Al Presidente de la República y a los Estudiantes de Economía

Los ajustes salariales íntegramente cargados al precio no son ningún mito, son el procedimiento regular capitalista para la fijación de los precios.

Contenido de esta entrega:

1.- Valor y precio de las mercancías.

2.-Las variaciones del capital constante.

3.- Plusvalía de la producción y plusproducto del mercado o de la distribución.

4.-Microeconomía en la producción, y Macroeconomía en la distribución.

5.- Los métodos PEPS y UEPS de la Contabilidad Capitalista.

6.- Influencia del salario en la valoración de los precios.

7.- El mito de los mitos.

8.- Paradoja de los cambios súbitos de los precios, y lentitud del precio de la fuerza de trabajo.

9.- Congruencia entre los salarios de las Prestaciones Sociales y los métodos PEPS y UEPS.

10.- Armonía entre los salarios y la cesta básica.

11.- La paz social es incompatible con los conatos de socialización.

De entrada: mientras rija el régimen capitalista, las intervenciones del Estado deben ajustarse al interés de la clase capitalista; de otra manera, surgen conflictos que nos llevan necesaria e inevitablemente a la dicotomía de declararnos socialistas o respetar las leyes propias de la economía burguesa. Cualquier estado híbrido supone una lucha permanente donde los más perjudicados suelen ser los propios trabajadores en general. Con dos modos de producción antagónicos per se cualquier paz social resulta ilusoria.

Si bien la Economía Política científica-léase Economía Política Marxista (EPM)-clasifica el capital en constante y variable, eso no excluye la posibilidad de que el capital constante cambie su valor de compra susceptible de ser trasladado o reflejado en su valor de cambio a los fines de: 1.- Pago de impuestos, y 2.- Influir en los precios finales de venta al intermediario o consumidor final.

Esa posibilidad, por supuesto, rige meramente para el precio o cuando el valor inicial se mueva estrictamente dentro de la circulación de las mercancías, puesto que por definición ninguna mercancía puede valer más del costo o valor trabajo que haya recibido durante su producción. Mientras el valor depende del trabajo asalariado, los precios lo hacen del mercado, y en este la decisión la toman los capitalistas. Luce lógico que en el capitalismo, mientras el proletariado produce la riqueza, la burguesía la distribuya.

Ese, ese valor trabajo, es una cantidad socialmente calculada, para lo cual interviene todo el capital involucrado en cada mercancía similar; es un valor o que sólo puede apreciarse socialmente, y esto no debe ignorarse para una mejor comprensión del fenómeno que nos ocupa. Recordemos que los medios de producción son asimilados a factores creativos de la ganancia por parte de la Economía Capitalista, y la EPM1 los define como capital constante o estériles.

Todo valor procede del trabajo humano; por ejemplo, las máquinas y la organización del trabajo de equipo sólo potencian la productividad del trabajo asalariado, así como la contabilidad y coordinación del trabajo sólo sirven al empresario, pero no a la empresa2. Por esa razón, ni los contables ni la gerencia participan en ningún agregado de valor de uso ni de cambio a las materias primas y por esa razón no representan trabajo útil en la transformación física de dichas materias.

Como sabemos y es fácil reconocerlo, el mercado es un semillero de triquiñuelas, pero, también de innovaciones tecnológicas ya que a él concurren todos los fabricantes de unas mercancías en constante cambio de sus valores y precios de producción. Los fabricantes e intermediarios se ven obligados a practicar todos los ajustes que el mercado les ofrece en cada renovación de los inventarios ya listos para su consumo final o intermedio, y hasta tienen razón porque todo valor trabajo es social3.

Los métodos contables llamados UEPS y PEPS4, por sus siglas en español- "Último que entra, primero que sale", y "Primero que entra, primero que sale"-recogen esa permanente posibilidad de cambio de los precios de las mercancías con inclusión de los medios de producción y los salarios. Se trata de actividades regulares de la propia concepción marxista del valor trabajo, según los precios ajustados al valor de mercado, a los precios sociales o medios que se originan sobre la base de los tiempos socialmente necesarios.

El uso de esos métodos contables del capitalista se asoma cuando suben los costos o valores de algún insumo respecto al precio de adquisición de aquellas mercancías que se hallan pendientes de elaboración, semiterminadas y terminadas antes de salir al mercado para su realización. Igualmente, cuando suben los salarios automáticamente los intermediarios y los fabricantes suben los precios de coste de todas las mercancías ya que estas, a pesar de haber sido compradas a precios inferiores, como contienen mano de obra, esos precios son ajustados a los nuevos precios de mercado para la mano de obra presente. Por lo demás, es cierto que si los salarios se incrementan 20%, sólo 20% del porcentaje representado por los salarios, según la composición orgánica, podría recibir tal incremento en el precio de las mercancías, pero, si ahora la fuerza de trabajo vale más, más valdrá la plusvalía, y también la parte que por concepto de mano de obra prexiste en el valor de los medios de producción.

Si a ver vamos, todos los bienes artificiales representan fuerza de trabajo aplicada, y valen precisamente por contener mano de obra. Es más, cuando apreciamos una mercancía, estamos refiriéndonos al conjunto de trabajo humano presente en ellos. Es la lógica de la contabilidad burguesa; no se trata de especulación morbosa ni de mito alguno, sino, más bien, de actividades ordinarias del capital.

De allí que es en vano imponerle a los fabricantes o intermediarios capitalistas que no suban el precio de sus mercancías con 100% de cualquier ajuste salarial.

Asimismo, los trabajadores pueden exigir-como lo han hecho con cierto éxito-ajustes salariales particulares, porque, según los precios de mercado de los bienes de la cesta básica, la fuerza de trabajo se halla revalorizada con cada incremento de sus precios.

Estamos, pues, en presencia de otra más de las numerosas contradicciones o "luchas" internas de un sistema que de partida no opera con cuentas claras cuando no paga el precio justo del valor del trabajo creado por los asalariados, no sólo por su trabajo individual, sino que tamoco paga completo por el que crea cuando lo hace en equipo.

Como la burguesía niega que explota a sus asalariados, y afirma que sus ganancias proceden del mercado, es lógico obligarlos a que las subas salariales vayan con cargo a las ganancias de tales patronos. Basta conocer esas ganancias-del año inmediato anterior-y a ellas rebajarles un monto suficiente para balancear la cesta básica con los salarios que hayan regido.

Hay precedentes en materia del financiamiento y costeo de los salarios por parte del capitalista mercantil y del fabricante mismo. Estos capitalistas usan parte de su ganancia potencial que se halla en las mercancías porque el fabricante les vende al intermediario con sacrificio de su parte del plusvalor originalmente extraído de los centros fabriles5.

Paradójicamente, la mercancía que sufre menos cambios es aquella que se paga a un precio que suele mantenerse constante a pesar de que la EPM la ha definido como capital variable, una variabilidad que, al contrario de la constancia del capital representado por los medios de producción, sólo se aplica dentro del proceso de producción y no dentro del mercado, porque, ya lo dijimos, el capital definido como constante cambia su valor de cambio fuera de tal proceso de producción; lo hace en la circulación.

Por ejemplo, si la materia prima llega a subir de precio, los usuarios que mantienen reservas de ese insumo optarían perfectamente por suspender la producción que los consume y la revenderían como medios de producción para hacerse de una ganancia mayor a la que obtendrían si la usan para consumo propio6. También, no dudamos que automáticamente alteran o remarcan sus costes en tal sentido.

De manera que la variabilidad de parte del capital aludido en la EPM se refiere al capital usado en la paga de asalariados empresariales y a la paga de los "asalariados" domésticos quienes, si bien no producen mercancías, crean plusproductos. El carácter constante del capital se refiere al invertido en la compra de medios de producción. En ambos casos, como sabemos, los salarios muestran una clara tendencia a su congelación en el tiempo. Si fuera por los empresarios, ellos jamás les aumentarían un centavo a sus trabajadores y hasta les rebajarían directamente el salario u optarían por comprimir el poder adquisitivo del salario tal como lo estamos sufriendo actualmente. Esta solución AMBIGUA Y CONTRARIA AL MODO BURGUÉS asumida por las partes, fabricantes, intermediarios, sindicalistas y gobierno, sólo cesaría fuera del sistema capitalista.

El capitalista evade impuestos cuando asienta costos mediante el método PEPS, si los precios de los insumos bajan de precio. Y cuando los precios suben, los salarios y otros, entonces maximiza sus ganancias mediante los asientos UEPS, o revendiendo, por ejemplo, materias primas a precios que les garantizan una mayor rentabilidad, aun a costa de la suspensión total o parcial de sus procesos ordinarios de producción.

Son esos los caminos, contables o no, para la maximización de ganancias de mercado, y no la venta a precios marginales como la Teoría marginalista los vende a los estudiantes de la Microeconomía Burguesa. Se trata, más bien, de precios medios o sociales capitalistamente, científicamente, remarcados.

De resultas, cada incremento de los salarios afecta a todas las mercancías, sean estas, bienes terminados productivos o consuntivos, y esa afección se concreta con los ajustes que el capitalista realiza, según los métodos contables QUE hemos señalado arriba. Los perjudicados realmente son los propios asalariados, pero no por abusos cometidos por el capitalista, sino, al revés, resultan irrefragablemente de las propias actividades o dinámica del capital.

El otro día, por cierto, un acreditado colaborador de aporrea.org sugirió que el Señor Presidente no siguiera incrementando los salarios; a la luz de estas reflexiones, a dicho colaborador le asiste toda la razón del mundo, MIENTRAS SIGARIGIENDO ELMODO BURGUÉS A SECAS.

Sin embargo, si el capitalista carga y vende sus mercancías según los precios del mercado, al valor social, asimismo debería pagar todos los insumos de esas mercancías, y entre ellos el salario "vivo o muerto" que contienen en cada momento.

Así las cosas, la salida más recomendable, ante esa contradicción, sería prohibir que los incrementos salariales sean cargados a los precios de las mercancías así como el patrono ha terminado por cargar a sus ganancias del año los "aguinaldos" fabriles o cuota anual de utilidades, aunque, si a ver vamos, en realidad tales "utilidades" no son otra cosa que salarios retenidos durante el año a fin de que los asalariados puedan comprar aquellos bienes duraderos que no pueden adquirir con su salario semanal o quincenal y que por su naturaleza no forman parte de la cesta básica diaria semanal ni quincenal, aunque sí anual.

 

1 Paradójicamente, la Economía Política Marxiana es Economía Científica Capitalista a diferencia de la Economía Política Vulgar Burguesa.

 

 

2 Marx afirma que el trabajador comercial al igual que el bancario se ocupa de servir al negocio capitalista mercantil (de comercio y banca) en función de obtener parte de la plusvalía creada en la fábrica, parte que el capitalista industrial le cede al intermediario y a la banca, ya que de otra manera este tipo de capitalista no podría autoabastecerse en su conversión de su mercancía en dinero. Nosotros entendemos que, en consecuencia, este tipo de servicio prestado por el trabajador mercantil realiza también un tiempo de trabajo necesario y un sobretrabajo habida cuenta de que no produce plusvalía alguna, pero, sí crea un plusproducto gratis, tal como ocurre con el resto del personal doméstico, en favor de este tipo de capitalista. Creemos, y así lo sostenemos, que esos trabajadores comerciales y bancarios son una variante del servicio doméstico que puede recibir este tipo de capitalista. Son trabajadores, digamos, quienes efectivamente no le asearán su casa, pero le acopian la plusvalía en la que ese capitalista comercial participa como comerciante, y en este tipo de servicio también explota el trabajo ajeno. Desde luego, no venderá ese plusproducto porque este no se asimila a ninguna mercancía. Este tipo de plusproducto se aplica también al trabajo de los contables, supervisores y afines, y muy en particular al realizado por el personal de alta confianza. Véase Carlos Marx, El Capital, Libro III íntegramente; Econ. Manuel C. Martínez M. PRAXIS de El CAPITAL (marmacster@gmail.com)

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3 Por trabajo social se entiende el que realizan todos los trabajadores involucrados en la fabricación y distribución de una mercancía. Es un valor promediado, social o determinado macroeconómicamente. Por lo general, en los mercados libres o de competencia los cambios en el valor medio corre a espaldas de los productores individuales de cada fábrica, pero en el mercado concurren todos ellos y en este aparece todo el universo de variaciones de precios de unas fuerzas productivas en permanente evolución cambiante.

 

 

4 Véase Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. VIII. (Cartago, 1973, Buenos Aires).

 

 

5 Véase Carlos Marx, Libro III, El Capital Industrial.

 

6 Las principales empresas de periódicos del país así lo hicieron recientemente. Los importadores de materia prima que han recibido dólares preferenciales optaron por redireccionar su uso y ya conocemos las consecuencias.



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Manuel C. Martínez


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