La paz sin la paz

Mas que una consigna el llamado a la paz y la vida que ha hecho nuestro presidente Nicolás Maduro recoge el sentir de la mayoría del pueblo venezolano, sobre todo el de los chavistas y revolucionarios, quienes anhelamos respirar el aire cristalino de la armonía. A pesar de todos los esfuerzos del gobierno bolivariano por construir una cultura de paz, los niveles de violencia y criminalidad andan por allí, entre las sombras, causando daño a las familias de esta gran patria.

La sociedad venezolana conoció y sintió de cerca la preocupación de Hugo Chávez por consolidar y sembrar el amor en cada niño, en cada hombre y mujer y desde allí empezar a construir la familia, que mas que eso, es la esencia donde se desarrollan los sentimientos mas profundos de respeto por la vida de los seres humanos. Vemos que no fue con los métodos de la represión, sino reconocerles sus derechos en el marco de la inclusión. La violencia y la criminalidad son fenómenos estructurales que nacen al interior de las sociedades y como tal hay que verlos de esa manera y no de otra. Por ello no es válida la consigna “plomo al hampa”, porque entonces habría que ir con todo el peso de la ley para aplicárselo a aquellos individuos y sectores que atentan contra la vida de nuestra gente.

Tan delincuente es aquel que asesina a sangre fría, como el que roba, especula, matraquea, acapara y contrabandea. Por ello, debemos aplaudir y apoyar esta cruzada emprendida desde el gobierno revolucionario por construir todo un movimiento nacional por la paz y la vida. Estamos de acuerdo que se desplieguen todas las fuerzas con que cuenta el Estado venezolano para brindarle seguridad a la sociedad, pero también hay someter con las leyes de la República a todos los delincuentes y mafias que especulan con los alimentos que consumen los venezolanos y venezolanas.

Como diría el gran compatriota Alí Primera: No basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz. Aunque es necesaria la presencia policial y de inteligencia en la calles del país, también hay que estar pendiente de las acciones que emprenden los sectores poderosos, que amparándose en sus riquezas, cometen los actos mas atroces de usura y especulación cada vez que las familias acuden a sus negocios a comprar cualquier producto, bien sea una harina pan, un ventilador, un pantalón, un litro de leche. Mientras exista esa perversión no habrá paz y el pan siempre sabrá amargo, es decir la amargura de la existencia y la impotencia ante el robo inevitable.

También hay que estar pendiente de los individuos y grupos fascistas, que escudándose en sus cascarones de partidos opositores, alientan al enfrentamiento entre los venezolanos, tal es el caso de Primero Justicia, partido hijo de la corrupción y cuyos dirigentes parecieran que tienen licencia para delinquir. Leopoldo López, Capriles Radonsky y María Machado, triada del mal, se creen o se la dan de justicieros y se burlan de las leyes. Mientras el gobierno chavista y revolucionario anda clamado por una paz verdadera, ellos andan llamando permanentemente a la guarimba del odio. Toda la derecha quiere paz, pero sin paz; es decir ellos quieren la paz de los sepulcros para el chavismo y la paz del poder para ellos. Yo te aviso chirulí.


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Eduardo Marapacuto


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