Como suelo hacer, esta mañana hice un recorrido por la prensa internacional y me llegué hasta Buenos Aires. A la Argentina, esa complicada, como de doble personalidad, donde los apellidos extraños a nuestra lengua abundan y se mezclan con los venidos de España y los muy pocos que por allí quedaron derivados de las culturas anteriores a los tiempos de la conquista. Y la soberbia o el exaltado ego, con abundantes gestos de humildad y generosidad. La Argentina hermosa y querida de la pampa y del espacio urbano, Atahualpa Yupanqui, Carlos Gardel, Alberto Castillo, Facundo Cabral, Edmundo Rivero, Jorge Cafrune, Alfredo Di Stéfano, Armando Maradona, la "negra" Mercedes Sosa y el genial Jorge Luis Borges. Donde el tango de la ciudad y el arrabalero se mezclan y se enlazan con el Candombe del fondo más humilde del arrabal. Esa Argentina, debe ser por el asunto mismo de los apellidos y habiéndole hecho falta quizás los avatares que entre nosotros generaron aquellas guerras donde blancos, indios, negros se mezclaron en el sacrificio, el heroísmo y en primer lugar, se llevaron en las lanzas y por el compartir los sacrificios y honores, aquellos gestos de superioridad y egocentrismo, que en ella perviven y abundan. O a lo mejor me equivoco, tendré que averiguarlo, no es del viejo porteño ni del pampero, pues Miguel Hernández en "Martín Fierro", de eso no deja huella; ese sentirse por encima de los demás resultó de aquella como avalancha que por allá llegó de mucha gente de la que intentó apoderarse del mundo en la mitad del siglo XX. Lo cierto es que, "al llegar a Buenos Aires", sin despegarme de mi silla de trabajo y habiendo abierto, ya al final de la mañana cuando la luz se hizo, abrí el diario Clarín con la deliberada intención de leer algún comentario sobre el juego que Venezuela ganó a Argentina, lo que de por sí ya se salió de lo común y para más con un resultado de 3 goles a 1.
¿Cómo se refleja eso en el alma de un argentino, periodista de Clarín y de apellido enredado?
Venezuela un país de tercera o cuarta en el mundo del futbol, de por allá lejos en la tabla jerárquica que periódicamente la FIFA reproduce, le ganó a Argentina y de paso con dos goles de diferencia y para más señas, estando en la selección porteña Lionel Messi, el mejor del mundo.
Es una cosa para sufrirla demasiado y sobre todo el periodista, quien por su trabajo, está obligado reseñar el juego.
Para empezar y quizás hasta para poner las cosas en su justo sitio, que sería algo así como jugar con las defensas al garete, debo decir que el comentario que hallé en el diario bonaerense, "Clarín", está firmado por Sergio Danishewsky. Para transcribir el apellido hube de picotear las teclas como granos.
El periodista empezó por describir al venezolano como "un equipo que conoce sus virtudes y limitaciones, sólo que se sustenta en el orden, el sacrificio y sentido de la oportunidad".
Si me quedó claro, es un equipo que se sabe inferior, sin mayores pretensiones, ni méritos, pero ordenado, falto de talento y planes, que cuando se halla frente al patrón, actúa "con sentido de la oportunidad", algo así como cazando al enemigo en la bajadita robarle algo de lo que le sobra. No pudo descalificar a priori al rival de forma más escogida y brutal.
En cambio el equipo argentino, es "un cúmulo de buenos futbolistas". Al llegar aquí, me puse a pensar si esos muchachos nuestros, que en su mayoría, si no todos, juegan en el exterior lo hacen porque los equipos que se los llevaron son buenos samaritanos. Pues pudiera ser así si nos atenemos al juicio lapidario del señor Danishewsky, otra vez el lento golpetear del tablero. Lo cierto es que esa patrulla de muchachos montaraces causó al señor periodista el inconveniente de explicar algo que no esperaba, aquello se le salió de su rutina y tabla para juzgar a la gente y el mundo del futbol; le rompieron su lógica y causaron malestar a su ego y hasta ética. Se le olvidó que la formación venezolana le empató dos veces a la Argentina en la pasada eliminatoria y tiene 8 muchachos de la alineación que fue sub campeona mundial de la sub-20.
Tampoco en la mente de Sergio D…no entra la idea que Venezuela ese día fue superior; en él, la mentalidad del conquistador europeo sigue viva. Tanto que al tener que reconocer algún mérito en el juego, no fue a los "ordenados y sacrificados" muchachos que llenaron de goles la red de la Argentina sino a un "Messi como conductor excluyente (¿?), lúcido y punzante, ya plantado como "nueve y medio" y a una "Selección" que "empujó y merodeó el descuento."
Este último halago, en verdad fue el último, observen, fue escrito para referirse al momento cuando el juego iba 1 a cero a favor de Venezuela, por eso dice que la "Selección", "empujó y merodeó el descuento".
Pero antes, había escrito la "apertura del marcador fue por un pelotazo de Rosales a Rondón".
Vi tres veces el video y no creo haya que describir ese jugada de manera tan ligera, indelicada, injusta, mezquina y hasta procaz, porque un cúmulo de muchachos sin nombre pero al futbol juegan, superó en el terreno a la Argentina con Lionel Messi al frente. Calificar el portentoso lanzamiento de Rosales al espacio donde suele jugar Rondón, lo que todo el mundo sabe, como un "pelotazo", revela una como demasiada pequeñez, tanto que descalifica una de las mejores jugadas del encuentro. ¿Será por desconocimiento del juego? Sergio D….., me perdonan lo cómodo, no debe ser de quienes por eso cojean. Siendo columnista deportivo de Clarín, diario de la Argentina, es suficiente para creer a pie juntillas que el tipo sabe del deporte, pero eso no le quita lo mezquino y quizás, hasta lo xenófobo.
El lanzamiento de Rosales es habitual en él y lo era en aquel excelente jugador venezolano que fue Juan Arango. Salomón Rondón es un punta, como tal siempre está adelante y el juego de la Vinotinto obedece a esa lógica y hasta constante, buscar a Salomón. Lo mismo solía hacer Juan Arango, disparar como quien apunta con un rifle al punto exacto donde debe caer el balón y allí recibirle el destinatario. Y Salomón, no se limitó a esperar, como quien caza, sino que hábilmente le tomó las espaldas a su marca y recibió con su pie derecho, como si éste fuese un guante, con elegancia, hasta delicadeza y sin dudarlo introdujo el balón en la red contraria. El segundo tanto de Venezuela fue acompañado de una excelente jugada en la zona contraria de Jhon Murillo, tampoco mereció mención del periodista de Clarín.
Argentina, pese su excelente futbol de siempre, vive un momento difícil en esos avatares, pese Messi. Venezuela, a pesar de la historia que ahora estamos escribiendo y las subidas y bajadas, sube en el futbol. Decenas ya de nuestros muchachos juegan en Europa, pero la mezquindad y en veces la xenofobia no tiene ojos para ver ni generosidad para estimular a quien crece.