Terrorismo al Inquilino

 Luego de vivir mi propio Reality Terror en los últimos días, me dispongo a escribir lo que denominé “Terrorismo al Inquilino”.

Si cuento toda la historia de lo que me pasó la semana pasada, el texto sería muy largo por lo tanto intentaré ser breve.

El martes 21 de junio la propietaria del apartamento que alquilo desde hace 13 años y medio vino a Caracas con su hijo mayor para “hablar conmigo”. Llega el martes y la señora llega al apartamento, y una vez sentada en el sofá me dice que ella y su hijo se vienen a vivir al inmueble desde ese mismo día y que yo debo comenzar a recoger mis cosas e irme. Su hijo sube al poco rato al apartamento para confirmar lo dicho por la propietaria quien por cierto lo hizo de forma imperativa y amenazante.

Desde ese momento el pánico y el terror me invadieron. Traté de hacerles entender de la mejor manera posible que estaban actuando de forma incorrecta, ilegal y hasta inhumana, pues jamás me habían pedido la desocupación del inmueble, ni por escrito o de forma verbal. Nada.

El hijo me dio a entender muy bien que si se la ponía difícil me metía unos tiros. Además, me hizo saber que no solo le disparó al hijo de una propietaria del edificio hace años si no que también le reventó la puerta a patadas a la conserje por lo que fueron denunciados y tuvieron que irse del edificio, regresando al interior.
 
Yo traté en vano hablar con él para que comprendiera que estaba fuera de la ley y me dijo que a él las leyes le importaban un comino, que esa es su casa, que él se viene a vivir ahí y que yo tengo que recoger mis cosas y salir de ese apartamento cuanto antes.  

Luego de horas sin lograr nada, el hijo decide irse pero se quedó la propietaria para 'vivir” en el apartamento que yo estoy pagando desde hace 13 años y medio. Su hijo antes de retirarse subió un maletín y un televisor.

Los nervios me estaban matando. No entendía nada. ¿Por qué estaban haciendo eso? ¿Por qué jamás me pasaron una carta de desocupación? Su hijo insistía en que su madre me había avisado verbalmente el año pasado lo cual es mentira pues si fuese así, ¿pintaría el apartamento hace dos meses gastando el poco dinero que tengo para que me desalojen del apartamento de un día para otro?

Al rato ella salió y es cuando comienzo a moverme y hacer llamadas. Llamé a un abogado, a mi prima y a mi mejor amigo. No llamé a mi madre porque sufre de la tensión. Al rato mi teléfono no paró de sonar con llamadas de la Defensoría del Pueblo, la Red de Inquilinos, etc.. Incluso se presentó en la casa un abogado de la red enviado por el abogado que llamé y me asesoraron.

Todo el mundo me decía que cambiara la cerradura inmediatamente, pero yo, considerada al fin, decidí no hacerlo esa tarde para no dejarla en la calle, haciéndolo al día siguiente.  

Los nervios no me permitieron dormir o comer desde que llegaron al apartamento bajo el engaño de que venían a “hablar conmigo”. Al día siguiente la propietaria salió en la mañana y yo me dirigí a la Dirección de Inquilinato en el MPPVH y denuncié el hecho. Tomaron la denuncia y me aconsejaron ir a la Fiscalía debido a la amenaza del hijo de la propietaria. Me dieron una citación para entregársela a la dueña para la mañana siguiente jueves 23 de junio a las 10:00 am. Regresé al apartamento y cambié la cerradura.

Cuando voy saliendo para la fiscalía escucho que alguien está intentando abrir la puerta. Vi por el ojo mágico que era ella con otra mujer quien resultó ser su hermana. Cuando abro la puerta de madera le dije, “Lo siento mucho señora pero tuve que cambiar la cerradura y aquí tiene una citación para mañana en la Dirección de Inquilinato”.

Más vale que no. Tanto la propietaria como la hermana comenzaron a gritar a todo pulmón. La hermana gritó que me iba a “coñazear, acuchillar, matar, etc.”, que me iba a esperar afuera, etc., etc., era un escándalo de proporciones inimaginables. Yo intentaba calmarlas pero no lograba nada. Comenzaron a patear la reja, a golpearla, sacaron un cuchillo para tratar de abrirla. Yo entré en un estado de terror. Temblaba a punto del desmayo, pero a pesar de todo, pude marcar el número del abogado, el de una vecina y el de la policía.

Cuatro de mis vecinos se presentaron de inmediato para protegerme, siendo insultados por estas dos señoras que estaban fuera de sí y quienes a su vez llamaron a familiares. Me dijeron que los gritos se escuchaban desde la calle.

Llegó el abogado de la Red de Inquilinos y la policía de Chacao. A pesar de que todos les decían a la propietaria y su familia que estaban violando las leyes, rehusaban irse hasta que uno de sus hijos la sacó prácticamente por la fuerza pues finalmente entendió que si no se retiraba iría presa.

La policía actuó apegada a la ley. Luego de más amenazas recibidas, me dirigí a la fiscalía, que a su vez me informó que debía ir al CICPC y a la Defensoría del Pueblo. Y lo hice. Sin comer, ni dormir, fui a todos estos entes gubernamentales para protegerme.

Al día siguiente fui a la citación. Quedé atónita ante la capacidad de mentir y actuar de la propietaria quién se hizo pasar por “damnificada” para lograr convencer a las funcionarias de la Dirección de Inquilinato de que ella “solo quería que yo le diera una habitación para ella poder vivir”, cuando tienen diferentes propiedades incluyendo haciendas de cacao allá en la región donde viven.

Yo presenté ante las funcionarias todas mis pruebas de pago y de que vivo alquilada en el apartamento desde hace 13 años y medio. Incluso les presenté mi registro de la Gran Misión Vivienda para mostrar que esperaba una vivienda por parte del Estado.

la propietaria mintió tanto que se contradijo y una funcionaria salió de la sala para averiguar sobre el caso y al regresar expresó que pudo corroborar que “yo estaba diciendo la verdad”, por lo que confrontó a la propietaria informándole que ilegalmente se metió en el apartamento, intentando sacarme de la noche a la mañana y que debería estar presa por lo que hizo.

Al verse descubierta, tuvo que firmar el acta a regañadientes. No la quería firmar pero lo hizo. La misma indica que no pueden tocarme, acercarse o amenazarme y que tengo una prórroga indefinida para encontrar un lugar y así irme como Dios manda.

La eterna pregunta durante esos días fue, ¿por qué nunca me dieron una carta de desocupación? ¿por que ni siquiera me lo pidieron verbalmente?

A raíz del terror que viví en esos días, que no pude comer ni dormir debido al nivel de nervios que tenía bajando como 5 kilos, me enteré que yo no soy la única víctima de terrorismo al inquilino.

Hace poco sucedió lo mismo a una cuadra más arriba de donde vivo y en el casco de Chacao. Son dos casos similares. Según me informaron, unos propietarios se metieron por la fuerza en sus apartamentos sacando de inmediato a las inquilinas a la calle con sus pertenencias en bolsas negras. Llegaron las autoridades y arrestaron a los propietarios, retornando a las inquilinas en los apartamentos. 

¿Es casualidad? ¿o es producto de un rumor o correo electrónico disociado de que Chávez les va a quitar la casa? ¿Cómo se explica que el terrorismo que yo acabo de vivir esté pasando en otros lugares?
 
Lo cierto es que a pesar de la prórroga que me corresponde por ley, la propietaria y su familia esperan que me vaya en un mes. Para ellos no hay leyes. Si no me voy en un mes, puede que su hijo tome la justicia por sus propias manos.
 
En una ciudad como Caracas donde hay un alto déficit de viviendas y alquileres, y los precios están por las nubes, no sé dónde, cuándo, ni cómo me iré. Lo único que sé es que estoy amenazada. ¿Qué es peor? ¿que me maten o quedarme en la calle?  
 
A pesar de la incertidumbre que tengo, quiero agradecer a mis cuatro vecinos que me ayudaron, a los abogados que me aseoraron, a la Red de Inquilinos por su apoyo y a las funcionarias y funcionarios de la Dirección de Inquilinato, Fiscalía, CICPC y Defensoría del Pueblo por hacer cumplir las leyes y ser un ejemplo de que las instituciones sí funcionan. Hasta a la policía de Chacao actuó apegada a la ley.  

ivanka27@hotmail.com

 


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Ivana Cardinale


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