La Vinotinto inició la Copa América el domingo jugando contra Brasil. Perdió 3 a 0. Un resultado esperado en condiciones normales, pues pese el ascenso del futbol venezolano, el de Brasil sigue siendo de los mejores del mundo.
Pero la ventaja de hecho de Brasil, más ser el de casa y lo diezmado del equipo venezolano, atacado por el Covid, las ausencias conocidas con anterioridad por lesiones, las mismas del juego contra Bolivia, haber tenido que llamar de urgencia a 15 nuevos seleccionados, de ellos 9 del futbol nacional, quienes no tuvieron tiempo de prepararse, no se mostró en la cancha, pese los números de la pizarra.
Pero no es del futbol propiamente de lo que queremos hablar, sino del negocio que a ese deporte envuelve; la mentalidad mercenaria, mercantil de la Conmebol, el oportunismo e irresponsabilidad del presidente Bolsonaro y la enorme distancia que hay entre Neymar, no sólo como jugador, sino ciudadano, y Diego Armando Maradona.
La Conmebol, que no parece ser nada diferente de aquella FIFA de antes, la que de la mayoría de sus dirigentes les metieron presos por corruptos, de los que el exjugador francés Richard Platini fue los últimos, viendo que las protestas populares que cunden en Colombia desde hace más de un mes, impedía que en ese país se llevase a cabo la Copa América, como estaba previsto, optó por trasladarla al Brasil, el país más azotado por la pandemia, tanto que de allí han salido hasta dos o tres cepas diferentes y el número de contagiados y muertos es de los más grandes del mundo. Y encontró en Bolsonaro un aliado como mandado a hacer, para privilegiar las ganancias que la organización del futbol, cual empresa, manejada por empresarios agiotistas espera.
Y es curioso que, de Brasil o de esa nacionalidad, fue Jao Havelange, quien fue el ser viviente que, en los últimos 60 años, estuvo más tiempo presidiendo algo, como lo es la FIFA y justo cuando esta se volvió la "cueva de Ali Babá".
Por aquella inesperada y hasta irracional decisión, que nada tiene de deportiva y sí mucho de negocio, organizaciones populares del Brasil, como de muchas del continente, protestaron. Se dio el caso que, entre los protestantes se dirigieron específicamente al ahora gran astro del futbol brasileño, Neymar da Silva, para que denunciase la inconveniencia de realizar en este momento esa competencia en su país.
Neymar, por lo que se sabe, y estamos en un mundo donde todo se sabe y con gran rapidez, ni siquiera se dio por enterado. Supongo que, enfrentarse a la Conmebol como a la FIFA de antes y aún a la de ahora, demanda mucha personalidad, conciencia, fuerza y compromiso con la gente.
Llegado aquí, entra en escena el "cabecita de fósforo", como le llamó mi amiga Susana, a orillas del Río de la Plata, el gran Armando Diego Maradona. El nombre dado por mi amiga, maestra de escuela y de esas que, dada su edad, acudían en plena dictadura de Videla a acompañar en las marchas a "Las abuelas de la Plaza de Mayo", era el mismo que se daban a todos los humildes muchachos como él, por su pelusa negra.
Mucho antes que Diego Armando le convirtiese dos goles a Inglaterra, en el mundial de México de 1986, entre esos aquel que se llamó "la mano de Dios", el astro argentino, venía denunciando a la FIFA por muchas cosas, entre ellas la como dictadura de Havelange y los entonces muy bajos salarios de los futbolistas. Empezó a hablar de formar un sindicato.
Cuando llega al mundial de Atlanta, en 1994, ya en los momentos finales de su carrera, Diego hizo persistentes declaraciones a la prensa mundial acerca de la inmoralidad de la FIFA y, además, como esa organización, por sólo ganar más dinero, programó juegos al medio día, pese las altísimas temperaturas, sólo por ajustar el horario en favor de las transmisiones de televisión. Incluso volvió hablar de la formación de un sindicato para contrarrestar el poder la FIFA todavía bajo la presidencia del demasiado longevo Jao Havelange.
Por su edad, estar en los momentos finales de su carrera, ya Diego había dejado de ser la mina de oro de la FIFA y esta, sabiendo eso perfectamente, no estaba dispuesta a seguir soportándolo; había que darle un "parao".
En un juego creo que, de octavos de final, donde Argentina ganó a Nigeria, la FIFA, violando las reglas o el acostumbrado proceder de escoger por sorteo los jugadores destinados a hacerle la prueba antidoping, optó de manera deliberada por Diego; es decir, lo escogió a dedo. Ya era conocido en el ambiente que, "el pelusa", en esos últimos años de su carrera, durante y después de su gloriosa participación en el Nápoles de Italia, había empezado a consumir drogas. Y por saber eso y más que todo por destruirle como denunciante de los abusos y la corrupción en la FIFA, este organismo lo escogió de manera expresa.
Si Diego se hubiese mantenido callado, indiferente como ahora Neymar, ante el reclamo popular para que la copa América no se celebrase en Brasil por causa de los estragos que allí causa la pandemia, la FIFA, Havelange y sus acólitos, casi todos presos posteriormente por corruptos, incluyendo a quien ella representaba a Venezuela, hubiese optado por ignorar, como lo venía haciendo, la vida privada del gran astro argentino.
Neymar ahora se hace cómplice de la Conmebol, como en su tiempo Edson Arantes Dos Nacimento o sencillamente "Pelé", de la FIFA, ente este que, al entonces astro del futbol brasileño y de los mejores en la historia de este deporte, se cansó de hacerle reconocimientos y hasta llegó a incorporarlo a su directiva.
Esta es parte de la verdadera historia alrededor de la figura de Maradona, un astro del futbol, de los más grandes, quien nunca dejó de ser, como le llamó mi amiga Susana, aquella maestra bonaerense, un "cabecita de fósforo", un hijo del humilde barrio de Fiorito de Buenos Aires, quien pese haber llegado a lo más alto del fútbol mundial, nunca dejó de mostrarse solidario con los humildes, con sus colegas futbolistas del mundo mal pagados, contra la corrupción de la FIFA de su tiempo, por lo que esta y mucha gente, le declaró como enemigo y condenó casi hasta el ostracismo, por incurrir en una debilidad que cientos de artistas en el mundo también practican y, pese eso, se les mira con clemencia y admiración por su aporte.
A Diego Armando Maradona, se le cobra no lo de haber incurrido en aquella su debilidad, la que al final superó con hidalguía, sino el enfrentarse a las injusticias de la FIFA, al imperialismo y en favor de las luchas de los pueblos por su crecimiento y derechos todos.