capacidad de financiamiento a bajo costo, y su alto premio a los banqueros, insoportable para el pequeño y mediano productor, y la pequeña y mediana industria.

Escarnecida la autoridad, desvirtuada la Ley, y desarrollado un germen de ambición incalculable, naturalmente se debilitó el amor al trabajo, Fuente de toda Riqueza. Nos convencimos, pues, de que la crisis se extendía a la política, a la Moral, a la religión, y por consecuencia al bienestar material de todos los venezolanos; y deducimos que el remedio para tan grande mal no podía ser instantáneo, inmediato, sino lento, variado, de modo que alcanzara a curar todos los males.

Es un hecho palpable que en Venezuela el espíritu del agio, la sed de lucros por vergonzosos que sean, la práctica de la usura en su más destructora voracidad, han invadido rápidamente todas las clases sociales, con muy poco adelantamiento de los intereses materiales, comparado con la inmensa pérdida que se ha hecho en sentimientos morales, y en aquellos rasgos de noble largueza y de generoso desprendimiento tan frecuentes en nuestro Libertador.

Quitada a la usura la traba y la sujeción de la ley, el negocio de los prestamistas fue el más lucrativo de todos, su práctica se extendió en todas las clases sociales, los contratos más monstruosos se celebraban sin sonrojo, y los tribunales de la IV República fueron llamados a ejecutarlos, con escándalo de la Justicia y con oprobio de las leyes.

Camaradas: estamos convencidos, de que estas fueron las causas y no otras por las cuales el pueblo venezolano tomó las calles en todo el país el 27 de febrero de 1989; lo cual propició e impulsó las insurrecciones de la juventud militar el 4 de febrero, y el 27 de noviembre de 1992.

Es incomprensible entender como el pueblo venezolano permitió, que estos delincuentes en el proceso eleccionario del 26-S, lograran 65 diputados. Ellos son los mismos que nos vienen explotando, marginando y reprimiendo durante los últimos 500 años. ¿Falta de ideologización e identidad?, la dirigencia del PSUV debe actuar. Tal vez muchos lo hicieron por un par de cajas de cerveza y el peculio para un sancocho. ¿Será que añoramos la esclavitud? Será verdad lo que una vez dijo el Libertador refiriéndose a los venezolanos: “Se humillan ante las cadenas y son soberbios ante la libertad”.

Por todo lo que nos hicieron en los gobiernos puntofijistas, estos miserables, al escuchar las peroratas de la espoleta “alias Ramos Allup”, y otros, uno siente repugnancia y asco.

“Los gobernantes, dice Mariana, deben estar persuadidos del saludable pensamiento, que si oprimen los pueblos y se hacen intolerables, por sus vicios e injusticias, hay derecho para que cualquier ciudadano les prive de la vida, llenándose de gloria y alabanzas”.

¡Gringos! ¡Ho Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte. ¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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