El sábado 28 de mayo se realizó un encuentro de cantores en la población de Las Cuibas, estado Lara. Este sería el segundo que se efectúa en el marco de un llamado nacional para apoyar las luchas campesinas. El primero fue en El Guamal, municipio Crespo, del estado Lara.
Se trata de un movimiento naciente de jóvenes que tuvo su antecedente en Proyecto Sueños Venezuela. Organización que se eclipsó ramificándose autónomamente en varios estados con diferentes convites a saber: En Mérida bajo la dirección del Grupo Iven se realizó la “Marcha de los sombreros, las barbas y las guitarras” y su puesta versó en la recuperación de nuevos espacios para la expresión cultural. De igual manera, en el Zulia la organización Capirurgente ha realizado diferentes proposiciones en el marco contracultural. En Carabobo, los Cayapos planifican el Encuentro de los “Sin saberes”, para ver qué ideas salen en esta construcción socialista. Lara, tierra musical de Venezuela, viene ensayando estos encuentros con el campo, bajo la iniciativa del cantautor José Gregorio Gómez, mejor conocido como Aguasalá, quien en conjunto con otras agrupaciones y colectivos promueven algo así como una “Vuelta a la agricultura de la zona tórrida”.
En las opiniones de este joven cantor se pudo palpar algunas respuestas a nuestras interrogantes. ¿De verdad promueven una vuelta al campo? ¿Es lo bucólico una nueva proposición? ¿Por qué la urgencia?
De la Canción protesta se avanzó a la Canción necesaria y ahora a la Canción urgente. Son propuestas que se apoyan en el verdismo, en nuestro planeta como referencia de la destrucción que lo acontece. La información masiva se empeña en hablar de “medio” ambiente como si ya estuviera partido por la mitad. Es un daño escandaloso lo que se le está haciendo a la Tierra. Por otro lado, ya van varias centenas de campesinos muertos impunemente en esta lucha por la democratización de la tierra. He ahí lo urgente. Una especie de autodefensa. Un ecologismo afincado en la lucha de clases.
Lo colectivo es otra premisa. Se ensaya un movimiento plural, diverso, horizontal frente a la burocracia entubada y las élites culturientas. El artista debe estar fundido con el pueblo. No es que “alguien” diga: “Soy importante, síganme”. Se trata de estar ahí donde está el pueblo, no que este vaya a los espacios urbanos edificados para el divismo individualista. No hay esa pretensión. Aquí lo colectivo tiene un peso y cualquier peligro o trampa del poder del egoísmo los amigos lo detectan y nos cuidamos unos a otros mediante el balance constante. El arte, no por estrellas, sino por intercambio de ideas. Argumentaciones que rompan el círculo elitesco. Es la entrega del corazón unida a una razón y una acción práctica que en esta oportunidad fue la arborización. Se trata de ver la cultura como un fundamento operativo que actúa en nuestras cotidianidades resolviendo y construyendo desde abajo la nueva sociedad que soñamos.
La diferencia con el anterior encuentro campesino es que éste fue más rico, con mayor convocatoria. Durante toda una semana se plasmaron pensamientos y discusiones sobre la sociedad a construir. Ideas que partían de lo local pero que se enrumbaron también a lo nacional. Al socialismo como salida. No es cantar por cantar. Es construir juntos la concepción de politizar la cultura y culturizar la política.
Es convidar a los iguales hacia un fin estratégico. No hay canción inocente. Es pasar a la acción, ver resultados de que un nuevo mundo es posible. Recoger lo que dice el pueblo e irradiarlo musicalmente y sentir lo real maravilloso que somos como país.
Esta canción urgente conlleva a contribuir con humildad al diseño paulatino de una subjetividad socialista. A una convivencia en unidad con la naturaleza. A la valoración de las cosas sencillas, más allá de la angustia de tener. Una comunión con el pueblo que implica una autonegación con el monstruico que llevamos por dentro, para afirmarnos como humanos. Las ciudades como están diseñadas son deshumanizantes. Quizás sea por esta herencia cercana al concepto de pueblo, de aldea, a esa antigua sed de comunidad amenazada por los peligros de los desastres “naturales” y las guerras climáticas dirigidas lo que nos hace sentirnos como si fuéramos los últimos hombres de ríos.
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