Nota: Este artículo fue escrito en 1994. Se explica por sí solo. Pero por eso de haberse ido el "D10s", como dicen las abundantes pancartas en Buenos Aires y siendo ya un hecho público y por demás demostrado que, aquella FIFA que sancionó a Maradona, fue una olla podrida, por lo que casi todos sus integrantes resultaron presos, como siempre el fenomenal argentino lo denunció y por lo cual, en verdad, le aplicaron aquella sanción y más que eso, le pusieron en lista negra y le persiguieron incesantemente, antes y después de expulsarle del futbol, optamos por reponer este artículo para recordar y en honor a quien, desde mi perspectiva o escasos conocimientos del deporte de los goles, que bastante he visto y disfrutado, fue de una dimensión excepcional; tanto que es muy difícil llegar donde él llegó. Para poner a tono aquel trabajo hemos modificado el título e incluido nuevos comentarios.
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Cualquier desprevenido podría pensar que Fidel Castro es el ser viviente que más años lleva presidiendo una institución. Pero esto no es verdad. Hay muchos que ya están enmohecidos y casi petrificados en el puente de "mando" de organismos importantes y tienen la dicha de pasar desapercibidos.
Jao Havelange, presidente casi vitalicio y sacrosanto de la FIFA, es uno de esos esotéricos personajes.
El carácter democrático de la FIFA es un tanto dudoso, puesto que Havelange, un señor de origen brasileño, lleva más de treinta años siendo su presidente. De esta circunstancia, cualquier simple observador podría, sin dificultad, inferir el respeto que el organismo tiene por sí mismo y la discrecionalidad de poderes depositados en esa especie de dios del fútbol.
La omnipresencia de Havelenge y la FIFA parece emerger en la actitud sorprendentemente acrítica de la mayoría de los participantes en los campeonatos mundiales del deporte de los goles. Los equipos grandes y los representantes de las sedes casi están exentos de faltas comprometidas. Los árbitros no se atreven a tomar decisiones de esa naturaleza por temor a ser execrados por la súper poderosa FIFA. Los jugadores y técnicos de los equipos " pequeños" ni siquiera opinan ante las injusticias de árbitros adulantes por temor a las sanciones que penden sobre ellos.
Es verdad que Diego Armando Maradona ha tenido sus devaneos con la droga. Los japoneses, más respetuosos y hasta rígidos en sus principios morales, negaron la entrada del futbolista gaucho a su territorio por sus antecedentes.
La FIFA del señor Havelange aceptó a Maradona y hasta contribuyó a exaltar la presencia del "zurdo de oro" en su cuarta incursión en un mundial de fútbol. Bien sabían que la presencia del astro argentino era una variable importante para el éxito del encuentro futbolístico. Pero todo marcharía de maravillas hasta tanto el pequeño pampero no desafiase las reglas del negocio y lanzase acusaciones que pusiesen en duda la honorabilidad de la institución futbolística y su dirigencia.
Es difícil desconocer el veredicto de los técnicos que estudiaron la orina del futbolista de maravillas. Es hasta creíble, pese a lo que digan los defensores a ultranza del pequeño mago del balompié, que usó un estimulante para repotenciar sus facultades y lucir su grandeza en los albores de su carrera. Pero resultó a todas luces exagerada la reacción de la FIFA. Es evidente y elemental que nadie por drogarse, siendo atleta, lograría los niveles y destreza de esa maravilla del futbol que siempre fue el argentino. De ser cierto que el "pelusa" usó premeditadamente drogas prohibidas y en cantidades tales que justificaran una sanción grave, debió optarse por un procedimiento más sutil que no dañase en demasía al deporte en general y la imagen de un joven a quien tanto debe el fútbol. Es más, si en verdad Maradona jugó bajo los efectos de un estimulante prohibido frente a Nigeria, esta exaltación de la FIFA y del señor Havelange, se parece mucho a una promoción "sin querer queriendo" a favor de lo que se parece condenar.
Hay un dato curioso que revela la predisposición contra "el Diego" de parte de Havelange y la FIFA. Los jugadores a ser examinados con posterioridad a cada juego, para descartar o comprobar el uso de medicamentos prohibidos, se escogen al azar o en sorteo. En el caso de Maradona se violó aquella regla y se le escogió a dedo, de manera premeditada, lo que ratifica lo ya dicho, hubo un complot contra él y no por drogas, sino por su irreverencia frente a los magnates del balompié y sus oscuros negocios.
Pero es sorprendente esta reacción contra la esperanza porteña y ante un jugador que, por encima del odio de sus enemigos por cuestiones del fútbol, era la "vedette" de este mundial.
Y la sorpresa se trocaría en frustración si sospechásemos que la medida no estuvo dirigida a sancionar a quien violó una regla legal de la FIFA, sino a un ser humano que, apoyándose en su grandeza de atleta, creyó que podía ejercer su derecho a criticar los procedimientos brutales y mercantiles del ente futbolístico.
Tres o cuatro días antes del juego ante Nigeria, Diego Armando Maradona, un gaucho que como Martín Fierro piensa que:
"Lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar."
Declaró contra la injusticia y la sobre explotación que representaba programar juegos a horas del mediodía en ciudades donde la temperatura alcanzaba hasta los 40 o más grados. Este gesto de Diego no podía pasar desapercibido para Havelange y los grandes negociantes del espectáculo. Quizás por este atrevimiento no se tuvo ninguna consideración con los jóvenes que ven en Maradona una descollante figura del deporte y quien ha sido, después de Pelé, el usuario del trono futbolístico, expresión esta que no implica ningún juicio al momento de escoger entre el brasileño y el argentino. Quizás por eso, el señor Havelange y sus acólitos, decidieron sacar del mundial a Maradona de manera tan humillante y sin consideración alguna a su enorme aporte a la popularización de un deporte que mucho ha dado al presidente de la FIFA.
Las manifestaciones de carácter político o a las que pudiera dársele ese carácter, como la solidaridad de Maradona con el proceso cubano, su amistad con Fidel Castro y sus gestos de admiración por su compatriota Ernesto "Che" Huevara, fueron públicos con posterioridad a lo referido anteriormente. Por supuesto, estas circunstancias, contribuyeron a que, una buena parte de la gente, hasta sin saber nada del futbol, ni nunca haber mostrado interés por ello y, quizás hasta por eso mismo, no haber tenido la dicha de disfrutar la magia y el arte del "eterno 10", automáticamente se forjaron una idea y sentimiento hasta despreciables por un atleta excepcional y un ser humano que desafió a los grandes poderes. Pues lejos de ponerse al servicio de los dominantes, lo que hacen habitualmente quienes, como él, rozan la gloria, optó, por lo contrario.
Habiendo terminado de escribir este artículo, mi máquina, mientras le manipulaba para buscarle acomodo, se vino de frente y al caer sobre la mesa, casualmente, "cosas veredes", su pantalla golpeó la cabeza de una pequeña figura del Pelusa y la perdí para siempre. Diego se fue con esa deuda. Y aquí, en mi mesa está, como testigo de todo, la figurita o pequeña estatua del "cabecita de fósforo".
Barcelona, 02-07-94
1.-Dos días después de escrito este artículo, Maradona declaró para la prensa internacional que haría gestiones para la fundación de un sindicato internacional de futbolistas profesionales. Su objetivo fundamental sería enfrentar situaciones como la relativa a los horarios y calendarios de los eventos internacionales del deporte de los goles.