Definitivamente, la concesión de la fabricación y distribución de mercancías propias de la cesta básica, en sentido amplio, puede perfectamente seguir en manos privadas y hasta crecer en número y giro económico pero, a condición de que sus mercancías hechas en casa, importadas o intermediadas por mayoristas, ineludiblemente sean distribuidas mediante el sistema de reparto a domicilio, no a bodegas y ni a supermercados, sino directamente a las familias. Adoptar, pues, el sistema de abastecimiento mediante LA BOLSA CASA POR CASA a cargo de la empresa privada.
Huelga señalar que los precios de la venta directa serán los estrictamente regulados de consuno entre el Estado y los empresarios. Es que los empresarios capitalistas no se avienen con la revolución y eso resulta altamente razonable. En consecuencia, el Estado debe llamar a esos mismos empresarios a que sigan con sus mismas empresas, pero liberados de la formación de las perversas e indetenibles cadenas y cadenitas de distribuidores al detal y subdetal.
Huelga aclarar que no se provocaría desempleo de mano de obra con esa nueva medida, sino todo lo contario, ya que esa distribución privada a domicilio insumiría ingentes cantidades de repartidores en diferentes modalidades de transporte y servicios, con pagos de contado, crédito, efectivo, TD, TC y demás medios de compra y pago afines.