"El gol es el orgasmo del futbol.
Como el orgasmo, el gol,
es cada vez menos frecuente en la vida moderna"
Eduardo Galeano
El martes en la tarde, horas antes del partido entre Venezuela, y Argentina, visite dos agencias de apuestas, para escuchar la opinión de los apostadores sobre el posible resultado de este encuentro. Casi todas las personas, con quienes tuve la oportunidad de conversar, daban como un hecho el triunfo de la albiceste. Algunos inducidos por el juego de moda el parley, aseguraban un abultado marcador, en contra de nuestro equipo, basados en las estadísticas; esperaban una derrota humillante, por la necesidad de la selección de Argentina de sumar puntos en busca de la clasificación al mundial de Rusia 2018, y por el otro lado la eliminación –fechas atrás– de nuestra selección, y la restructuración con jugadores de la sub 20 –sangre joven– en busca de esperanza y resultado, pensando en el próximo mundial.
A pesar de todas estas consideraciones, algunas por demás lógica, todavía no salgo del asombro, como compatriotas sin ningún reparo, se atreve a vaticinar resultados abultados, sin pensar en nuestra bandera, y el amor de nuestros jóvenes por la camiseta. Esa misma opinión la cargaban de boca en boca, cuando se enfrentaron a la selección de Colombia, un verdadero trabuco, pero siempre estuvo presente, el empuje de un puñado de muchachos con ansias de victoria, y deseo de poner muy en alto nuestro tricolor, para orgullo y pasión de los venezolanos.
La tarde noche en el estadio monumental "Antonio Vespucio Liberti" del club River Plate, con una hinchada eufórica, desde muy temprano abarrotaron las instalaciones para ver lo que se imaginaban–igual que muchos venezolanos– un David enfrentando a un Goliat. Apenas comenzó el partido, empezamos a ver el acoso de un equipo, con las ansias de apabullar, al contrario, como el boxeador, cuando se siente superior, y lleva a su rival contra las cuerdas, para darle la estocada final. El ataque fue incesante, pero la defensa en ningún momento se amilanó, resguardando a un arquero con unos reflejos propios de un felino, para finalmente dar por finalizado el primer tiempo, con un marcador inesperado, y frustrante para los del patio: 0 a 0, y además increíble para los incrédulos apostadores.
El segundo tiempo, se inició esperando el imaginario resultado, pero la frustración en la cara de los jugadores argentinos, se empezaba a reflejar, porque el tiempo no perdona. Un relampagueante contragolpe, con un toque de balón, propio de los grandes equipos, dejó regada a la defensa argentina para el gol venezolano, en los botines de Murillo, para terminar de "arrugarle" la cara a los seguidores de Messi, y su desconcertada "tropa", sin dejar a un lado, a los que están deseando, y se divierten, cuando nuestra selección es derrotada, incluyen a los compulsivos apostadores, quienes solamente esperan los resultados, sin importarles el deporte, porque se anotan al "macho" como los grandes oportunistas. Al instante se hizo presente la paridad, producto del acoso a nuestra portería; una confusa acción dentro del área chica, decreto el 1a1. Dos empates, con sabor a gloria, primero antes los envalentonados neogranadinos, y después antes la siempre peligrosa Argentina.
Estos dos partidos, nos permite empezar a soñar, con el deseo incontenible de ver a nuestra selección pisando la grama de un estadio, en un mundial. De mi parte, a las puertas de los 70 años, sigo siendo un amante del deporte. Sufro, cuando cualquiera atleta, o selección nuestra pierde, en las circunstancias que sean; nunca me escucharan, esperando un resultado adverso de nuestro deporte, y menos de llegar apostar, porque primero pienso en nuestra bandera, como buen venezolano. Por eso seguiré enfrentando a los que se convierten en unos sabelotodo, cuando la selección pierde –gozan– pero callan, cuando gana, o empata con todos los honores, como sucedió en los dos últimos encuentros. ¡BRAVO VINOTINTO!