La muerte como filosofía esencial del mundo occidental, decadente, inhumano se empodera con cada acción y en cada instante. El mundo se constituye en torno a la muerte (de la naturaleza a través de la depredación del entorno, del hombre a través de asesinatos selectivos) y ella viene acompañando las expresiones de la guerra, como negocio, como práctica. La muerte de Robert Serra, miembro del PSUV, legislador, cuadro político ha sido acompañada de muestras de dolor, de denuncias sobre el impacto del paramilitarismo, del sicariato, del peligro que amenaza al proceso bolivariano, espejo de un anhelo de transición anti-capitalista. La estructura del Estado se ha activado, los medios se han ocupado reflejando en sus portadas, en sus portales diversas incidencias sobre el suceso. No criticamos eso, pero creemos que está muerte, al compararla con otra acaecida en el Estado Zulia, guarda similitudes preocupantes pero reacciones disimiles. Nos referimos al asesinato del líder indígena de la Sierra de Perijá Sabino Romero, miembro de la comunidad Yukpa.
Sabino y Serra compartían una identidad común: sus liderazgos eran indiscutiblemente de raigambre popular. Su desenvolvimiento en torno a las comunidades de la Sierra de Perijá del primero y alrededor del 23 de enero y la Pastora, del segundo, así lo demuestran. De alguna manera había una coincidencia paradigmática entre ambos, sólo que la forma de expresarse esa coincidencia tenía contextos diferentes. Serra optó por los canales formales dentro de la actividad partidista y dentro del Estado, mediante su papel como diputado. Sabino, optó por el camino más difícil: el de la autonomía que lo llevo a enfrentarse con las posturas del Gobierno Regional, encabezado por el Gobernador del Estado Zulia, Comandante Francisco Arias Cárdenas. Sin duda, una actuaba a la par de las instituciones del Estado y otro, se enfrentaba a ellas, por la falta de respuestas a los problemas ecológicos y sociales que afectan a las comunidades yukpas.
Ambos se manejaban con posturas anti-capitalistas, pero en vertientes diferentes. Para Serra la expresión de su anti-capitalismo tenía un componente anti-imperialista, anti-liberal. Para Sabino, su anti-capitalismo se manejaba en el campo de la ecología política, lo que dentro del Plan de la Patria se denomina eco-socialismo. Serra se confrontó con los intereses de los grupos propietarios en la capital y su accionar conspirativo contra el Estado Bolivariano. Sabino, se confrontó contra los intereses propietarios que históricamente han despojado a los Yukpas de sus territorios, en nombre del desarrollo económico ganadero, contando con la anuencia de gobiernos regionales adecos y copeyanos y con la mirada complaciente del Gobierno Socialista de Arias Cárdenas.
Serra y Sabino, resultaban piezas incómodas en la lucha entre las lógicas de la muerte, características del mundo liberal-capitalista y el derecho a la insurgencia, eso es a oponerse a las formas de dominación. Su coincidencia, su valor, su compromiso es indudable. Hasta acá las semejanzas. Al ahondar un poco más en sus asesinatos, nos damos cuenta que son una consecuencia de acciones de Guerra psicológica, que buscan inhibir la organización, las formas de resistencia y combate contra las injusticias, asumiendo la violencia extrema (la muerte) como bandera para lograrlo. A Serra lo asesinan de más de 30 puñaladas, a Sabino lo masacran a tiros cuando bajaba de su comunidad. Ambos son crímenes de terror. Crímenes políticos.
Ambos tienen efectos de desmovilización. Uno, el de Serra es un mensaje de amedrentamiento contra los que dentro del PSUV se dedican al trabajo político con las comunidades. El otro, es un mensaje contra las luchas y los derechos de los pueblos originarios. Sin embargo, la reacción es diversa. Serra al ser parte del Estado, como diputado, como representante del pueblo es objeto de una atención de los fiscales, que permite (según noticias divulgadas) la identificación de los autores materiales en menos de 48 horas, avanzando aún las investigaciones. El asesinato de Sabino, no ha tenido la misma respuesta. A pesar que el cineasta Carlos Azpúrua entregó a Fiscalía un documental donde el cacique Sabino Romero daba nombre de algunas personalidades del Sur del lago que pudieran estar detrás de un atentado en su contra (Ultimas Noticias 4/03/2013).
El accionar de las estructuras del Estado también ha sido disímil, a pesar que como lo demostramos ambos son combatientes del anti-capitalismo, del anti-imperialismo. A nivel nacional, se le ha rendido un homenaje significativo a Serra, los medios nacionales (públicos y privados) se han hecho eco de sus luchas. El Gobierno de Arias Cárdenas en el Zulia, realizó tremendos actos en la Plaza Bolívar en honor a Serra. Con Sabino, el silencio incómodo y cómplice. ¿Acaso hay diferencias en torno al valor de resistencia y de combate de ambos asesinados? Creo que no. Lo más doloroso es la reacción del Gobierno Bolivariano de Arias Cárdenas en el Zulia, que no ha cumplido con los compromisos ni las promesas hechas al cacique, en torno al respeto a la Sierra y la resistencia a la explotación del carbón. La peor burla, es la del proyecto de la Gobernación del Zulia, de reiniciar la explotación de las minas de carbón, afectando las condiciones de vida, el hábitat, el entorno natural de la Sierra y olvidándose (por los intereses trasnacionales) del compromiso con el Objetivo 5 del Plan de la Patria. Cosas vides sancho, decía El Quijote.
Historiador/politólogo
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