Razones del éxito del robo en equipo

El trabajo de más alta productividad en valores de uso es el "trabajo"[1] en equipo llevado a cabo por trabajadores asociados en torno a un fin común favorable en términos igualitarios. Tal es el caso del trabajo comunal y, desafortunadamente, el de los ladrones[2] no patentados, convencionales o no convencionales que operen en grupos organizados o atados por un objetivo común[3], aunque lo sea transitoriamente.

Los comerciantes, por ejemplo, tienen la ventaja de estar muy unidos por un interés común = su homogénea tasa de ganancia y de allí su éxito inmancable[4], su "prosperidad"en cualesquiera de sus variopintos negocios a los que se dediquen.

Sin embargo, paradójicamente, en el interior de la empresa burguesa ocurre todo lo contrario porque en ella los trabajadores se hallan simplemente apelotonados y organizados con tareas, aunque técnicamente armonizadas, sin un interés común ya que trabajan para el patrono y a cada trabajador sólo le interesa su paga en particular y el cumplimiento de su tarea específica a fin de garantizarse la continuidad de su contrato laboral. Si falla alguno de los trabajadores involucrados en la fabricación de alguna mercancía, se descuida, falta o se adelanta en su productividad personal, eso en muy poco tiene con cuidado al resto de los apelotonados.

Cuando Adam Smith hace alarde de la división del trabajo no pudo imaginar que el verdadero potencial de productividad de valores de uso no se circunscribe sólo a la división técnica del trabajo, tareas y subtareas de cada trabajador, como partícipes del proceso técnico de trabajo, yuxtapuestas al resto de las fuerzas productivas, a los medios de producción, sino que debe tomarse en cuenta la división social, la composición económica del personal de las empresas en trabajadores y no trabajadores, en asalariados y dueños de los medios de producción, entre proletarios y burgueses cuando todos se hallan fuera de las empresas.

Así, el trabajo asalariado resulta productivo para el dueño de la empresa, pero nada productivo para el asalariado que ni siquiera recibe una paga completa, y tan así es que su salario no suele cubrir la cesta básica y además el asalariado deja plusvalía o trabajo gratis[5].

Como Smith era también un capitalista, mal podía autoevaluarse como tal, como empresario que también lo fue, y conste que no se trata de una actitud subjetiva ni mucho menos. Silenció involuntariamente la verdadera división social, las relaciones económicas de su sociedad cruzadas entre los trabajadores y los dueños de la empresa, a pesar de que él creyó que estaba analizando todas las características de dicha sociedad.

Lo mismo le aconteció a Aristóteles cuando se devanó los sesos tratando fallidamente de hallar una explicación racional de porqué se puede cambiar sandalias por panes bajo determinada proporción, siendo él un ciudadano de una sociedad esclavista donde se diferenciaba a las personas entre sí, no así en la sociedad capitalista donde todos los hombres potencialmente son igualmente tratados como mercancías y productores de mercancías-su fuerza de trabajo-

Se trata de las relaciones económicas que en el modo capitalista no garantiza ni siquiera un mediano interés colectivo en trabajadores apelotonados en talleres a quienes, más bien, se les prepara para ejercer el más feroz individualismo cuando salga de la fábrica, que se desentienda de los demás, como así lo hace cada empresario respecto a sus competidores activos y potenciales.

Es que todo proceso de trabajo útil produce valores de uso y reproduce las condiciones reinantes, de tal manera que el asalariado en la fábrica sale como tal para el día de mañana, mientras el patrono sale para seguir siendo patrono el día siguiente. Con semejante realidad, mal puede esperarse mejoras productivas del trabajador asalariado por bien organizado que esté en grupos social y económicamente desagrupados como pueden estarlo en sus talleres laborales.

Mientras los amos del resultado de la producción sean unos, y otros los creadores de esa riqueza, o sea, los trabajadores sin copropiedad, entonces los ánimos laborales se hallarán siempre minimizados.

Mientras el interés en la producción de los trabajadores no sea de consuno, no esté presente en cada uno de ellos como un todo; si la mercancía en proceso de producción no les perteneciera en una sociedad de copropietarios como se hallan los socios copropietarios de la empresa, de los medios de producción, de los ladrones cuando planean un robo, mientras rija aquel tipo de relaciones sociales, de división social entre propietarios y trabajadores, unos trabajando y otros enriqueciéndose sin trabajar, la productividad será tan mezquina como lo son los salarios reconocidos por el empresariado capitalista.

​P.D.: En Valencia sigue la mala praxis de que algunos funcionarios de PDVSAGAS están engiciando con las bombonas de manera descarada ante la descarada falta de gobierno y autoridades locales. Las secretarias que reciben los pedidos se lavan sus manos al decir que ya le dieron curso y que el camión las carga...


[1] Entiéndase por trabajo cualquier acción personal dirigida al logro de algún objetivo no menos personal, y si el resultado es beneficioso para todos se trataría de trabajo productivo, y en el sistema capitalista será productivo si deja una plusvalía..

[2] Entendemos por ladrón en todo su amplio sentido: toda persona que se apropia indebidamente de alguna propiedad patrimonial ajena.

[3] La especulación, por cierto, es un eufemismo usado por la Iglesia Cristiana en su fallido intento poor mandar al Infierno a los comerciantes. Con el correr de su larga vida terminaron considerando la ganancia capitalista de los comerciantes como un premio por sus aportes al desarrollo de la economía; asimilaron el interés, la ganancia del fabricante y el diezmo de la (alquileres) tierra a signos de prosperidad cuando fueran ingresos suficientemente altos.

[4] Me decía un Contador profesional que él, en lo particular, consideraba que los Estados financieros de Ganancias y Pérdidas debían ser simples Estado de Ganancias ya que de partida ningún empresario invierte para perder, salvo casos muy inverosímiles.

[5] Quienes definen el salario básico como un estimado del valor medio de la cesta básica, sin pensarlo mucho, congelan imaginariamente los precios de sus componentes y echan a un lado que los salarios son inversiones de capital para ganar, y que cuanto menos pague por concepto de salarios, el capitalista arranca más plusvalía.



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Manuel C. Martínez


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