Paz para todos

La situación planteada en Colombia tiene visos de desesperantes negocios. País hermano por sus pobladores populares, y antagónico por las clases dominantes de una oligarquía, como la del Perú, que desde el proceso independentista impiden la consecución del sueño de la unión hispanoamericana de Miranda, impulsada por el Libertador Bolívar y por los otros libertadores sureños que, a su paso por Londres, recibieron la influencia del generalísimo. Ha sido una lucha despiadada. Desde esa época, parte de esa clase dominante, dueña de los periódicos y de recursos de todo tipo, hoy sigue con mayor espectro y poder. Allá el poder oligárquico y la exclusión han sido bestiales. Incluso cuando funcionaba nuestra democracia representativa bobalicona. Al extremo de que han emigrado sólo hacia Venezuela “4 millones” de colombianos.

También emigran de otros países. Y llegan a USA, o mueren tratando, desde todas las islas caribeñas, de Centroamérica, y de México por millones. Ahora con muro para que no entren en los territorios que les robaron. Los tratan como a perros serviles y para los trabajos más pesados. Cuando Gaitán se consolida como líder popular colombiano aparecieron las esperanzas de los excluidos. Hubo que asesinarlo para evitar el ascenso popular al poder. Le tienen miedo, como acá. Disminuye sus excesivos privilegios. ¡Cualquier cosa! Y de ahí esa guerra permanente de concepciones de vida. Allá sangrienta, aquí casi. En nuestro país se les transformó en una llaga que les duele muchísimo y a la que hay que eliminar a como de lugar. El mundo de las drogas tomó fuerza porque ayudaban a los necesitados. Los gobiernos lo permitieron porque hacían muy poco para resolver los problemas estructurales. Era una compensación. Además la droga es un negocio binacional. USA es el mayor consumidor y no pone correctivos. Se continúan destruyendo los valores fundamentales y prefieren alimentar la superflua vida hollywoodense del consumismo. Entre ellos la droga, que es un negocio mayor. Con el Plan Colombia aportan 2.000 millones de dólares anuales para combatirla (¿?) Pero sólo es una política armamentista –que es la que mantiene la decadente economía usaense– para proteger sus intereses coloniales modernos que se les están extinguiendo. Prefieren la guerra, que les gusta. Son expertos en mutilar.

Por eso Chávez es el objetivo. Matarlo o desprestigiarlo. “Permítele participar en el canje de prisioneros de guerra. No, detenlo que está tomando mucha fuerza como humanista. Permítele de nuevo. Ojo, detenlo que de nuevo está tomando fuerza ¡Inventa otra estupidez! Como que el niño es y no es. Y a la vez, danos tiempo para rastrear las posiciones de los campamentos de las FARC y bombardearlos”. No puede haber reconciliación. No se puede tratar con mentirosos. Ni allá ni acá. Lo único que podría haber, si las oposiciones lo quieren, es buscar un poco de convivencia. ¡Tenemos muy distintas visiones del mundo! Y eso es irreconciliable. Ellos piensan en sus intereses grupales, nosotros en la solidaridad colectiva. Si Chávez decreta una amnistía –que ninguno de nosotros quiere– contra delitos sin olvido, exigen más sin tener razón y sin ceder, ni enmendarse. Siempre exigen. Sin corazón. Sin sentimientos cristianos. Creen que merecen todo aún cuando siempre pongan la torta y el odio. Y más odio. Nada de tolerancia. ¡Hasta cuándo, por Dios!

edopasev@hotmail.com


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Eduardo Palacios Sevillano

Ingeniero Civil. Escritor y caricaturista. Productor radial y locutor. Miembro de la directiva de la Orquesta Sinfónica del Estado Anzoátegui. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana del Edo. Anzoátegui. Coordinador de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Anzoátegui.

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