A ver que puede hacer el Vaticano, sobre una posible canonización de estos ángeles de Peña, de la oligarquía, de Bush y de los sifrinos del este. Estamos seguros que Matzinger, perdón, Ratzinger, comparará estos currículos con los de los niños de HITLER, de los cuales él era uno, y tomará carta en el asunto.
En prensa sale la foto de Henry Vivas con esa cara de pajúo (fabricante de paja) moqueando porque según él, EL GOBIERNO LOS SOMETE A LA BURLA, pues las celdas donde están encerrados, cómo debe ser, están a la vista de la gente. ¡Vaya caradurismo! Por eso han iniciado una huelga de hambre. Quieren que los regresen a su “horrible” cautiverio de la DISIP en Caracas y no en Aragua, desde donde se quejan, como ¡¡COBARDES!! Qué son.
La señora María Pilar de Simonovis dice que a su “angelito”, Iván Simonovis le están cercenando sus derechos humanos, ¡Guácala! y teme por su seguridad. La señora Simonovis, ¿por qué algunas mujeres no entienden que otras mujeres también son sensibles y aman? Al parecer no vivía en Venezuela, específicamente en Caracas, cuando su esposo, y sus panas, pusilánimes, evadiendo responsabilidades, arremetieron contra un grupo de personas en predio del célebre Puente Llaguno, con intenciones criminales. La señora Simovis al parecer no desea entender que convivió durante un tiempo con un hombre que se creyó un ROBOCOP, con un ser, que degradó su esencia humana, para ir contra un pueblo al que estaba obligado a proteger y no a atacar.
Da lástima la señora Simonovis, porque en Venezuela centenares de madres, esposas, e hijas, de presos, pernoctan toda una noche en las afuera de las cárceles, sin quejarse, por los crímenes que hacen sus parientes a la sociedad, porque entienden el mal que ellos han hecho a otros. No se les oye decir que esos familiares presos, son querubines del señor Jesús, que se escaparon del redil, porque la pistola, la ametralladora, la granada, la pajiza, o el chopo que utilizaban para causar sus fechorías, eran de plástico, de anime, de barro y que el gobierno se equivocó en sus análisis.
La señora Simonovis, abogada ella, no estuvo en Puente Llaguno. No observó a los policías de Forero, Vivas y su esposo, echándole candela a un pueblo, que estaba allí para respaldar democráticamente a un Presidente al que había elegido en LIBRES COMICIOS Y EN DEMOCRACIA. Hay quienes ven la paja en el ojo ajeno, pero ignoran la viga que les atraviesa los de ellos, los ojos. Amenazan con denunciar a la CIDH por el trato que le están dando a sus “pitoquitos”. La señora Simovis ama a su esposo, al igual que las compañeras de los caídos en Puente Llaguno, amaban a los de ellas, sólo que los de ellas no eran criminales. Es lo que da pena del derecho y el “amor”
No le interesa a la señora Simonovis otra cosa que defender al suyo y los otros, las víctimas atacadas desde la ballena, el rinoceronte y el “simonovincito” que se jodan. Para eso es abogada, para eso es la esposa de un hombre sin escrúpulos, ¿y sus hijos, señora, también creen que su padre es el único que tiene derecho a la vida? ¿No saben esos retoños que los muertos de Puente Llaguno también tenían hijos? ¡Dígaselo, por favor! No tema a la verdad, olvide la arrogancia, el manejo bestial, la palabra inicua Todos los seres humanos están conformado con la misma biología. Su esposo, señora Simonovis, se creyó un moderno Juan Charrasqueado. Bajo las órdenes de la Oligarquía estúpida, del sifrinismo acéfalo, del imperio asesino, irrespetó al pueblo caraqueño. Es cómplice de UN GOLPE DE ESTADO, algo pasado de moda en los estados modernos, en las democracias participativas, como la nuestra. Vea usted, señora Simonvis, ¿los que estaban ese día en Puente Llaguno no tienen derechos humanos?
Ahora el cara de pajúo (que hace paja) de Henri Vivas es atacado por el miedo, por la cobardía que le cubre la piel a los bullangueros de oficio, a los asesinos protegidos por el uniforme, por el poder. No puede hoy desde la celda, donde debe estar, mancillar la voluntad del soberano. Le es imposible gritar a sus subalternos, para que éstos se lancen a masacrar, sin ningún indicio de humanismo. Es un pobre diablo, llorando ante el empuje del viento que le sopla a los oídos su macabra risa, en noche de clara luna.
Los tiempos cambian señora. Nunca se puede decir que EL PODER ME PERTENECE Y QUE HARÉ CON ÉL LO QUE ME DÉ LA REAL GANA, obviando los deberes, la lealtad, la educación y el respeto, que cualquier investidura le da a los seres humanos en equis momento de la vida. Simovis, Forero y Vivas, vivieron en un mundo extraño. Se dejaron llevar por el surrealismo, por la falsedad, por la estupidez, de la que sufren los imbéciles cuando se les da poder.
Para su esposo y sus panas de la PM de aquellos días de abril, todas las cárceles deben ser iguales, porque ellos están condenados a cadena perpetua psíquicamente. No crea que, por más insolentes, patanes, sin alma que sean, les va a ser posible andar por cualquier calle de la vida, sin que la voz de la sociedad venezolana le acerque su sonido al pabellón de las oreja, para fustigarlos, para llamarlos criminales. Eso es imposible. No creo que exista una cárcel más inhóspita que la conciencia, que fustigue más que la sinrazón, que condene con más arrechera que la injusticia.
FORERO, VIVAS Y SIMONOVIS, no podrán jamás limar los barrotes a los cuales se ataron aquel 11 de abril de 2002, per secula, por traidores y eunucos, prepotentes y vasallos sin bolas de Alfredo Peña y CIA.
Sí no lo sabe, el pueblo, señora Simonovis, estuvo encarcelado durante siglos esperó y salió, porque no es criminal. En su piel están las huellas de las torturas, de la crueldad, de la maldad, que el IMPERIO, LA OLIGARQUÍA DEL ESTE Y EL FASCISMO SUBDESARROLLADO de Julio Borges, Granier, Blyde. López, Radonsky, FORERO, VIVAS, SIMONOVIS y de otros equivocados les causaron, pero hoy esas cicatrices les han servido para gritar al unísono, PATRIA O MUERTE, NO VOLVERÁN. Que el diablo les escupa el ano.
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