Muchos improvisados y paracaidistas pretenden opinar sobre la agricultura, fácil es creer que la agricultura es fácil, si tiras una semilla en tu solar seguramente verás crecer una matica, si los campesinos que no saben o apenas leen, pueden sembrar y producir, entonces la agricultura resulta ser muy facil. Nada más apartado de la realidad, la agricultura es cosa seria y como tal debe ser mirada y estudiada.
Quienes nos formamos en esta ciencia y logramos pisar alguna facultad de corte agrícola, sabemos que el arte de cultivar la tierra requiere de saberes que son inherentes a la vida en el aprendizaje diario y ancestral, en el conocimiento científico-académico y científico-popular. Quienes mantenemos nuestra vida apegada a la vida natural del poderoso mundo del campo, sabemos que vivirlo es placentero y al mismo tiempo subversivo.
No es fácil sembrar y cultivar la tierra, producir alimentos para el mundo, no es fácil pero resulta ser la actividad más hermosa y liberadora del ser humano. Los países son direccionados por los gobiernos que timonean el barco, pero es el pueblo quien le da el calor suficiente para impulsar el motor que hecha a andar la nación, por tanto, la organización popular sigue siendo la tarea más importante de todos los momentos.
Es cosa seria producir alimento para el mundo, es cosa seria lidiar con las leyes naturales que esconde secretos que hay que decifrar, es de máxima seriedad construir una patria capaz de alimentar a sus habitantes.
Hay que entender la dinámica del campo, conocer el sufrir campesino, el carecer de tierras, el luchar rio arriba contra una dinámica depredadora, mortal y excluyente. Las oligarquías del agro sentadas bajo una montaña de recursos amparados en funcionarios y cómplices gobiernos, ponen en jaque a la economía mundial. Quien domina lo verde domina el mundo, por eso el control de la semilla, el control de la producción de los abonos y otros insumos necesarios para la producción, el control de la investigación agrícola, eso resulta ser la clave de la dominación.
Los campesinos y agricultores debemos migrar de manera pausada y sostenida hacia la agricultura sana y sustentable, es la única manera de liberar el campo. Necesario es vencer, construir nuestra propia infraestructura productora de bioinsumos necesarios para los cultivos y la tierra, olvidemonos de las grandes plantas productoras de abonos, son redes de pequeñas unidades productoras de agroinsumos orgánicos los que hay que regar por todo el territorio. Sensibilización, capacitación, organización, apoyos, empuje y decisión de trabajo, es eso lo que hay que construir.
Lamentablemente nuestros centros de estudio como aparatos idelogicos de estado creados para fortalecer la dominación, nos formaron para la dependencia, para la esclavitud, para la destrucción del ambiente. La revolución verde surgida luego de la segunda guerra mundial han causado un deterioro brutal de nuestros suelos agrícolas y hoy esa práctica silenciosamente nos convierte en esclavos de la agro industria de los fertilizantes, de la semilla y de insumos agrícolas. Somos esclavos de los grandes capitales que dominan el agro. Hoy hay mucho más hambre en los núcleos humanos que pueblan la faz de este planeta. La dependencia de la actividad agrícola, de los grandes consorcios de los agroquímicos, es la dinámica que mueve este planeta.
No esperemos mayor cosa de nuestros gobernantes, pero la toalla no debemos tirarla, obliguemos al estado a cumplir con el campo, con los campesinos, agricultores, conuqueros que somos quienes damos sustento y manutención al pueblo. Forcemos la barra que rompa la desidia, generemos nuestra organización. La liberación solo depende de nosotros, de nadie más.