Qué tiene, qué tiene,
qué tiene mi canto,
que le causa espanto a los opresores. Julián Conrado
Hoy, como cosa rara en estos tiempos, amaneció haciendo frío. Casi no provocaba levantarse. Sin embargo, hay que salir de la cama a la vida. Y una se pregunta: ¿Cómo hacen las personas que no pueden buscar cobijo?, ¿Cómo hacen los individuos indefensos para vencer el frío del ambiente o de la soledad o de la injusticia? ¿Cómo hace Julián Conrado para abrigar esperanzas en su cautiverio?
Y, de repente, surgen mil respuestas. Julián, como tantas y tantos otros, es capaz de la belleza aún en las peores circunstancias. Su espíritu no ha sido encerrado. Vaga libre por todos los rincones, por todos los espacios, por todas las luchas populares. Su canción irreverente, necesaria, prodigiosa, serena, combativa y nuestra, trasciende los barrotes, inunda corazones, sube cerros y campea en los llanos. No hay frontera, ni barrera posible cuando la razón habla impregnada de profundo amor.
Sin embargo, aún cuando siga oyéndose su voz, aún cuando la protesta militante de Julián sigue su curso, su cuerpo permanece encerrado. Y no se explica una que esto suceda en nuestros tiempos. Porque nuestro proceso revolucionario debe demostrar el humanismo que pregona. Porque la Revolución Bolivariana, necesita ser más revolución y más bolivariana, todos los días.
Quizá haya secretos o señales que no conocemos en el juego diplomático. Pero, ¿será que este tipo de “razones de Estado” pudieran estar por encima de las “razones de justicia, equidad, solidaridad, internacionalismo y amor”? Habría que recordar que nuestro Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013 rescata la justicia por encima del derecho. ¿Lo habrán leído quienes deben decidir en el caso de Julián?
Por lo sucedido en los últimos días, queda claro que sí hay conocimientos, argumentos y razones para otorgar asilos. ¿Será que Snowden, el espía gringo, tiene más derecho a la solidaridad? Una no puede entender cómo saltan en coro los países nuestroamericanos, Venezuela entre los primeros, a brindar asilo y protección a un personaje que, hasta ayer, fungía como espía a favor de los intereses del imperio (y por tanto contrarios a los nuestros), mientras que, frente al reclamo constante, público y notorio de solicitud de asilo humanitario para Julián Conrado, lo único que existe es un coro de silencios oficiales…
Pero no callará la vida, porque no callará el cantor. Su voz, en su garganta y en otras, seguirá cantando, seguirá denunciando, seguirá amando, seguirá siendo.
“Pero ¿cómo conseguirán que se muera una canción, que en el mismo corazón, del pueblo es donde florece, del pueblo es donde florece?”
Julián Conrado está multiplicado por miles. El pueblo guerrero de la República Bolivariana de Venezuela ha decidido darle asilo y las instituciones respectivas deberían obedecer a este soberano mandato popular. ¡Firmemos el ejecútese!
Porque…No, no se callará, siempre cantará. La verdad es su canto. No, no se rendirá, no traicionará. Morirá cantando…