Hay una situación que está generando un corto circuito en la economía venezolana. Se trata de las disimiles posiciones que mantienen las organizaciones industriales Conindustria y Fedeindustria con relación a las políticas económicas implementadas por el actual gobierno nacional.
Ambas organizaciones agrupan a empresas que están activas en el sector secundario de la economía, es decir, el sector de la producción de bienes, a partir de la transformación de materias primas, mediante la utilización de tecnologías. Conindustria agrupa a grandes, medianas y pequeñas empresas, y tiene como misión "contribuir a la promoción, fortalecimiento, representación, innovación y desarrollo permanente de la industria venezolana". Fedeindustria, por su parte, se presenta como "una organización sin fines de lucro de empresas e industrias, cámaras y asociaciones de emprendedores, micros, pequeñas y medianas industrias". Entre las dos organizaciones, como se puede ver, agrupan a todo el espectro de la producción industrial, desde lo macro hasta lo micro.
Ahora bien, Conindustria, cuyo presidente es Jorge Olalquiaga, con relación a las políticas económicas del actual gobierno nacional, considera que éstas frenan la producción y que representan un modelo fracasado que ha empobrecido y continúa empobreciendo a consumidores, trabajadores y empresas. Fedeindustria, por el contrario, en palabras de su presidente Orlando Camacho, considera que las medidas económicas van en la dirección correcta, para que la gente pueda tener aspiraciones y poder satisfacer sus necesidades. La pregunta que surge aquí es la siguiente: ¿cómo puede haber tanta diferencia entre dos actores de la economía industrial venezolana, si sus objetivos y requerimientos son similares?
